Miguel P. León Padilla
Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.
Martes, 25. Julio 2023 - 02:55 Hora
Solemnidad de Santiago, patrono de España
1L.- Los apóstoles dan valiente testimonio de la resurrección del Señor.
2L.- El tesoro del evangelio lo llevamos envuelto en debilidad, porque es un mensaje de amor.
Ev.- La madre de los Zebedeos no había entendido el mesianismo de Jesús, los apóstoles tampoco, creían que iban por el camino de los honores.
PARA LLEVAR A LA VIDA
"Los jefes en este mundo gobiernan como opresores, pero no ha de ser así entre vosotros". Entonces los apóstoles no lo habían entendido. Aún ahora, todavía nosotros no lo hemos entendido y quienes lo entendieron no lo aceptan. Es necesaria la experiencia Pascual para comprender al maestro.
Cuando Santiago comprendió consagró sus esfuerzo a servir al Evangelio y gracias a él prendió en España la fe. Una fe fecunda que humanizó nuestra tierra e hizo a sus gentes solidarias con ancianos, enfermos crónicos y personas con discapacidad... Promoviendo casas de acogida, escuelas, hospitales, centros de acogida. La semilla del apóstol germinó y el camino que conducía a su sepulcro fue germen de unidad y concordia durante siglos.
Pero hoy los sociólogos describen una Europa y España postcristiana, y con la sombra de la islamización en ciernes. En 2020 se cerró un convento de clausura cada semana. Entre los curas no hay relevo generacional (la edad media de nuestros sacerdotes es de 67 años), la secularización y un ambiente hostil hacia la misión de la Iglesia, el hedonismo y el miedo al compromiso, propician una crisis vocacional sin precedentes.
La fe ha perdido relevancia en la vida de las personas. Un estudio internacional de valores del BBVA en 2019, evidenciaba que las gentes creen que la religión no responde a las cuestiones importantes a las que ha de enfrentarse una persona.
El descenso de quienes se manifiestan como católicas ha sido vertiginoso en el inicio del siglo XXI. En diciembre de 2022 solamente un 56% de los encuestados por el CIS se declaraba católico y de estos los no practicantes duplican a los que sí (por ejemplo, sólo un 14% celebra la semana santa).
Una creciente individualización, junto a una tendencia a aúnar creencias de diferentes tradiciones espirituales y credos, hace que muchos católicos ya no sientan la necesidad de participar de la vida sacramental de la Iglesia.
A ello ha de añadirse la escisión, que señala el filósofo católico Pietro Prini, entre la doctrina de la Iglesia y la conciencia de los católicos que rechazan las enseñanzas morales, especialmente en el ámbito sexual, por considerarlas un anacronismo extemporáneo.
El catolicismo ha quedado como una religión cultural asociada a la memoria tradicional, que sustenta autoidentificaciones sociales que entroncan con las costumbres de nuestros mayores. Los españoles se manifiestan devotos de un santo o una Virgen pero sin que ello tenga repercusión alguna en su vida o convivencia; y por supuesto sin vinculación ninguna con el Magisterio o la comunidad eclesial.
La familia, en general, ha dejado de transmitir la fe; La tasa de ruptura de la transmisión de la fe entre los católicos españoles es de las más altas de Europa. De estos polvos vienen éstos lodos. Necesitamos evangelizadores aguerridos, intrépidos e infatigables al estilo santiagués, necesitamos padres empelados en transmitir la fe a sus hijos; y necesitamos curas fieles que no entorpezcan el crecimiento del Reino sino que alienten a sus hermanos.
Qué respuesta dar ante este panorama?
He de preguntarme: Yo, como discípulo de Cristo, trabajo servidor de los demás ayudándolos a encontrar la fe?
Hay que ponerse en camino y avanzar a tiempo y a destiempo testimoniando la fe.
Confiemos en el auxilio del Apóstol que no ha cesado de proteger esta tierra de misioneros y santos, está bendita tierra de María
Domingo, 16. Julio 2023 - 07:01 Hora
XV Domingo TO (ciclo A)
1ªL.- La lluvia que fecunda y la tierra que da fruto sirven al profeta consolador para esperanzar a sus oyentes. La fuerza creadora de la Palabra de Dios, que anuncia salvación, no vuelve a El, sin haber cumplido su encargo: crear un pueblo nuevo.
2ªL.- La visión cristiana del mundo es optimista: todo lo doloroso en la historia es como los dolores de parto, premonición del alumbramiento de un mundo mejor. Con esa esperanza los cristianos trabajan sin tregua.
Ev.- Es preciso preparar nuestro terreno, nuestro surco, para que la siembra de Dios dé fruto en abundancia .
PARA LLEVARLO A LA VIDA
El domingo pasado el evangelio diferenciaba entre sabios y entendidos frente a la gente sencilla. En la parábola del sembrador se diferencia entre los que no ven ni entienden frente a los que hacen la voluntad de Dios Padre.
Entremedias se recoge una inquietud de los discípulos sobre el método de enseñanza de Jesús: ¿por qué les hablas por medio de parábolas?
La respuesta de Jesús es que las parábolas no dicen nada a quien no escucha, y mucho a quien abre el oído: Al que acoge la palabra
y produce se le dará; pero el que no produce, perderá lo que tiene.
El recurso a las parábolas quiebra un mundo religioso cerrado en sí mismo, el de los sabios y entendidos(Por eso cita a Isaías hablando del corazón embotado) e instaura una perspectiva abierta, accesible a la gente sencilla.
Jesús concluye su enseñanza desvelando a el simbolismo oculto en la parábola. Lo significativo son los lugares receptores: vereda, pedregal, maleza, terreno fértil. Los tres primeros tienen en común su falta de productividad.
La parábola es una invitación a ser terreno fértil. No importa la cantidad que se produzca; porque eso depende de mil circunstancias. Lo verdaderamente importante es ser productivos.
La Palabra de Dios es como una semilla, pequeña pero llena de vigor. Sin embargo, no todos le permiten germinar y fructificar; no todos la escuchan y la albergan en su corazón; pero quienes la reciben con fe y buena disposición darán fruto. Pese a las dificultades, la cosecha está asegurada; el Reino de Dios, es una fuerza viva que avanza imparable hacia su plenitud.
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