Miguel P. León Padilla
Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.
Martes, 20. Junio 2023 - 18:15 Hora
XII Domingo TO (Ciclo A)
1ªL.- El profeta desarrolla una difícil misión que marca su existencia por el conflicto. Su desahogo va desde la angustia y el desaliento hasta la paz completa y la seguridad. Dios se le revela como su defensor.
2ªL.- Pablo destaca la importancia de la obra de Cristo en comparación con el pecado de Adán: No hay proporción entre la culpa y el don: el don no se puede comparar con la caída. No hay proporción entre pecado y gracia.
Ev.-El discípulo de Cristo, en su afán evangelizador, ha de llegar incluso a arriesgar la propia vida. Cristo nos alienta al testimonio intrépido de la fe. No tengáis miedo. El cristiano está cimentado sobre Cristo, muerto y resucitado, él es la seguridad de nuestra victoria.
PARA LLEVARLO A LA VIDA
Cuando se predica el evangelio, la palabra de Dios levanta en unos la esperanza, y en otros provoca contradicción, divide y juzga. Y no se pronuncia sin riesgo para los testigos, que han de estar dispuestos a obedecer a Dios antes que a los hombres. Ellos, como el profeta Amós, pueden ser arrojados del santuario nacional por los poderosos. Su suerte no será mejor que la del Maestro, que fue ejecutado en la cruz.
Es lógico que los discípulos de Jesús, ante la misión que han de realizar, estén preocupados. Jesús les dice repetidamente que no tengan miedo. Porque el miedo silencia a los testigos e incapacita para anunciar el evangelio. Por miedo se traiciona el mensaje y se altera su contenido. Por miedo se llega desvirtuar la Palabra de Dios, y por miedo se llega a diluir la la fuerza de la fe en un falso y cómodo espiritualismo. Por miedo se traiciona y abandona a Jesús.
Todos los que creemos en el Evangelio hemos sido enviados al mundo para dar testimonio de la fe, estamos al servicio de la Palabra de Dios. Renunciar a esa misión es perder nuestra identidad como cristianos y no saber ya para qué estamos en este mundo.
La Iglesia es una asamblea de testigos, una comunidad que responde solidariamente de la evangelización. Anunciar el evangelio es nuestra única función y nuestro modo de presencia como cristianos en la sociedad.
Sabedores de que ese servicio será respaldado por Cristo:"aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre".La fortaleza que nos hace superar todo temor se nos comunica por el poder del Padre.
Preguntémonos:
-¿Nos hemos visto alguna vez comprometidos por anunciar el evangelio o por dar testimonio de nuestra fe?
-¿Hemos traicionado nuestras convicciones en alguna ocasión por miedo al rechazo?, ¿Hemos callado la fe cuando deberíamos haber hablado?
Domingo, 11. Junio 2023 - 08:44 Hora
Solemnidad del SantÃsimo cuerpo y sangre de Cristo
1L.- Recordar el camino del desierto ayuda a vivir con intensidad y con perspectiva la situación presente. La condición de desierto que tiene la vida presente, con sed de sentido, acompaña siempre al hombre peregrino y provoca la búsqueda. Al que busca se le da un sustento gratuito: es el que sacia toda el hambre.
La tierra fértil está en continuo trance de perderse. El maná es, a un tiempo, una realidad tangible y una promesa.
2ªL.- Todos los que comulgan del cuerpo y la sangre de Cristo se hacen con él un solo cuerpo. La unidad de alimento produce también unidad entre los miembros de la comunidad.
Ev. Este pasaje es parte del sermón sobre el pan de vida, que orienta la institución de la Eucaristía. Comer la carne del Hijo del Hombre, es entrar en relación profunda con él; abrirse a la gracia y amar, de lo contrario no tendremos vida en nosotros.
PARA LLEVARLO A LA VIDA
Esta solemnidad nos invita a considerar el triple misterio del cuerpo de Cristo :
- La carne y la sangre que él da "para la vida del mundo", es su existencia concreta: su cuerpo en la cruz para destruir la muerte y su cuerpo resucitado para manifestar la vida. Carne y sangre son imágenes para referir a la plena humanidad de Jesús y para resaltar el carácter real que se contiene en esta sagrada comida. El que lo recibe entra en unión con él, en una unión semejante a la que se da entre Jesús y el Padre.
– El cuerpo de Cristo como el "pan eucarístico es el "pan de vida": "El que come de este pan vivirá para siempre". Jesús posee la vida de Dios y la transmite a los hombres de fe.
- Por último, cuerpo de Cristo es la Iglesia, por nuestra incorporación a Cristo, realizada en el Bautismo se planifica en la recepción de su cuerpo eucarístico. Todos somos un mismo cuerpo, Iglesia, peregrinos en Cristo hacia el Reino de Dios, alimentados por Cristo con su propia carne.
La eucaristía funda a la Iglesia como comunidad de servicio, como prolongación del cuerpo de Cristo, que se ofrece por la vida del mundo. De ahí que la comunión nos comprometa en el servicio y la solidaridad con todos. Por ello no podremos comulgar de verdad, si reducimos nuestra solidaridad a lo espiritual y no tenemos en cuenta la necesidad de los otros, la defensa de la verdad, lucha por la justicia, la edificación de la fraternidad. Comulgar es unirse a Cristo y a los que son de Cristo, para realizar en el mundo una comunión universal.
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