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Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Domingo, 12. Abril 2015 - 00:16 Hora
II Domingo de Pascua

1ªL.- La comunidad de creyentes hermanados en el pensar y el sentir, compartiendo y orando, es el primer fruto de la resurrección. Los apóstoles, sostenidos por la comunidad, dan testimonio de Cristo.
2ªL.- El texto joánico pone de relieve que Hombre, Espíritu, Jesucristo, Dios... Y que la fe sin amor es inexistente. Fe y amor vivenciados desde Jesucristo, unidas al amor del prójimo.
Cristo viene con agua (alusión al bautismo) y con sangre, (alusión a su pasión y muerte) para redimir con amor al hombre.
Ev.-- A pesar del miedo y la cerrazón, él se les pone en medio. Jesús puede dar aquella paz que proviene de dar la vida. Jesús resucitado, dador de la paz, lleva la alegría. Empieza una nueva creación. Así como Dios había alentado sobre aquella figura de barro para darle la vida, Jesús da el Espíritu a los discípulos para que tengan su misma vida, una vida que se caracteriza por la reconciliación. La resurrección es el objeto primordial de la fe. En la resurrección solamente se puede creer por ello a los que sin haber visto han creído se les declara bienaventurados.
PARA LLEVARLO A LA VIDA
La Pascua es una constante presencia de Cristo resucitado en medio de su comunidad. "Paz a vosotros". La paz como don del Resucitado, que brota de la reconciliación que Jesús ha logrado con su muerte para la vida del mundo.
El don del Espíritu Santo, que Jesús concede a sus discípulos, es el don de la vida que Dios comunicó al hombre en sus orígenes. En Pascua, asistimos al principio de una nueva humanidad, una nueva creación. Nace la Iglesia.
El Señor desea ser visto en la comunidad, allí «donde dos o tres se reúnen en mi nombre». Inútil es buscar al Señor en el aislamiento. Es lo que le pasó a Tomás separado de sus compañeros y no creyó en el testimonio de los otros.
Cristo está presente allí donde hay unidad en el mismo espíritu. La alegría de la comunidad cristiana es la victoria de la vida sobre el pesimismo y la tristeza de la muerte. Cristo exhala su aliento sobre ellos y les otorga el Espíritu de su propia misión, con el que quedan autorizados en virtud de su poder a transmitir a los hombres la paz que ellos mismos han recibido.
Con frecuencia a los cristianos nos pasa como a los discípulos vivimos la fe con tibieza: estamos «al anochecer», «con las puertas cerradas», llenos de «miedo». Nuestras comunidades no dan testimonio.
Necesitamos que el Señor se haga presente con sus signos: la donación de la paz, el soplo vivificador y nos deje palpar sus llagas (el sufrimiento de los hombres).
Recordando que nuestra reunión litúrgica concluye cuando la misión comienza. El Señor nos invita a ser creyentes, a ser testigos de reconciliación y a compartir la «vida» entre sombras de muerte.
"Dichosos los que crean sin haber visto". Esa es la dicha que tenemos nosotros. Creer sin ver. Nosotros hemos recibido de sus "llagas gloriosas", de su costado, el Don del Espíritu Santo que nos ha anunciado y explicado su Palabra, y el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo. Desde el bautismo y la confirmación, somos creyentes, ¡demos testimonio gozoso de Jesucristo resucitado, con nuestra vida!

Viernes, 3. Abril 2015 - 21:18 Hora
Domingo de Pascua

EXPLICACION DE LAS LECTURAS
1ªL.- El testimonio de Pedro que recoge el libro de los Hechos es modelo de predicación kerigmática, centrada en el anuncio de la salvación que nos viene de Cristo, el encarnó entre nosotros la presencia de Dios, el estaba ungido por el Espíritu. Creer en Cristo es creer en el perdón y la reconciliación, en la paz y el principio de vida eterna.
2ªL.- Pablo define al cristiano como quien al bajar a las aguas bautismales "murió", y salió de ellas "resucitado con Cristo" a una nueva vida. Si ésta es la realidad fundamental del creyente, su proceder debe acomodarse a ello: "buscad los bienes de allá arriba".
EV.- María hace una constatación en el sepulcro vacio y comunica su impresión a los discípulos. Dos de ellos inspeccionan por separado el sepulcro, llegando a conclusiones distintas. Ninguno de los discípulos se esperaba la resurrección de Jesús. Ni Pedro ni el otro discípulo habían entendido. Pero el otro discípulo, al ver, creyó, captó el sentido.
PARA LLEVARLO A LA VIDA
Este evangelio nos descubre la búsqueda de Jesús la Magdalena con su testimonio hizo que corrieran en su búsqueda los discípulos. Al llegar reconocen los signos: la losa retirada (roto el poder de la muerte), los lienzos aparte (el cuerpo liberado de la podredumbre, desatado) y el sudario enrollado en otro sitio (la muerte superada). Pedro, a pesar de su negaciones, pasa el primero, después de seguir a Juan, el cual se había adelantado por ser testigo de la cruz y por su experiencia de amor. La Escritura y la decisión de encontrar al Señor contribuyen a creer que Jesús «resucitó de entre los muertos». La conclusión es que muerte no tiene la última palabra: ha sido vencida por la vida.
Y nosotros ¿Sabemos comprobar los signos de muerte?
¿Con estos signos somos capaces de descubrir al Resucitado y de ofrecer a nuestro mundo muestras de vida?
Hoy es día de buenas noticias, el mundo está necesitando de noticias positivas, esperanzadoras que le descubran lo bueno.
Creer es ser testigos de la resurrección frente al poder de la muerte que se evidencia en el hambre, en las enfermedades y catástrofes, en la violencia en la marginación, en las injusticias, en todo cuanto mortifica a los hombres. Creer en la resurrección es trabajar por la vida, por la convivencia en paz. Es plantar cara a los partidarios de la muerte en sus diversas formas. Sólo trabajando por la vida resulta creíble la fe en la resurrección.
El tiempo de Pascua debe significar para nosotros un progreso en la fe que penetra, ilumina, fortalece, nuestro camino. La Fiesta de la Resurrección se celebra cada domingo y especialmente éste. Es el descubrimiento de que nuestra vida ha sido transfigurada por la Resurrección de Cristo.

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