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Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Sábado, 28. Enero 2017 - 13:10 Hora
IV Domingo TO (Ciclo A)

1ªL.- El pueblo de Dios no coincide con una nación ni con una institución. Está de continuo naciendo en los humildes y los pobres, que buscan y tienen en Dios consuelo y sentido. Son un pequeño resto de la nación y de la institución, pero que sobrepasa sus fronteras y sus denominaciones; no se rige por ellas. La promesa de la vida lograda es para los que, sin duplicidad engañosa, orientan toda la persona por la aspiración al infinito.
2ªL.- Pablo invita a los corintios a tomar conciencia de lo que sucede en su propia comunidad y aprendan así a descubrir lo que es verdaderamente importante para responder a la llamada de Dios. Dios descalifica todos los caminos de salvación que ofrece el mundo: el poder, la riqueza, la sabiduría humana. Lo único que puede salvarnos es la fuerza liberadora que se manifiesta en la Cruz de Cristo.
Ev.- Ser discípulo de Jesús es llevar un estilo de vida caracterizado por la solidaridad con los que sufren y por la construcción de un orden de cosas diferente.
PARA LLEVARLO A LA VIDA
Jesús no sólo proclamó las bienaventuranzas, sino que las vivenció. Se ha hecho pobre, ha pasado hambre y sed, ha llorado y sufrido como nadie, ha sido perseguido y ha muerto en una cruz por amor a la justicia. Por eso sus palabras tienen pleno sentido. Cristo no engaña; en repetidas ocasiones avisa que, quien quiera seguirle, está llamado a amar de modo definitivo a los demás; y amar implica darse, y darse es renunciar a sí mismo; por eso, quien opta por Cristo acaba siendo pobre, porque no le queda más remedio; y acaba sufriendo, porque el amor que debía existir entre todos los hombres aún no es una realidad; y acaba llorando, teniendo misericordia, trabajando por la paz, siendo limpio de corazón, pasando hambre y sed de justicia...
Lo que declara bienaventurado son las personas, no las situaciones. Enumera ocho tipos de personas que han de afrontar una tarea dolorosa y lo hacen con una predisposición muy diferente a las valoraciones del mundo. Personas que optan por ser pobres en el espíritu, sufridos o no violentos, que lloran con esperanza, que se sienten hambrientos y sedientos de justicia, que han decidido ser misericordiosos o prestar ayuda, que se mantienen limpios de corazón, que trabajan por la paz, que son perseguidos por causa de la justicia.
Sólo quien se ha encontrado de verdad con Cristo, y se ha definido a favor de él, cambia sus actitudes ante la vida y transforma sus valores. Las bienaventuranzas son la consecuencia real de haberse decidido sinceramente por Jesús. La nueva realidad que vivencian quienes han optado por Cristo. Por eso es dichoso el pobre: porque su pobreza es fruto de una opción por Jesús. Quien llora siguiendo a Jesús lo hace porque comprende cosas que hacen llorar, quien llega a llorar como efecto de seguir a Cristo, ese es dichoso. Y así con demás bienaventuranzas. Primero es decidirse por Cristo; y luego descubrir la dicha.
Lo que esperamos, lo alcanzaremos por la gracia de Dios, pero no sin nuestra entrega y trabajo diario.

Lunes, 23. Enero 2017 - 18:14 Hora
III Domingo TO (Ciclo A)

1ªL.- El mismo profeta que había anunciado la ruina, es el que ahora anuncia su salvación. La ira de Dios no es lo último sino la misericordia y la gracia. La "luz grande" que verá ese pueblo esclavizado es la presencia de Dios que viene a salvarle y a poner en fuga a todos sus enemigos
2ªL.- Pablo aborda las divisiones en la iglesia de Corinto: hay grupos enfrentados entre sí se corre el peligro de la disgregación y desaparición. Lo esencial es la adhesión a Cristo y no a los intermediarios por los que llegamos al conocimiento de Él.
Ev.- En la presencia de Jesús en Galilea, Mateo ve el cumplimiento de la gran profecía mesiánica de Isaías. Jesús es la luz que brilla en las tinieblas. A un país desilusionado y sin horizonte Jesús le devuelve la ilusión y la esperanza. ¿Cómo? Haciendo presente el Reino de Dios
PARA LLEVARLO A LA VIDA
El arresto de Juan es para Jesús la señal para empezar su actividad. "Dejando Nazaret se estableció en Cafarnaún". Prototipo: en ella ha salido la luz, ella ha podido ver más milagros que ninguna otra ciudad, pero no se ha convertido.
La invitación es amnifiesta: "Convertíos porque está cerca el Reino de los Cielos". En el Bautista el acento recaía en la penitencia ahora se recalca la cercanía. Es una invitación de alegría que: expresa la voluntad de Dios de otorgar la salvación. El Reino está cerca, viene y no puede ser detenido. Está delante de la puerta, ante el corazón de los hombres. No forzará al hombre ni a los pueblos. Dios llega pero sólo si es aceptado por el hombre. A la invitación de Dios, corresponde la respuesta del hombre.
Venid conmigo. Esta es la llamada que hay que atender. Procurar estar cada día con Jesús, tenerlo presente. Ver y Escuchar lo que Jesús dice y entablar con él una relación personal de amistad. Dejarse cautivar.
No hay llegada de Dios sin transformación de la vida, no hay Reino de Dios sin destronar el mal..." –Sólo son dos las respuestas que pueden darse a la proclamación del evangelio: quienes conmovidos hasta el fondo de su alma perciben el llamamiento a cambiar de vida y lo acogen; y quienes se sienten amenazados y se colocan a la defensiva por el orgullo ofendido y lo rechazan.
Sólo lo acogeremos si nos convertimos, si cambiamos de actitudes: de manera de hacer y de pensar; si abrimos nuestra vida entera a los criterios de Dios.

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