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Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Sábado, 9. Marzo 2024 - 19:05 Hora
IV Domingo Cuaresma -ciclo B

1L.-El cronista describe el estado de corrupción en Judá, que precedió a la cautividad de Babilonia: la aristocracia, el clero y el pueblo rivalizaban en la imitación de costumbres paganas y profanaba el templo que Yavé había santificado
2L.-S. Pablo nos recuerda que creer no significa propiamente hacer algo; creer quiere decir recibir, aceptar lo que Dios da.
Evangelio.- Jesús propone el signo de la serpiente de bronce, elevada por Moisés en el desierto como figura que ilustra proféticamente lo que sucederá en la "elevación" del Hijo del Hombre en la cruz. Destacando: la "elevación", la fuerza salvadora y el plan de Dios que tenía que cumplirse. Importancia especial tiene la "elevación", palabra utilizada en doble sentido: elevación a la cruz y elevación a la diestra del Padre.
PARA LLEVAR A LA VIDA
Llevado por su amor al mundo, Dios salva el abismo que nos separa de él y se aproxima a nosotros, para darnos lo que más quiere: entrega a su único Hijo a la muerte para que nosotros tengamos vida. En esto se manifiesta que Dios es amor.
Contrapone "perdición" (o muerte) y "vida", "condenación" (o juicio) y "salvación".
El hombre sólo puede escapar de la perdición y de la condena, si, creyendo en Jesucristo, recibe la vida y la salvación.
Dios envía a su hijo para salvar al mundo y no para condenarlo, Dios quiere la salvación de todos los hombres. Dios ofrece a todos la salvación.
El nombre del Hijo único de Dios es "Jesús", que significa "Dios salva". Creer en el "nombre", es creer en la misión salvadora de Jesús. Frente a las "tinieblas", que son la personificación del mal, se alza la "luz" que es el Hijo de Dios. La venida de la "luz" al mundo denuncia la existencia de las "tinieblas", su presencia establece inevitablemente un juicio. La "luz", la proclamación del evangelio, cuestiona a los hombres y les obliga a decidir entre la fe y la salvación, o la incredulidad y la perdición. Muchos se deciden por la incredulidad, porque sus obras no son buenas.
Los que obran perversamente se oponen a la verdad con la mentira de su vida y esconden sus malas obras huyendo de la luz. En cambio, los que hacen la verdad buscan la luz, para que se vean sus obras buenas.

Domingo, 3. Marzo 2024 - 09:15 Hora
III Domingo de Cuaresma (ciclo B)

1L.- Dios da a Moisés los diez mandamientos. El decálogo es un sumario de preceptos absolutos, reguladores, mitad por mitad, de la relación de con Dios y con el hombre.
2L. - Pablo predica a todos el evangelio, fuerza y sabiduría de Dios, que se revela en la debilidad de la cruz de Cristo.Sin embargo, en Corinto no lo comprenden y andan divididos.
Evangelio.- La expulsión de los mercaderes del templo.
PARA LLEVAR A LA VIDA
La expulsión de los mercaderes del templo es un gesto profético de Jesús que preludia la lucha que le costará la vida; que se torna en anuncio de la destrucción de ese templo como respuesta divina a la incredulidad de los judíos que no recibieron al Mesías que les había sido prometido.
Cuando Jesús resucite de entre los muertos, él mismo será en adelante el verdadero templo de Dios.
Los numerosos sacrificios que se ofrecían diariamente en el templo y la necesidad de cambiar la moneda corriente, la romana, por otra moneda especial, el siclo, a fin de satisfacer el tributo religioso al que estaban obligados los israelitas hace comprensible que vendedores de animales y cambistas se instalaran en el atrio del templo, desvirtuando el lugar, convirtiéndolo en mercado lo que había de ser casa de oración.
Las palabras de Jesús refiridas a la destrucción del templo aluden a su cuerpo muerto y resucitado a los tres días. Jesús es el templo, el ámbito del encuentro de los hombres con Dios, culto a Dios en espíritu y en verdad. Por ello, los cristianos, lo mismo que Israel, en sus orígenes no tenían templos y eran muy conscientes de que ellos mismos constituían la iglesia y que la comunidad de creyentes, era la casa de Dios. Hoy los cristianos llamamos indebidamente "iglesias" y "casa de Dios" al templo, cuando en realidad son casas para el pueblo de Dios.
Lo malo de esa confusión es que intentemos domesticar a Dios, encerrarlo en fórmulas, ritos, prácticas, instituciones y cánones. Como si pudiéramos disponer de El y utilizarlo en nuestro provecho. Porque Dios no habita en "espacios cerrados", porque es siempre mayor. Porque Dios sólo se hace accesible a nosotros cuando nos abrimos a su voluntad y no cuando tratamos de someterlo a nuestro antojo, cuando lo amamos por encima de todo, cuando esperamos en El a pesar de todo. Dios se hace presente en el mundo cuando nosotros somos verdadera iglesia, verdadera apertura al enteramente otro.

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