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Lunes, 24. Octubre 2011 - 21:17 Hora
2012-2013: un año para redescubrir el camino de la fe

Del convencimiento personal al testimonio valiente es el objetivo de este “Año de la fe” que abrirá sus puertas en octubre de 2012, esperando que muchos cristianos pasen de creer con la cabeza y en la teoría a creer con el corazón y las obras
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Año de la Fe, anunciado por Benedicto XVI

El pasado 16 de octubre de 2011 Benedicto XVI anunciaba, durante la homilía de la misa dedicada al encuentro de nuevos evangelizadores, el ‘Año de la fe’, que iniciaría el 11 de octubre de 2012, 50 aniversario de la inauguración del Concilio Vaticano II, y que se extendería hasta el 24 de noviembre del 2013, solemnidad de Cristo Rey del Universo. Al día siguiente, 17 de octubre de 2011, se hacía pública la convocatoria oficial con la carta apostólica en forma de Motu proprio titulada Porta fidei (se puede leer el texto completo en el siguiente enlace).

Este hecho se enmarca y viene a coronar diversas iniciativas en las que el Papa ha querido ponderar la importancia para los cristianos de hoy “de redescubrir el camino de la fe”.

Con el Motu Proprio Ubicumque et semper, el Santo Padre constituyó, el 21 de septiembre de 2010, el nuevo consejo Pontificio para la Promoción de la nueva evangelización, nombrando como presidente a monseñor Salvatore Fisichella, hasta ese momento presidente de la Academia Pontificia para la Vida y rector de la Universidad Pontificia Lateranense (leer texto completo en el siguiente enlace).

Meses después, en marzo de 2011, se estrenaba en París el Atrio de los Gentiles, un encuentro destinado al diálogo entre creyentes y no-creyentes. Esta iniciativa, impulsada por el Santo Padre desde diciembre de 2009, fue acogida y llevada a cabo por el Pontificio consejo para la cultura. Entre los elementos que originaron estos encuentros, conviene destacar el mismo que el Pontífice señaló en el videomensaje dirigido a los participantes en esa ocasión: “Un motivo fundamental de este Atrio de los Gentiles es promover la fraternidad más allá de las convicciones, pero sin negar las diferencias. Y, más profundamente aún, reconociendo que sólo Dios, en Cristo, libera interiormente y nos permite reencontrarnos en la verdad como hermanos” (Radio Vaticano 25.03.11).

Un hecho también digno de mención es la Jornada Mundial de la Juventud que se celebró en Madrid el pasado mes de agosto de 2011. Bajo el lema “Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe”, más de millón y medio de personas se reunieron en una auténtica “fiesta de la alegría de la fe” (ACI 23.08.11).

Esta invitación a vivir un “Año de la fe” se encuadra en una situación y época muy concreta, caracterizada por el “fenómeno del alejamiento de la fe, que se ha manifestado progresivamente en sociedades y culturas que desde hacía siglos parecían impregnadas por el Evangelio” (Ubicumque et Semper).
Así lo expresaba el Santo Padre en el Mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud 2011: “La cultura actual, en algunas partes del mundo, sobre todo en Occidente, tiende a excluir a Dios, o a considerar la fe como un hecho privado, sin ninguna relevancia en la vida social. Aunque el conjunto de los valores, que son el fundamento de la sociedad, provenga del Evangelio –como el sentido de la dignidad de la persona, de la solidaridad, del trabajo y de la familia–, se constata una especie de “eclipse de Dios”, una cierta amnesia, más aún, un verdadero rechazo del cristianismo y una negación del tesoro de la fe recibida, con el riesgo de perder aquello que más profundamente nos caracteriza” (n.1).

Junto a la secularización, la fe cristiana tiene entre sus peores enemigos la indiferencia y tibieza con la que muchos viven su cristianismo. En Francia, con una población que se declara católica en un 64% pero solo el 4,5% es practicante, según el instituto Francés de la Opinión Pública (IFOP), se puede ver este fenómeno lamentable (cf. InfoCatólica 28.08.11). Igualmente en España encontramos un 73% de españoles que se dicen católicos pero de ellos 57,1% admite que no va “casi nunca” a misa, según el barómetro de septiembre de 2011 del Centro de Investigaciones Sociológicas, hecho público el 4 de octubre de 2011 (cf. La Razón 04.10.11).

Ahora bien, es importante aclarar qué se entiende por esa “fe” que Benedicto XVI invita redescubrir con la convocatoria de este año. “La fe es ante todo una adhesión personal del hombre a Dios; es al mismo tiempo e inseparablemente el asentimiento libre a toda la verdad que Dios ha revelado” (Catecismo de la Iglesia Católica, 150).

El cristiano de nuestros días está expuesto muchas veces a concebir la fe como una creencia abstracta, identificada con un conjunto de valores “píos”, pero que en la realidad no llega a tocar lo más profundo de la vida. Sutilmente el cristiano puede vivir su fe en Cristo como si se tratara de un “amigo imaginario” que en el fondo no cuenta en las cosas fundamentales de la cotidianidad; sería una fe indolente, estática, consuetudinaria hecha de teorías, artículos, fundada únicamente en un sentimiento religioso o en un vago recuerdo del catecismo de la infancia (cf. Mensaje para la JMJ de Madrid, n.4).

El abandono completo y la donación real y efectiva a una persona concreta llamada Jesucristo es lo que Benedicto XVI propone de nuevo a los cristianos como el elemento esencial de su mismo ser. Hablamos de una fe que llega a tocar la vida, a transformar los corazones, a enriquecer toda la personalidad. Una fe, en definitiva, que no deja indiferente a nadie y lo empuja al testimonio y a la predicación valiente de la Buena Noticia traída por Dios en Jesucristo. “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (Deus caritas est, n.1).

Así explicaba el Papa en su carta apostólica Porta fidei con clarividencia asombrosa, la dimensión personal y apostólica de quien se considere a sí mismo como creyente: “La fe es decidirse a estar con el Señor para vivir con él. Y este «estar con él» nos lleva a comprender las razones por las que se cree. La fe, precisamente porque es un acto de la libertad, exige también la responsabilidad social de lo que se cree” (n.10). Del convencimiento personal al testimonio valiente es el objetivo de este “Año de la fe” que abrirá sus puertas en octubre de 2012, esperando que muchos cristianos pasen de creer con la cabeza y en la teoría a creer con el corazón y las obras.

Jesús David Muñoz, L.C.

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