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Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Sábado, 19. Noviembre 2016 - 11:54 Hora
Cristo rey del universo (Ciclo C)

1ªL.- En perspectiva teológica David es figura del Mesías. Lleva una palabra de Dios que le señala como cabeza de su pueblo, y una acogida del pueblo que le reconoce mediador de liberación. Por el signo humano se habla del Dios liberador.
2ªL.- Pablo nos ofrece un himno que describe el sentido de la historia, invitándonos a la confianza; y nos lleva a concluir que formamos parte de un proyecto surgido del amor del Padre.
Ev.- La cruz aparece para unos como la objeción que hace imposible su fe en la realeza de Jesús, y para otros como el signo luminoso de una misión divina ¡Mirada sorprendente la del buen ladrón!
PARA LLEVARLO A LA VIDA
Dos actitudes ante la cruz: la del pueblo, la soldadesca, las autoridades, el mal ladrón… y la de Dimas ¿En cual nos situamos realmente?
En los orígenes del cristianismo costó entender a este Rey clavado en una cruz. En las catacumbas hay un dibujo blasfemo e irónico, que representa a un crucificado con cabeza de asno; los primeros cristianos fueron tildados de "ateos": carecía de sentido creer que uno que había muerto crucificado, era Dios.
Pero con el tiempo, lo hicimos menos "escandaloso", lo hemos hecho rey a nuestro gusto, amoldamos a Jesús a nuestros esquemas sobre Dios, en lugar de aceptarle tal cual él se nos presenta.
Pero Cristo quiere reinar desde la cruz. Y si queremos ser cristianos tenemos que admitir su Reinado, por incomprensible que nos resulte que no actúe como a nosotros nos gusta, como suponemos que debe actuar. Nuestra lógica es bastante similar a la del mal ladrón.
Sólo un hombre es capaz de interpretar tras las apariencias; un ladrón que comparte el suplicio de Jesús.
Un hombre al que la Ley del Estado no ha dado respuestas en su vida, un hombre al que la lógica humana ha considerado irrecuperable, sin solución, digno de ser eliminado. Es el único que no ha perdido toda esperanza. Reconoce que Jesús "amando hasta la muerte no ha hecho nada absurdo" y entiende su realeza: la del amor, que nunca falla. A quien ha entendido, Jesús le dice: hoy ya estás conmigo en el paraíso, en el Reino.
Y es que para vivir en el Reino no hace falta esperar al final. A un triunfo poderoso de Dios, basta comprender y realizar el amor a los débiles y pequeños gastando en ello la vida.
Reconocer y proclamar a Cristo como nuestro Rey es vivir diariamente los valores de su Reinado, con la humildad de nuestro servicio a la vida, con la efectividad de nuestro compromiso, con la confesión de nuestro testimonio personal y comunitario.

Viernes, 11. Noviembre 2016 - 10:31 Hora
XXXIII Domingo del TO (Ciclo C)

1ªL.- El bien y el mal no están en este mundo separados. La suerte de justos y malvados no tiene a la vista diferencia satisfactoria. Este problema ocupó a profetas, sabios y teólogos; y alentó la esperanza de un día de juicio en el que todo vendrá a su lugar. Dios está ya como juicio en la existencia del malvado y como salvación en la del justo.
2ªL.- Pablo se enfrenta algunos cristianos de Tesalónica que, creyendo inminente venida del Señor, abandonaban la paciencia y el trabajo. El apóstol recuerda cuanto les ha enseñado antes y el ejemplo que les ha dado: que es menester trabajar para comer; así ilumina las tareas de esta vida a la luz de la venida del Señor.
Ev.- La expectación del regreso del Señor puede estar teñida de engaño. No existe una fecha fijada. El "momento" está más allá de todos los conflictos (guerras, revoluciones, terremotos, hambre, peste, espantos y grandes signos en el cielo...). Todo esto pertenece al antes, el cristiano perseguido está en manos de Dios. Él le salvará a su estilo. Por sus caminos.
PARA LLEVARLO A LA VIDA
Jesús amonesta a sus discípulos acerca de su retorno. Todo lo humano, aun los frutos del fervor religioso, como el templo, es caduco. Todo perecerá.
La admiración de la belleza del templo de algunos, provoca la llamada de atención de Jesús acerca del futuro. A la pregunta por el cuándo y las señales, Jesús responde invitando a estar en guardia.
El templo es tomado como metáfora del centro neurálgico del universo. Las guerras, las catástrofes son herencia de la condición humana. No deben tomarse nunca como presagios de que el fin está inmediato. No debe seguirse a los falsos profetas que en todo ello ven señales del fin del mundo.
Por otro lado, el discípulo de Jesús tiene como herencia la persecución. Ni debe extrañarse de la traición aun de los de su misma casa. La opción por Jesús es tan radical que rompe incluso los lazos familiares. El cristiano perseguido está en manos de Dios. Él le salvará.
Se trata de una invitación a tomar conciencia de las dificultades y de los riesgos de la fe. El discípulo de Jesús es alguien con paz y confianza especial, derivada de su familiaridad con Dios. Pase lo que pase, no lo vivencia desde el desamparo y la indefensión. Jesús invita a la paz interior y a la confianza: "Ni un cabello de vuestra cabeza perecerá".

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