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Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Viernes, 10. Octubre 2014 - 09:21 Hora
Domingo XXVIII del TO (Ciclo A)

EXPLICACION DE LAS LECTURAS
1ªL.- La visión profética presenta la salvación escatológica -total y definitiva- como un banquete, ofrecido a todos los pueblos en Sión. Poniendo de manifiesto que la salvación no es completa si no es universal. Dios, que se ha de revelar a todos los pueblos y ayudar a vencer todo el mal, ya se está revelando y poniendo plenitud en el presente de cuantos acogen su Palabra.
2ªL.- San Pablo ofrece la regla de oro de la ascética cristiana: ni la pobreza ni la abundancia son en sí mismas un valor o un desvalor. Lo serán en función de algo más importante. Por lo que de nada sirve regular detalladamente los grados de la virtud de la pobreza. Más bien habrá que estar preparados para hacer opciones diferentes según los casos.
EV.- Con su predicación Jesús denuncia la desatención del pueblo de Israel a la invitación salvífica de Dios. Por ello, Reino de Dios sale de una etapa de privilegios concedidos al pueblo judío, hacia la etapa de la universalidad. Desde entonces ningún pueblo, cultura o civilización tendrá derecho a monopolizar la salvación.
La Eucaristía es banquete abierto a todos. Exige un traje de fiesta: la caridad, una actitud de agradecimiento y una exigencia de vivir en gracia. No nos faltan excusas para ir con frecuencia ir al banquete a tomar parte con plena disposición.
PARA LLEVARLO A LA VIDA
"El Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros". esta es la gran esperanza de los creyentes. La Eucaristía es pregustación del banquete que Dios prepara. La fiesta de Salvación, que anhelamos. El que cree en el Evangelio es un hombre que se sabe invitado a la fiesta.
Qué sorpresa la de los segundos invitados de la parábola, los de las plazas y los caminos, de los pobres. Qué alegría al entrar en la sala del rey. Cuando de verdad se cree, no importa dejarlo todo; por eso, se realiza un cambio radical de la propia vida. Es necesario revestirse de justicia y caridad.
La invitación es inmerecida, el único requisito es: “asistir con traje de fiesta”. Este vestido, con palabras de san Pablo, es el esfuerzo por vivir conforme a la vocación a que hemos sido llamados.
Por eso cada domingo, al mismo tiempo que celebramos el banquete del Reino, se nos recuerdan las enseñanzas de Jesús. No hagamos como los primeros invitados de la parábola, que no consideran importante el banquete de bodas. Abramos nuestro corazón a la invitación del Padre. Esforcémonos cada día por seguir a Jesucristo.

Domingo, 5. Octubre 2014 - 17:57 Hora
Domingo XXVII T.O. (Ciclo A)

EXPLICACION DE LAS LECTURAS
1ªL.- Es una simbolización de la historia, acusada de infidelidad. La acusación profética señala a Dios presente-oculto en la situación humana de violencia y lamento. Es una dramática llamada a la justicia, para que Dios se manifieste. Con el lenguaje de un canto de amor humano habla el profeta del amor de Dios a su pueblo. Le describe como un obrero que dedica todos sus cuidados a su viña, y ésta no le da el fruto esperado.
2ªL.- Aquí San Pablo responde a una pregunta que le había formulado la comunidad de Filipos: Como cristianos ¿había que incorporar a su estilo de vida lo bueno que hubiera en la moral pagana o, por el contrario, había que crear por completo una nueva moral? San Pablo responde que el cristianismo no inventa la moral, sino que la condiciona en un sentido determinado.
Ev.- La parábola de la viña describe alegóricamente los principales acontecimientos de la relación entre Dios y su pueblo: la alianza, los profetas, la venida del Hijo y su muerte. Y se añade que el rechazo de Jesús por parte de los hombres será transformado por Dios en glorificación. El pueblo elegido ha de velar siempre para dar fruto a su tiempo. Jesús dirige su palabra crítica a los sumos sacerdotes y senadores del pueblo, a los jefes de Israel. La viña es todo Israel, pero los jefes son los responsables que deben cuidar la viña y dar al amo lo que le pertenece. En estas palabras de Jesús hay una profecía de la muerte que le espera en Jerusalén y una confesión indirecta de que él es el Hijo de Dios.
PARA LLEVARLO A LA VIDA
Sería muy fácil caer en la tentación de aplicar las enseñanzas de estas Lecturas a la infidelidad de Israel. Pero ¿qué nos dicen a los cristianos de hoy? La historia de la viña supone todo un reto para los que nos llamamos discípulos de Jesús.
Podemos comportarnos como viñadores que frustran los planes de Dios. Los "hombres de bien" de Israel eran "cumplidores"... Pero se quedaban en formalidades y ritos, no alcanzaban a vivir según el espíritu de la norma. ¿Y nosotros?
- Se espera que demos frutos verdaderos, no sólo palabras: "uvas" y no "agrazones"; ¿nuestra vida espiritual, está rindiendo la cosecha que Dios espera?;
-Dios ha puesto a nuestra disposición todos los medios: ¿Trabajamos por él o por nosotros, estamos realizando su plan?, ¿pretendemos apropiarnos de la viña?
-¿Es nuestra actitud la de Israel con los profetas? Dios sigue enviando al mundo voces carismáticas que resuenan fuertemente... ¿les prestamos atención?
-"Les será quitado el Reino"; Dios anuncia su juicio contra una comunidad (eclesial), si no cumple sus esperanzas: las vocaciones disminuyen, la vitalidad está enferma...
La parábola fue y sigue siendo escandalosa, directa, interpeladora.
En la Eucaristía recibimos a Cristo: la "verdadera vid". Él sí que supo dar frutos plenos a su Padre. Y además se ha hecho vino para nosotros: para que bebiendo de él, aprendamos a dar frutos en Él.

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