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Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Sábado, 2. Mayo 2015 - 13:44 Hora
V Domingo de Pascua (Ciclo B)

EXPLICACION DE LAS LECTURAS
1ªL.- Hechos recoge la desconfianza con que reciben a Pablo los discípulos de Jerusalén y de la labor de mediación de Bernabé.. Pablo no fue "apóstol" en sentido estricto. De ahí la importancia de este primer contacto con Pedro en Jerusalén. El Espíritu Santo, que supera todas las diferencias y rivalidades humanas.
2ªL.- Si somos hijos de Dios -idea central de la carta- el amor a los hermanos será el criterio para conocer nuestra comunión con El. La experiencia auténtica del amor fraterno nos proporciona plena seguridad y confiere a nuestra oración la certeza de ser oída.
Ev.- Con la alegoría de la vid y los sarmientos, de la relación vid-sarmientos, Cristo presenta la peculiar unión que han de establecer sus discípulos con él a riesgo de la fecundidad de sus vidas.
¿Cómo se establece esta unión? No se es cristiano, sino que uno se hace cristiano viviendo como Cristo. A modo y manera como se hacen las personas: por la comunicación sincera en la palabra. “Vosotros estáis limpios por las palabras que os he hablado”. La palabra de Jesús crea esta situación de diafanidad, de limpieza. Jesús ha prometido estar con nosotros hasta el fin del mundo, y lo estará si le somos fieles. El no abandona a los que no le abandonan.
PARA LLEVARLO A LA VIDA
Nuestra principal dificultad en la vida cristiana no radica en vivirla fe en un ambiente hostil. El problema es mucho más profundo: carecemos de fuerza interior para fructificar y testimoniar a Jesús. El Señor nos recuerda:”sin mí no podéis hacer nada”.
¿No estará precisamente ahí la raíz de un cristianismo débil y estéril que no es capaz de transformar nuestra sociedad, nuestro mundo?
Por eso Jesús insiste «permaneced en mí», que «mis palabras permanezcan en vosotros». No quiere el Señor encuentros esporádicos, sino una vida enteramente inspirada por él. «Permaneced»: que no nos separemos de él. Que nos revistamos de Cristo, que todo lo que hagamos sea en él y para él. Desea Cristo ser vida de nuestra vida. La savia que nutre nuestra vida espiritual es su palabra, su sangre, su cuerpo.
El cristiano debe estar unido a Cristo y a todos los hermanos. Todos los sarmientos están unidos a la vid, entre ellos corre la misma savia, no puede haber distancias ni diferencias. La unión con Cristo significa estar unidos. Cristo se prolonga en los hermanos.
La vida cristiana es resultado de la "permanencia" del creyente en Jesús, de su palabra en el discípulo. Ser discípulo es dar gloria al Padre y fructificar en el mundo. Los frutos que Dios espera de ti y de mi son los del Espíritu Santo. San Juan nos explica han de ser, «no de palabra ni de boca, sino con obras y según verdad».
La alegoría de la vid está cargada de criterios fundamentales para la vida cristiana, Cristo espera frutos, y no por el follaje. El fruto de la vid es el vino que en la Eucaristía se hace sangre de Cristo y sangre nuestra, para dinamizar nuestra entrega y fructificar en obras de bien y bondad.

Domingo, 19. Abril 2015 - 10:23 Hora
III Domingo de Pascua (Ciclo B)

III Domingo de Pascua (Ciclo B)
1ªL.- La predicación de Pedro y los prodigios que la acompañaban suscitan la admiración de la turba; sin embargo, Pedro recuerda a la gente su complicidad en la muerte de Jesús, no les alaga, invita al arrepentimiento. El texto ofrece un modelo de evangelización.
2ªL.- Este fragmento de la 1ª carta de Juan desarrolla el tema de Cristo como lugar de encuentro entre Dios y el hombre, por encima de cuanto en nosotros se opone a ello: el pecado. Consecuencia de ese encuentro propone vivir conforme a lo que Dios pide; con fe y confianza total en Cristo aun cuando uno peque. La fe es aceptación vital de la persona de Jesús.
Ev.- Tras su encuentro con el resucitado, los de Emaús van a contar su experiencia a los once y Jesús se aparece a todos. El relato resalta el carácter real del resucitado. Como los judíos, también los cristianos dudaron de la realidad del Jesús resucitado. Sólo contemplando sus llagas y viéndole comer llegan al firme y absoluto convencimiento que produjo en ellos un cambio, la conversión y una liberación interior: el perdón de los pecados. Ellos serán testigos de todo esto.
Así el mensaje común a las tres lecturas es la relación Resurrección-perdón. Jesús es el centro de toda la Escritura. Toda ella fue preparación para su venida y todo será consecuencia de su Muerte y Resurrección.
PARA LLEVARLO A LA VIDA
La Pascua no es sólo gozo y fiesta, es envio y tarea. La cincuentena nos invita a vivir en la novedad de la existencia pascual, sin dejarnos vencer otra vez por el pecado: "Quien dice: yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso".
Se nos hace necesario encontrarnos con Cristo para vivir la fe. La Eucaristía es encuentro con Cristo resucitado, en ella experimentamos su presencia viva. En ella El nos abre el entendimiento para comprender las Escrituras; en ella nos da el alimento de su Cuerpo y Sangre; en ella nos estimula a ser sus testigos.
Y el Cristo resucitado que se nos manifiesta en la Eucaristía, repite su saludo “Paz a vosotros”. Es el regalo deja a los suyos para que lo transmitan. ¡La Paz esa gran ausente de nuestro mundo! El mundo suspira por la paz y sin embargo se aleja de ella constantemente. Predomina el egoísmo, la intransigencia, el odio, la injusticia. El hombre actual vive agitado, inquieto, estresado. Los resultados de la pérdida de la paz personal son la insatisfacción, la frustración, la falta de contento, el hombre no disfrutar de las pequeñas cosas.
Basta tener una experiencia de vivencia sincera del Evangelio y sus valores, del cristianismo, para experimentar inmediatamente los efectos de la paz que da el Resucitado. Lo constatamos cuando hemos dejado de de lado la preocupación por el dinero, el prestigio, la presunción… con ellos se fue el desasosiego e intranquilidad. Sólo si nos hemos puesto a disposición de los demás, compartiendo lo que tenemos... si hemos dejado de mirar al prójimo con envidia, como enemigo… sólo si abrimos el entendimiento, viviendo un poquito como cristianos descubriremos la paz interior, se hará realidad en nosotros y podremos darla a los demás.

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