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Lunes, 8. Agosto 2011 - 20:24 Hora
«Mi obsesión es que el Santo Padre esté cerca de la gente»


Nacho Vicens viene diseñando los escenarios del Papa desde la visita de Juan Pablo II a Madrid en 1982. Este experto en arquitectura efímera se confiesa «extraordinariamente a gusto» cuando se trata de diseñar un entorno creativo que ayude a que «el mensaje del Santo Padre llegue a todo el mundo».

—¿Cuál ha sido su fuente de inspiración para Cuatro Vientos?

—Es una sucesión de razones. Evidentemente el lema de la JMJ, «enraizados en Cristo», y la idea del sermón de la montaña están presenten en el diseño. Jesús sube a la montaña y desde allí predica, pero hay también una influencia importante de otras ideas que no son traducción literal de la Biblia. La obsesión por que el Papa no esté alejado de la gente ha hecho que todo sea más horizontal y más blanco. Además, de la vigilia del sábado y la misa de clausura del domingo, un montón de jóvenes van a pasar la noche en Cuatro Vientos. Eso me llevó a diseñar este escenario como una enorme pantalla que pueda iluminarse con luces de distintos colores y proyecciones de vídeos, que permita que la noche sea más corta y más divertida. La idea del árbol, que en realidad es una especie de sombrilla, permite no solo que el Papa esté a la sombra, sino que también hace las veces de un baldaquino. Desde lejos, dado que es el único elemento que produce sombra, señala dónde está lo verdaderamente importante. Al final, no ha sido la traducción directa de un pasaje evangélico sino un montón de cosas que sumadas dan este resultado.

—No es la primera vez que le encargan el diseño de los escenarios del Papa...

—He hecho todos los escenarios del Papa desde la visita de Juan Pablo II en 1982. Recién acababa la carrera. Hice el estrado del encuentro del Papa con los jóvenes en el Santiago Bernabéu, que fue un acto absolutamente maravilloso. Desde entonces el cardenal se ha acordado de mí siempre. También hice los distintos estrados de Colón y de Cuatro Vientos, durante la visita de Juan Pablo II en 2003. Es una satisfacción para mí que el cardenal siga confiando en mí.

—¿Cómo vive la experiencia?

—Creo que es un gran desafío en muchos sentidos. Primero porque las circunstancias son siempre distintas porque lo de Colón no tiene nada que ver con lo de Cibeles o Cuatro Vientos. Los requerimientos también son diferentes, y sobre todo porque todo es una arquitectura que hay que hacer en muy poco tiempo y con pocos medios. Por eso, una de las cosas que más me sorprenden son ese tipo de críticas que se hacen a veces a los «dispendios» de la Iglesia en este tipo de estructuras. La gente debería saber que todo esto se hace con la décima parte de lo que cuesta cualquier concierto de rock y con estructuras básicamente prefabricadas que ya hay en el mercado. De modo que todo este tema del dispendio es algo evidentemente ideológico. No es objetivo.

—¿Cuántas personas están trabajando en Cibeles?

—En Cibeles empezamos la madrugada del domingo 24 de julio y estamos trabajando por las noches para molestar menos. Ahora ya se ve la base de toda la estructura. Solamente para el vallado y acopio del material fueron necesarias 40 personas. Se va contratando gente en función de los elementos. Al final es mucha gente la que se va sumando sucesivamente sin parar. Esto hay que hacerlo en unos plazos récords para interrumpir lo menos posible la vida ciudadana. En Cuatro Vientos, en cambio, empezamos hace ya más de un mes. Fue complicado el replanteo, ya que en aquellos 200 metros que parecían horizontal, en realidad, hay una diferencia de casi metro y medio de altura. La estructura está prácticamente terminada. Queremos finalizar la obra la próxima semana para que empiece toda la instalación de sonido, iluminación y para que haya tiempo para los ensayos. Vamos bien, teniendo en cuenta que trabajamos día y noche.

—Su trabajo se luce mucho...

—Supongo que habrá gente a la que no le guste mucho, pero el éxito mayor sería que el Papa no lo notara. Eso quiere decir que todo ha salido muy bien, que no le ha dado el sol, que no ha pasado calor, que su mensaje ha llegado a todo el mundo. Si no se nota quiere decir que todo ha salido bien. Cuando se nota demasiado es casi siempre por los elementos negativos.

—Hay que tener una sensibilidad especial para hacer este trabajo

—No lo sé, personalmente me encuentro extraordinariamente a gusto con todo esto. No es la primera vez que lo hago, además he hecho muchas iglesias también. Soy católico y tengo una sensibilidad especial para todo esto, vibro con ello. Por otra parte, es divertido pensar que mi tesis doctoral la hice sobre arquitectura efímera. Luego he tenido que hacer mucha arquitectura de este tipo, como la boda del Príncipe.




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