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Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Sábado, 11. Febrero 2017 - 14:03 Hora
VI Domingo TO (Ciclo A)

1ªL.- El sabio reflexiona sobre el hombre, y ve que por su libertad es dueño de su destino, responsable de su realización. El bien y el mal, la vida y la muerte, se le ofrecen como opción. Para decidir tiene una luz y una guía en los mandamientos que conducen a la vida (Dt 30,15ss). La libertad es a la vez grandeza y riesgo. Responsabiliza al hombre en su lograrse o malograrse.
2ªL.- La sabiduría de Dios es Cristo. Pablo contrapone el plan de Dios con la actitud del hombre seguro de sí, confiado en su estrecha visión de la realidad. Son los "príncipes de este mundo", sometidos, a su pesar, a otros señores distintos de Dios. El hombre, para ser como Dios lo ha pensado y realizado, tiene descentrarse de sí hacia el Señor y hacia sus hermanos
Ev.- Jesús da cumplimiento en su vida a todas las profecías. Los preceptos morales de la Ley llegan a su plenitud en Cristo. Restituye los mandamientos divinos a su pureza, proclamándolos con toda la claridad y profundidad y reduciendo todos los preceptos al mandamiento del amor a Dios y al prójimo.
PARA LLEVARLO A LA VIDA
Jesús no se presenta como un revolucionario religioso que rompa drásticamente con la herencia de Israel: " no he venido a abolir, sino a dar plenitud".
Su intimidad con el Padre, con el "Abbá", su sentirse totalmente Hijo de Dios, le daba seguridad como para explicar la ley y las tradiciones desde una perspectiva nueva. Nueva y radical. No cambia la ley, invita a ir más allá de la pura letra; a ir más allá del puro cumplimiento. Sabemos que hay formas de cumplir la letra de ley y al mismo tiempo traicionar su espíritu.
Jesús prolonga las exigencias antiguas. Para Él, ya no se trata sólo de evitar el homicidio; hay que renunciar también a toda palabra descomprometida, y emplearse en la reconciliación.
No se trata ya sólo de evitar el adulterio, sino que hay que evitar también la mirada impúdica y el deseo que ésta hace nacer
Con respecto al divorcio, no se trata ya de respetar el procedimiento; es necesario renunciar a toda separación de los cónyuges: fuera del caso de una "unión ilícita"
No se trata ya sólo de evitar el jurar en falso; no hay que jurar, y por lo tanto, hay que atenerse a la verdad de la palabra, simplemente.
No se trata ya sólo de limitar la pena del culpable a lo correspondiente a su falta: hay que responder pacíficamente a la conducta del malo (vv. 38-42).
No se trata de limitarse al amor al prójimo; hay que ir hasta el amor a los enemigos.
La sabiduría del Espíritu de que habla San Pablo en la 2ªL es lo que guía a Jesús al poner de manifiesto que entrar en el Reino es algo más que cumplir meticulosamente los preceptos en su sentido externo. Para ser cristiano hay que dejarse llevar por esa sabiduría del Espíritu, asumir en nuestro corazón la ley del amor. Frente a esa ley primera del amor nos tenemos que situar y tenemos que escoger entre muerte y vida, como dice la 1ªL. Ser cristiano es cuestión de amar o no.

Sábado, 4. Febrero 2017 - 18:12 Hora
V Domingo TO (Ciclo A)

1ªL.- El profeta enseña que la religión autentica no está tanto en las prácticas cuanto en la ayuda del menesteroso para que se pueda realizar como persona. El que promueve a la persona se hace luz de Dios en el mundo.
2ªL.- Pablo no pone su punto de apoyo en la sabiduría humana, sino en el conocimiento de Cristo crucificado, confía en la fuerza del mensaje.
Ev.-Jesús recurre al simbolismo de la luz, la sal y la ciudad, para advertir a sus discípulos de que han de testimoniar con su vida el valor de la fe y manifestar la bondad y cercanía de Dios.
PARA LLEVARLO A LA VIDA
Jesús acaba de proclamar con las Bienaventuranzas un estilo de vida tan nuevo como chocante. Y lo ha hecho con autoridad divina. El es el mesías, el salvador. Cuantos acogen estas enseñanzas se hacen sal y luz para el mundo.
Se trata de dos imágenes funcionales de lo que Dios quiere del cristiano en el mundo.
- La sal da valor y sabor a lo que toca. Pero para lograrlo tiene que dejar el salero y disolverse en los alimentos. Los discípulos son sal, es decir, sazonan y evitan la corrupción. Los discípulos de Jesús son insustituibles en nuestro mundo. La dificultad de que la sal químicamente no pueda perder su sabor (esta impropiedad de la imagen), pone de relieve la gravedad de lo que sucede, si los discípulos descuidan las obras: un aviso explícito para los que por la fe queremos hacer la obra de Dios. Cuando la sal se pierde, aún se puede usar en la limpieza pública. Pero inevitablemente los transeúntes la pisan. Si los discípulos no son sal no sirven para nada.
- La luz también es para otro. Con ella se ve, se puede caminar. Ocultarla no tiene sentido. Los discípulos de Jesús son luz que ilumina a los hombres y no hay más luz que ellos. De ellos depende que los demás hombres den gloria a Dios, es decir, descubran que es Padre. Y esto sólo lo descubrirán si los discípulos viven y son hermanos. En esta fraternidad consisten las buenas obras a que Jesús se refiere.
Así el cristiano, portador del don de Dios, no puede limitarse a gozarlo y vivirlo sólo él. Debe alumbrar y dar sabor al mundo. No por vanagloria o haciendo alarde de lo que posee, sino para que los demás, viéndolo, den gloria al Padre. El ejemplo más claro es el mismo Jesús, que siempre actuó poniendo su poder y enseñanzas al servicio de la gloria del Padre.
Estas dos pequeñas parábolas, dirigidas a los que han escuchado las bienaventuranzas, señalan, pues, el valor de las obras en favor de los hombres... Los discípulos harán de la tierra entera una ofrenda o acción de gracias a Dios.

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