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Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Domingo, 1. Noviembre 2015 - 09:59 Hora
Solemnidad de todos los santos

EXPLICACION DE LAS LECTURAS
1ªL.- El Apocalipsis es un libro escrito en plena persecución. Desde una situación de constante amenaza, el creyente es movido por la esperanza, al escuchar la palabra de Dios que lo interpela. 144.000 significa la totalidad de los elegidos y no una cantidad numérica. El autor quiere decirnos que Dios protege a todos y a cada uno de sus elegidos.
2ªl.- Juan nos recuerda con urgencia que somos hijos de Dios, herederos del cielo, coherederos con Jesús, resucitado y exaltado a los cielos. Vivimos una situación de gestación, de expectación. Debemos creer y esperar el día en que se ponga de manifiesto lo que ya somos por la gracia de Dios.
Ev.- Jesús, subiendo al monte, quiere significar que va a realizar el acto fundacional del nuevo pueblo de Dios. Realiza un elogio de las personas que sufren por intentar hacer posible el Reino de Dios. Las bienaventuranzas son expresión del que con fe manifiesta la voluntad decidida de transformar la realidad. Alaban a hombres y mujeres activos que, frente a situaciones concretas injustas, adoptan actitudes justas. Y por ello son bienaventurados.
PARA LLEVARLO A LA VIDA
Las Bienaventuranzas son la síntesis del mensaje cristiano, proyecto de vida para vivir la santidad de Dios. Cargamos el acento en las circunstancias personales (la pobreza, la mansedumbre, el sufrimiento...), como si fueran la causa de felicidad, olvidando la verdadera razón: la identificación con Cristo y su Reino, que a medida que lo vayamos viviendo, nos llevarán a vivir como bienaventurados.
Los santos fueron lo que hoy somos nosotros. Estamos llamados a ser lo que son ellos. Para ello basta con seguir sus huella, con ser fieles al don recibido de Dios. La fiesta de hoy nos invita a ser santos. Y ser santo es seguir siendo una persona normal y corriente que siente la insatisfacción que producen el dinero y las cosas de la tierra. Es sentir la preocupación por los que sufren y paliar su necesidad. Es ofrecer acompañar a quien se encuentra solo y proteger al debil. Es rechazar la violencia que nos lleva la competición y el odio que despierta en nosotros la separación. Es buscar la superación de las situaciones negativas que producen sufrimiento. Ser santo es saberse hijo de Dios, estrechar hermandad con los hombres, vivir con la limpieza de corazón y caminar por la vida sin segundas intenciones. Ser santo es vivir con la confianza de que Jesús está con nosotros haciendo posible una convivencia nueva. Un nuevo mundo donde los hombres se aman, son solidarios y se ayudan.
La fiesta de todos los santos nos ofrece un sinfín de posibilidades y modos. Ellos se santificaron, fueron fieles al Señor, en su vida de familia, en el trabajo, en el taller y en la oficina, solteros y casados y viudos, niños y jóvenes y ancianos, ricos y pobres, españoles y griegos, blancos y negros… Por eso, el recuerdo de todos los santos es una invitación a la alegría, un aliento a nuestra esperanza, una ayuda a nuestra debilidad. Nosotros también esperamos entrar en el Cielo. Y estamos seguros de ello porque el Señor cumple su palabra y su promesa. La ha cumplido ya en esa muchedumbre que hoy festejamos.

Domingo, 25. Octubre 2015 - 09:41 Hora
XXX Domingo TO. (Ciclo B)

EXPLICACION DE LAS LECTURAS
1ªL.- Un pueblo desterrado y disperso entiende la salvación en términos de retorno a la patria. Como un nuevo éxodo y marcha por un desierto transformado. Pero el que se lo anuncia habla de la salvación que, antes de recorrer el desierto, ya ha tenido lugar, en la esperanza. El resultado es un resto que congrega la fragilidad y la debilidad humana, redimidas. La redención está en que Dios se le ha revelado padre y salvador.
2ªL.- La carta aclara en qué consiste el sacerdocio de Cristo y cuál es su dignidad. Estableciendo un paralelismo del sacerdocio de Cristo con el de los sacerdotes del A. T. destacando el suyo está muy por encima d aquel.
Ev.- Muchos son los que acompañan a Jesús pero sólo un ciego es capaz de ver a Jesús y seguirle. Un hombre con capacidad de admiración, de aceptación, de disponibilidad; un hombre que todo lo espera sin exigir nada.
PARA LLEVARLO A LA VIDA
La curación del ciego a la salida de Jericó es una de aquellas "señales" que había anunciado Isaías para los tiempos mesiánicos. ¿Es para nosotros, cristianos del S. XXI, la fe en Jesús una luz que alumbra nuestra existencia? Quien no tiene conciencia de su ceguera ni busca ni pide la luz. La conciencia de ser ciegos no nos gusta nada a los hombres de hoy. O pensamos que todo está claro, la mentalidad cientifista, o que nada se aclarar, mentalidad nihilista. El primer paso es reconocer nuestra condición de ciegos para alcanzar la luz de la fe.
Para seguir a Jesús es necesario conocer y aceptar su camino. Jesús se esfuerza en abrir a los ojos a sus discípulos sobre su camino que no es el del poder sino el del servicio hasta la muerte si es preciso. Experimenta una amarga decepción ante su incomprensión, simbolizada en la búsqueda de influencias que intentan Santiago y Juan pretendiendo los mejores en el Reino.
Bartimeo con su ceguera sobre el "camino", al borde del cual permanece sentado, desde su humildad llega a comprender que Jesús es el salvador: "ten compasión de mí". Aún sin poder andar no le falta fe, le reconoce como el Mesias prometido, el "Hijo de David".
Jesús ama a los hombres que conscientes de sus deficiencias, que saben de sus invalidez, que han tenido experiencia inolvidable de sus carencias, ama a hombres que han sido capaces de gritar su impotencia, su pequeñez, su necesidad de los otros; ama a quienes son capaces de dejar al borde del camino sus seguridades, sus garantías, para plantarse a cuerpo descubierto en medio del camino y arrostrar el riesgo de una elección con la confianza puesta en el Rabbi que pasa junto a él en el camino de su vida.
El hombre es un ser que para vivir necesita de una promesa, siempre en búsqueda de nuevos horizontes, siempre en peregrinación hacia una tierra prometida que logre calmar sus ansias infinitas de sentido. El hombre es un mendigo porque sus deseos van más allá de lo que la vida en el tiempo puede proporcionarle. ¿Quién nos dará luz?
Jesús provoca en nosotros la respuesta de la fe y nos invita a caminar siguiéndole en el camino que asciende hasta la cruz, pero que culmina gloriosamente en la victoria de la Resurrección ¿Estamos dispuestos a seguirle?

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