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Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Domingo, 18. Diciembre 2022 - 07:30 Hora
IV Domingo de Adviento

1L.- Dios salva y ofrece signos de ello al que se vuelve a él. Pero la falta de fe rehúsa el signo. Pese a resistirse, el signo se da y lleva la atención hacia lo que significa. La mujer del rey va a dar a luz un niño; éste confirma la promesa davídica.
2.- Las profecías del AT anuncian el perdón y el amor de Dios a todos los hombres, y es con Jesucristo, cuando se cumplen las promesas.
Ev.- El anuncio a San José,aceptando ser el esposo de María y dando nombre al niño garantiza a la criatura una ascendencia legal que lo entronca con David y Abrahán.
PARA LLEVAR A LA VIDA
El Evangelio no es otro que el que ya anunciaron los profetas como Promesa; es Buena Noticia, porque sus promesas se han cumplido en Jesucristo.
José se descubre en la presencia de lo divino. La concepción de María era virginal, y, ante el Misterio de Dios presente en María, José actúa a como lo hacen los "justos" del AT al descubrirse ante la presencia de la divinidad.
José sabe situarse ante Dios en actitud de obediencia y de fidelidad; reconoce que María no le pertenece porque Dios ha tomado posesión de ella eligiéndola como cauce de su presencia y bendición. Por ello busca la manera más adecuada de proceder y retirarse
Y, en cuanto conoce la voluntad de Dios sobre él, comprende que no dede romper con María por el procedimiento legal, porque de hacelo, revelaría el misterio o expondría a María a unas sospechas injustas.
En definitiva, lo que se le pide a José es que, a pesar del miedo que la cercanía del misterio produce en él, se fíe por completo de Dios. Y por ello acepta y cumple con la misión encomendada, porque es "justo" y bueno.
Vivamos como San José, cara a Dios, descubriendo su presencia y, cumpliendo su voluntad divina, haciéndonos instrumento suyo y objeto del amor de Dios.

Viernes, 9. Diciembre 2022 - 23:47 Hora
III Domingo de Adviento (ciclo A)

1L.- El profeta vislumbra como - contemplados desde el Dios que viene como salvador- el desierto y el yermo se tornan vida. La esperanza se está gestando ya el maravilloso renacer.
2.- Dios ha venido, y ha de volver. La primera venida fue en debilidad, la segunda será en poder y gloria. No tardará. Hemos de saber esperar con paciencia.
Ev.- Los enviados del Bautista preguntan ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?
PARA LLEVAR A LA VIDA
El Bautista sólo era el mensajero, el heraldo que había de anunciar la llegada del Mesías y preparar sus caminos. No era el Mesías sino su precursor. Pero lo imaginó amoldado a su propia mentalidad. Sabía que había llegado el que tenía que venir, que se había inaugurado la era mesiánica. Sin embargo, no percibe el cambio; y Juan se pregunta ¿Qué sucede? Jesús no ofrece las señales de Mesías que el esperaba. Ni manifestaciones gloriosas, ni castigos ejemplares. Ni liberación de presos. Y envía a preguntar. Entonces Jesús responde, a sus enviados, haciéndoles reparar en las señales del Reino. Que procede como una semilla pequeña, un fermento escondido que crece lento pero vigoroso.
Muchas veces también nosotros nos hemos hecho una idea de cómo Dios debe proceder y cuando no procede así, dudamos de la existencia de Dios. Tenemos que aprender a dejar a Dios ser Dios, a su modo y manera. Renunciar a querer someterlo a nuestros esquemas. Hay que abrir bien los ojos de la fe, orar y estar atentos a los signos para avivar la esperanza. Dios está y actúa sólo hay que saber mirar. El trabaja sin cesar en los corazones.

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