Usted está aquí: Inicio

Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Domingo, 31. Agosto 2014 - 10:09 Hora
XXII Domingo del TO (Ciclo A)

EXPLICACION DE LAS LECTURAS
1ªL. Las «confesiones» del profeta revelan su duda atormentadora. Es un diario luchar contra su misión y con la fuerza irresistible de una Palabra que le reconcome. Parece que su implacable signo fuera destruir, y que su persona fuera la víctima primera. Pero, paradojicamente en eso mismo se asienta la construcción del pueblo y del profeta.
2ªL. Pablo nos recuerda que el cristiano debe ser, todo él, una ofrenda permanente a Dios. Sin adecuarse a «este mundo». En cierto sentido, el cristiano ha de ser siempre un inadaptado y superar todos los esquemas históricos, en permanente discernimiento para descubrir el querer de Dios.
Ev. Pedro, que acababa de ser nombrado “Cefas”, ahora es llamado «tentador» por el propio Jesús. Nos propone esta escena una gruesa consideración: los responsables de la iglesia pueden sufrir la tentación satánica de ahorrarse la persecución, pactando con el mundo y sus criterios más allá de lo evangélicamente correcto.
La justicia evangélica, que entraña la obediencia a Dios y la entrega a los hombres, es la causa por la que murió Cristo. Y gracias a esta muerte, tan escandalosa siempre, es posible y cierta la resurrección. Celebrar la Eucaristía es saber perder y ganar, morir y resucitar.

PARA LLEVARLO A LA VIDA
¿De qué le sirve a un hombre ganar todo el mundo, si malogra su vida?...Vivimos en una sociedad del bienestar donde todo se mueve por el dinero. En un ambiente en que se atropella a los más débiles y se ensalza los poderosos, el evangelio nos recuerda que sólo ganan la verdadera vida los que la entregan generosamente a los demás. Pero este camino no es fácil pasa por la incomprensión y el rechazo. Como hemos escuchado, el profeta Jeremías se vio tentado de abandonar el encargo profético para vivir tranquilo. Pero la Palabra de Dios le ardía dentro y escogió proclamarla. Jesús suplicaba que Dios le ahorrara "el cáliz de su pasión", pero eligió: "que no se haga mi voluntad, sino la tuya". Pedro, que "pensaba como los hombres y no como Dios", madurado en su fe, dió valiente testimonio ante las autoridades y con su martirio.
Nos tienta la sociedad del bienestar a rechazar la dificultad. Pero Cristo dice que si queremos seguirle hemos que tomar la cruz. Nos pide una actitud atrevida. La fe es un reto que logra plenitud con la acogida de la cruz. Es cuestión de vida o muerte, de felicidad o de desgracia. Descubramos lo que realmente salva. Sería muy penoso que ganando el mundo, perdiésemos la vida.
San Pablo: "exhorta, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios". Es un renovar la manera de ver las cosas, vivir oblativamente... Dejemos, pues, que la Palabra del Señor nos seduzca y nos ayude a comprender lo que es primordial en la vida.

La Eucaristía nos da la fuerza para poder seguir a Jesús, exigente pero coherente. Comulgar con Cristo, con todas las consecuencias, aunque a veces eso suponga dificultad y renuncia. Pero ello nos dará la más profunda alegría y felicidad.

Viernes, 15. Agosto 2014 - 20:01 Hora
XX Domingo del TO (Ciclo A)

