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Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Lunes, 26. Mayo 2014 - 06:55 Hora
VI Domingo de Pascua (Ciclo A) Microhomilía

1ªL. Felipe va a predicar a Samaria. Su palabra va acompañada de la acción, la misma acción de Jesús: saca los espíritus malignos y da la salud a los inválidos. El fruto de la predicación es la alegría, los apóstoles envían a unos representantes a confirmar en la fe a quienes han sido bautizados. Con la imposición de manos reciben el don del Espíritu.
El Salmo es una invitación a contemplar las maravillas de Dios, a admirarse por ellas y dar gracias. Recuerda la maravilla fundamental del éxodo, pero recuerda sobre todo que Dios continúa actuando sin negar nunca su amor a quien se dirige a él.
2ªL. Pedro exhorta a estar siempre dispuestos para dar razón de nuestra esperanza a cuantos pregunten por ella. No hace tomar conciencias de que somos responsables de la esperanza del mundo. Y el que quiera dar razón de la esperanza, lo ha de hacer con mansedumbre, con respeto, sin mutilar el evangelio. Nos amonesta a que demos razón de nuestra esperanza con buena conciencia; sin doblez ni segundas intenciones, que seamos sinceros y honestos delante de Dios y de los hombres.
EV. Jesús, a solas con sus discípulos cuando la hora de la cruz es inminente y su desaparición física será una realidad, les advierte que la comunidad cristiana contará con su ayuda y presencia pero de otra forma, de manera bien distinta.
PARA LLEVARLO A LA VIDA
¡Qué no decaiga la fiesta! Es el tenor de la liturgia de hoy y lo que comenzamos pidiendo en la oración colecta. Se nos advierte del riesgo de hacer rutina de lo extraordinario. Estos días de Pascua hemos de vivir, con especial intensidad, el misterio de la resurrección.
Jesús, al despedirse, habla de una nueva forma de presencia entre los suyos y promete el envío de otro defensor que nos impulse a cumplir las enseñanzas de Jesús y manifestar así que le amamos de veras.
El Señor nos habla de una triple "venida": la del Defensor o Paráclito, la del mismo Jesús y la del Padre. Son palabras de despedida y de aliento. Esa triple venida y su paz se hará real en aquellos que le amen con sinceridad; un amor que ha de manifestarse en la observancia de sus preceptos.
El cristiano esta llamdo a manifestar con su vida que el Espíritu de la verdad le anima. No a afirmar con prepotencia que se posee la verdad sino con «mansedumbre y respeto». La razón que hemos de dar de nuestra esperanza ha de consistir en una «buena conducta» ante la que deben quedar confundidos los que nos «calumnian», y en el «padecimiento» por amor a la verdad, porque así nos asemejaremos más a Cristo. El mejor testimonio que podemos dar de él es imitarle.

Sábado, 17. Mayo 2014 - 20:50 Hora
V Domingo de Pascua. (Ciclo A) Microhomilia

EXPLICACIÓN DE LAS LECTURAS
La 1ªL relata un conflicto entre los cristianos de Palestina y los de la Diáspora, representantes, de una actitud conservadora y de una actitud abierta. Los "apóstoles" proponen a los "discípulos" que elijan a siete varones para que se encarguen de servir a los pobres. La comunidad elige a siete hombres que llevan nombres de origen griego. La superación de las diferencias se hace con una decisión mezcla de sentido común y espiritual, apoyada por los demás.La comunidad elige, pero sólo los Apóstoles imponen las manos.
2ªL Jesús resucitado de entre los muertos es "la piedra viva". Desechado por los hombres, excomulgado por los jefes de Israel, es ahora la base y el fundamento de la nueva convivencia de los hijos de Dios. Sobre él se edifica la iglesia. Por la fe, todos tenemos acceso a la nueva vida, participamos en su resurrección y somos también nosotros "piedras vivas". Sobre el fundamento que es Cristo, construimos "el templo del espíritu", que es la iglesia
EV. "No perdáis la calma" dice Jesús a los suyos. Lo van a matar, para mantener la calma es necesario tener fe: "Creed en Dios y creed también en Mí". Ahí está el secreto de la calma que pide el Señor. Es la calma del hombre que mantiene fija su vista en Dios, creyendo en Él. La calma que pide el Señor es una calma fruto del seguimiento de Cristo, que es el rostro del Dios y al que no hemos visto nunca, como le dice Felipe al Señor.
PARA LLEVARLO A LA VIDA
En propiedad “Ser cristiano” es creer a Cristo. Reconocerle como nuestro "camino, verdad y vida".
Proclamarle como camino. Significa reconocer que hay un recorrido que emprender, y que éste no lo establecen mis caprichos o criterios; implica ser sabedores del empeño en avanzar y de la meta que se desea alcanzar. Nuestro destino está más allá y pasa por ese itinerario vivido desde la fe. “Sois mis amigos si haceis lo que yo os mando”..-
Cristo es la Verdad. Su persona, su mensaje, su obra se autentifican en el amor que se hace donación y entrega, libre y absoluta, en una cruz. Sus milagros acreditaban sus palabras, su muerte acreditó su voluntad de redimirnos, su resurrección despejó todas las dudas, incertidumbres: Es Señor de la vida, es la única verdad contrastada. Frente al maligno padre de toda mentira.
Reconocer a Cristo como la vida es vivificar nuestra existencia, descubrir la verdadera vida, aquella que no deja espacio para el mal, el sufrimiento y la muerte.
Fiados de Cristo, con fe en sus palabras los primeros discípulos, ofrecieron al mundo un modelo de fraternidad gozosa. Atentos a la Palabra de Dios aprendieron a superar las diferencias y a resolver los conflictos con diálogo y amor. Organizaron la convivencia para favorecer la convivencia armoniosa; se organizaron igualitariamente como hermanos.
La Iglesia siempre ha de mirar sus orígenes, su fraternidad original inspirada en el Evangelio, para consolidar comunión eclesial como fermento del mundo.
La celebración del memorial del Señor, de la Eucaristía, ha de ayudarnos a edificar un mundo nuevo: el del Resucitado.

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