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Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Sábado, 4. Marzo 2023 - 09:48 Hora
II Domingo de Cuaresma (ciclo A)

1ªL- Para Abrahán partir de la propia tierra, patria y familia, es abandonar seguridades para obtenerlo todo en esperanza es signo de obediencia y confianza. No da un paso al vacío, sino hacia la plenitud. La bendición que recibe es armonía propuesta en una humanidad dispersa.

2ªL.- Pablo recuerda a Timoteo que "no debe avergonzarse del testimonio de nuestro Señor": la proclamación del Evangelio no viene acompañada de ningún prestigio. Anunciar el evangelio, es una vocación gozosa; pero también dura, encuentra el rechazo de las autoridades y la persecución de algunos.

Ev.- El relato de la transfiguración. La ubicación en un monte alto nos sitúa en un contexto de epifanía o revelación de la persona de Jesús.
Moisés y Elías, simbolizan el AT, la ley y la profecía. El centro de la narración muestra que el transfigurado, es la presencia de Dios entre los hombres. La nube que envuelve a los discípulos, y las figuras celestes y la voz sobrenatural que se oye, expresa que irrumpido la divinidad.

PARA LLEVARLO A LA VIDA

Las lecturas hablan del camino de conversión que Dios nos invita a recorrer en Cuaresma. Igual que Abrahán, el origen de nuestro camino personal es una llamada personal a cada uno de nosotros. Y como dice san Pablo: "no por nuestros méritos" sino por su gracia.
Se nos ha recordado también la meta. Para Abrahán esta era una tierra nueva y un gran pueblo, "una bendición", vida de Dios. S.Pablo llama a vivir "una vida santa" por Jesucristo que "destruyó la muerte y sacó a luz la vida inmortal". Subir el monte de la ascesis y conversión para transfigurarnos

Es evidente que muchos cristianos no han subido con Cristo al Monte de la conversión. No han contemplarlo el esplendor de su rostro ni el fulgor de su ropaje desde una fe auténtica. Por eso los que comparten el quehacer diario con nosotros no perciben que a nuestro hay espacio para la esperanza, lugar para la alegría y ocasión para el amor…
Sólo cuando el cristianismo se vive de verdad se torna contagioso, ilusionante, plenificador, y desprende esa sensación de bienestar que experimentaron cerca de Cristo transfigurado, Pedro, Santiago y Juan.

Pero en nuestro camino de fe encontraremos dificultades, tentaciones, dudas… por eso hemos de apartarnos de todo y de todos, en momentos determinados, para orar y contemplar a Cristo transfigurado. Necesitamos subir al Tabor de la Eucaristía y nutrirnos, cada domingo de esa experiencia alentadora, para la briega. En ella se adentra en nuestra vida la gracia transformadora de Dios: El nos guía con su palabra, nos enseña con su ejemplo, nos alimenta con su Cuerpo y Sangre.
Las palabras rituales de despedida, con que acaba cada Misa: "Podéis ir en paz", no significan que todo ha terminado sino que son un envío; que ahora todo comienza y hay que descender de la montaña al encuentro con los hombres para obrar aquella transformación del mundo que principia en nosotros mismos.
Jesús nos pide descender a la realidad, y evangelizar la sociedad.

Sábado, 25. Febrero 2023 - 16:34 Hora
Domingo I de Cuaresma (Ciclo A)

1L.-El Génesis coloca toda la creación en función del hombre, en el jardín del Edén, es tentado por la serpiente a conocer el bien y el mal. La tentación pone a prueba al hombre,
siempre es atractiva: "el árbol era apetitoso y agradable", pero esconde un engaño: "seréis como dioses".
2L.- Pablo recuerda las consecuencias de la caída, entra el pecado y la muerte en el mundo. El hombre se descubre desnudo, incapaz de dominar sus tendencias desordenadas
Ev.- Jesucristo, hombre y Dios verdadero, experimenta en el desierto la tentación de seguir la voluntad del Padre y ceder a un mesianismo distinto del que Dios le indicaba. La victoria de Jesús en el desierto sobre el Tentador es un anticipo de su victoria en la pasión.
Para llevarlo a la vida.
Las tentaciones nos ayudan a fortalecer nuestra opción por Dios
Las tentaciones son permitidas por Dios para probar el valor de nuestra fe. Cada vez que superamos una tentación consolidamos nuestra opción por Dios. En la vida moral no hay momentos neutros: o actuamos en favor del bien o contra de el.
Cristo quiere enseñarnos a vencer la tentación, con su propio ejemplo, y emplea tres armas: la Palabra de Dios, el sacrificio y la oración.
- La Palabra de Dios, fue determinante en la vida del Cristo humano. Tenía una conciencia bien formada, sabía exactamente lo que tenía que hacer para agradar a su padre Dios.
Hemos de empeñarnos en formar bien nuestra conciencia cristiana, para no caer en el autoengaño de la tentación. No basta saber lo que se puede o no se puede hacer, pues es necesario conocer el fundamento.
- El sacrificio. Las tentaciones son seductoras y pretenden vencer nuestra débil voluntad. Se requiere fortalecer la voluntad; y eso sólo se consigue con renuncia y negación, con sacrificios que adiestran en el dominio de uno mismo y de los propios apetitos.
- La oración. En el combate contra la tentación Cristo manifiesta el poder de la oración. San Alfonso María de Liborio decía: «El hombre que ora, se salva; el que no ora, no se salva». En ella experimentamos la cercanía de Dios que nos anima a vencer.

Las tentaciones son dificultades en el cumplimiento de la voluntad de Dios; hay que afrontarlas con espíritu de superación, con fe y entereza. Pero para el que ama, las dificultades constituyen los mejores momentos para mostrar la sinceridad de los sentimientos hacia la persona amada. Afrontemos las tentaciones con la actitud del que -amando a Dios sobre todas las cosas-, toda contrariedad se le antoja pequeña, y rechaza siempre el mal. Cumplamos siempre la voluntad de Dios en nuestra vida !

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