EXPLICACION DE LAS LECTURAS
1ªL.-El profeta advierte que es preciso quitar de la comunidad todo cuanto impide la llegada de la salvación de Dios. El pueblo debe cumplir el derecho y las prescripciones religiosas, la supresión de todas las injusticias sociales. Al parecer, el pueblo reaccionaba en contra de los extranjeros, no los admitía en la comunidad. Por eso el profeta anuncia la voluntad de Dios de reunir a todos los hombres en una misma salvación. Lo único que se exige es guardar el derecho y la justicia, observar las prescripciones de la alianza. La experiencia del destierro en Babilonia fue provechosa para Israel en cuanto a la interiorización de la vida religiosa y el descubrimiento de la palabra de Dios en la liturgia sinagogal, en el reconocimiento del universalismo de la salvación.
2ªL "Los dones y la llamada de Dios son irrevocables": La elección de Israel es algo irrevocable. Por el hecho de su "no" a Cristo, Dios no ha retirado su elección. Simplemente, ahora, judíos y gentiles están en un mismo plano. Los gentiles eran desobedientes, porque no creían en Dios; ahora los judíos también lo son porque no han descubierto su revelación en Cristo. Resultado: "Dios nos encerró a todos en desobediencia". Dios se ha servido de esta infidelidad general para manifestar a todos su misericordia, revelando así su ser de amor.
Ev. Una extranjera interpela a Jesús con un título típicamente judío de hijo de David. Recordemos que Mateo presenta a Jesús saliendo de territorio judío por cuestionar su tradición (ver Mt. 15, 1-20).
Llama la atención el silencio de Jesús. La mujer persevera, se adelanta y emplea el gesto típico judío de adoración a Dios, de actitud creyente ante Jesús. Pero su suplica obtiene por respuesta "No está bien quitarle el pan a los hijos para echárselo a los perros". El apelativo de perros, que los judíos daban a los paganos. Pero la mujer responde con humildad
"¡Qué grande es tu fe, mujer!"… A partir de ahora lo que determina la pertenencia al Pueblo de Dios es la fe en Jesús, la adhesión a su persona. Aquella mujer, que no es miembro del Pueblo de Dios, encarna el ideal de lo que debe ser un miembro del Pueblo de Dios.
Dos citas de Pablo pueden ayudarnos a entender este pasaje de evangelio. "Toda diferencia entre judío y no judío ha quedado superada, pues uno mismo es el Señor de todos, y su generosidad se desborda con todos los que le invocan" (Rom. 10, 12). "Todos vosotros, los que creéis en Cristo Jesús, sois hijos de Dios... Ya no hay distinción entre judío y no judío, ni entre esclavo y libre, ni entre varón y mujer. En Cristo Jesús, todos sois uno" (Gál. 26, 28).
PARA LLEVARLO A LA VIDA
Cuando la fe se expresa como oración tiene fuerza suficiente como para cambiar el curso de los acontecimientos. Nuestra oración es un exponer ante Dios, con humildad nuestra necesidad, nunca darle ordenes. La fe es la que obra el milagro y no al revés; cuando no se realiza el milagro no es que Dios esté distante, es que la fe está ausente.
La fe tiene que ser auténtica. La "cananea" se adhería de un modo incipiente, pero profundo, a la revelación en Cristo. Ella se refiere a Jesús con el mismo título que se daba al futuro rey de Israel: Hijo de David y añade otro título con el que los discípulos se dirigían a Jesús: Señor. La grandeza de la fe de la cananea reside en penetrar en el corazón misericordioso de Jesús, para descubrir que Dios quiere que todos los hombres se salven. No se tomará el pan de los hijos, pero el alimento es suficiente para que los cachorrillos coman de las migajas que caen de la mesa de sus amos. Es tan grande el don y es tan profunda la indigencia humana, que vale la pena, cualquier sacrificio, con tal de participar de la salvación.
En nuestra sociedad reina un pluralismo religioso, ante el que conviene mantener firmemente la distinción entre la fe teologal, que es acogida de la verdad revelada por Dios Uno y Trino, y la creencia en otras religiones, que es una experiencia religiosa todavía en búsqueda de la verdad absoluta y carente todavía del asentimiento a Dios que se revela. Cf. Dominus Iesus 7. Si la fe fuera el deseo de creer, podríamos llegar a la fe por un acto de voluntad. Pero lo único que podemos hacer es disponernos a la recepción de la fe de manos de Dios.
Aprendamos de la cananea humildad y confianza en Cristo, imitemos su fe. Cuando tratamos de aclararnos todo mediante la razón, de algún modo sólo conseguimos confundirnos aún más. Una vez que uno introduce un solo misterio, todo lo demás se vuelve claro a la luz de ese misterio. El sol es el "misterio" en el universo; es tan brillante que no podemos mirarlo; no podemos "verlo". Pero a la luz del sol, todo se vuelve claro.

Nueva contribución  Vieja contribución

Iniciar sesión