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Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Sábado, 22. Marzo 2014 - 13:36 Hora
III Domingo de Cuaresma

EXPLICACION DE LAS LECTURAS
1ª L.- El pueblo liberado de la servidumbre de Egipto tropieza inmediatamente con otra: su necesidad de confort; la sed y carencia de todo en el desierto les exaspera. La duda acosante ante su precariedad se suscita:«¿está Dios con nosotros?» y pide pruebas y más pruebas. Pruebas no hay, pero sí señales que orientan hacia Dios: un testigo que muestra el camino, un agua para su sed. Pero la sed de infinitud sigue siempre sin saciarse. La prueba definitiva y el agua que sacia enteramente es Dios mismo para el que está hacia él como revelará Jesucristo (Jn 4,13s).
2ªL.- Pablo nos recuerda la prueba de que Dios nos ama", de que está con nosotros, es la entrega de Cristo, su Hijo. Sin merecer nada, Dios nos lo da todo en el Hijo: reconciliación, paz, justificación, salvación.
No es sólo que nos ame, sino que pone en nosotros su Amor, el Espíritu Santo. Esta es la mejor respuesta a los incrédulos del desierto y la mejor oferta a la samaritana del pozo.
Ev. Cristo es el Moisés perfecto, el que va a sacar nueva agua de la roca para saciar toda la sed del mundo.
La samaritana se acerca al pozo y Jesús dice: "Dame de beber". Alli se encuentra una doble sed, de naturaleza bien distinta: Sed del pueblo infiel, que no encuentra satisfacción ni seguridad en sus ídolos y la sed de Jesús, sed de nuestro amor. "Dame-Pídeme". Cristo es hombre tiene sed y ofrece agua, está cansado y libera, parece un extraño y se mete en el corazón… En él se concentra toda la sed del mundo, todos los deseos y los interrogantes de la mujer; y en él están todas las respuestas y todo manantial.
Sólo Dios puede apagar la sed de nuestro corazón, Y sólo el hombre puede apagar la sed de Dios. Lo único que se necesita es acercarse a él, o dejar que él se acerque a nosotros, y acogerle y pedirle. El no se impone, se ofrece: «Si conocieras el don de Dios», si supieras, si quisieras...
PARA LLEVARLO A LA VIDA
Nos vemos reflejados en las quejas del pueblo peregrino por el desierto y en la samaritana.
Tenemos sed de verdad, de seguridad, de amor, de sentido de la vida, sed de salvación. Pablo, en la segunda lectura, nos recuerda el amor de Dios Padre que se nos da por su Espíritu, que se nos manifiesta en que Cristo murió por nosotros, pese a que no lo merecíamos.
Nuestra sed no quedará satisfecha jamás si acudimos a otras fuentes. Jesús es la respuesta a nuestra sed.
El hombre, era definido por los Padres griegos, como «teotropo», un ser que busca a Dios. La samaritana, aún sin saberlo no cesaba de buscarlo. Y se lo encontró, en el pozo. Porque Dios es un buscador del hombre, «antropotropo». Dios desea que le deseemos, tiene sed de que estemos sedientos de El: «¿Quién busca a quién? ¿Jesús a la samaritana o ella a Jesús?»
Hemos de saber mirar con ojos de fe y descubrir en los sedientos que encontramos y nos piden de beber ¡a Jesús que sale a nuestro paso y pide correspondencia!

Jueves, 13. Marzo 2014 - 10:01 Hora
II Domingo de cuaresma

EXPLICACION DE LAS LECTURAS
La grandeza de Abrahán está en ser signo de Dios por la confianza y la obediencia. Partir de la propia tierra, patria y familia, es abandonar seguridades para obtenerlo todo en esperanza. No es un paso al vacío, sino hacia la plenitud. Al estar en referencia a Dios, Dios aparece en referencia a él como bendición para todos. La bendición es armonía puesta en el seno de la humanidad dispersa.
Pablo recuerda a Timoteo que "no debe avergonzarse del testimonio de nuestro Señor": la proclamación del Evangelio no estaba rodeada de ningún prestigio; las autoridades lo consideraban un acto subversivo. Anunciar el evangelio, es una vocación gozosa; Pero también dura, encuentra el rechazo de muchos y la persecución de algunos.
El relato de la transfiguración es la otra cara del misterio de Cristo. tiene el formato típico de teofanía (similar a la de Sinaí . La ubicación en un monte alto nos sitúa en un contexto de epifanía o revelación de la persona de Jesús. En línea con las concepciones judías sobre la venida gloriosa del Hijo del Hombre para inaugurar los tiempos nuevos: resplandor, vestidos blancos, Moisés y Elías.
Moisés y Elías aparecen hablando con Jesús. La nube cubre sólo a los discípulos y las figuras celestes.la luz que transfigura a Jesús se centra en él e intenta presentarlo como el salvador de su pueblo y se limita a los tres que pertenecían al círculo de los íntimos de Jesús.
El centro de la narración es que el transfigurado es la presencia de Dios entre los hombres.
PARA LLEVARLO A LA VIDA
Las lecturas de hoy nos han hablado del camino que Dios nos invita a revisar esta Cuaresma.
Igual que Abrahán, el origen de nuestro camino personal es una llamada personal a cada uno de nosotros. Y como dice san Pablo: "no por nuestros méritos" sino por su gracia. Se nos ha recordado también la meta. Para Abrahán esta era una tierra nueva y un gran pueblo, "una bendición", vida de Dios. San Pablo hablaba de "una vida santa" por JC que "destruyó la muerte y sacó a luz la vida inmortal".
Es obvio que muchos cristianos no han subido con Cristo al Monte. No han contemplarlo el esplendor de su transfiguración ni captado el secreto de su resplandor. Los cristianos que -en gran número- no se han transfigurado. Por eso los que comparten el quehacer diario con nosotros no perciben que a nuestrohay espacio para la esperanza, lugar para la alegría y ocasión para el amor… Cuando el cristianismo se vive de verdad es contagioso, ilusionante, plenificador, como esa sensación de bienestar que experimentaron cerca de Cristo transfigurado, Pedro, Santiago y Juan.
Pero en nuestro camino de fe encontramos dificultades, tentaciones, dudas… por eso hemos de subir a la montaña ccon Jesús para orar. Buscar, cada día más, el contacto personal con el Señor transfigurado en la Eucaristía. En ella También pasa por nuestra vida la gracia transfiguradora de Dios. Sentiremos que nos guía con su palabra, nos ayuda con su ejemplo, nos alimenta con su cuerpo y sangre. Las palabras rituales de despedida: "Podéis ir en paz" no significan que todo ha terminado sino que son un envío. Jesús nos pide descender a la realidad, y evangelizar la sociedad.

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