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Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Domingo, 9. Julio 2017 - 10:54 Hora
XIV Domingo TO (Ciclo A)

1ªL.- El profeta expresa su esperanza por la llegada mesiánica. Viene humilde y pacífico, es portador de la aspiración de justicia, paz universal, reinado de Dios en el mundo.
2ªL.- Pablo nos habla de «Espíritu» y «carne» que no son «alma» y «cuerpo», sino dejarse guiar por las inspiraciones del Espíritu Santo o los egoísmos y ambiciones. Solamente si nos dejamos guiar por el Espíritu, participaremos de la resurrección de Cristo.
Ev.- Todo el que quiere recibir la revelación y comulgar en la salvación de Cristo debe revestirse de mansedumbre y humildad de corazón. Si tenemos fe, no es por merecimiento propio y porque hemos acudido a Dios para que remedie nuestro cansancio y nuestro agobio.
PARA LLEVARLO A LA VIDA
Jesús está hablando con los discípulos que acaban de llegar de su 1ªmisión y da gracias al Padre porque ha revelado "estas cosas" (los misterios del reino de Dios) a la gente sencilla. Los sabios son las personas de las se esperaría una mejor comprensión del evangelio, pero como con autosuficiencia creen saberlo todo; Dios confunde su saber. Pero "la gente sencilla" busca, pregunta y se abre a la gracia.
Sólo a Jesús se ha revelado el Padre en plenitud y le ha entregado todo su poder. Jesús es el único Mediador, porque es el Hijo amado del Padre y está lleno de verdad y de vida para que de él todos participemos.
Los "cansados y agobiados" son todos los que se afanaban inútilmente en el cumplimiento de las tradiciones de los judíos y se sentían culpables. Jesús quiere ser un alivio para todos. Su yugo es el amor. No se trata de cargar con nada, sino de hacerse cargo del amor de Dios para realizarlo entre los hombres. Para el que ama, todas las obligaciones sobran pues su corazón le dicta lo que hacer. Sin embargo, cuando falta el amor, todas las leyes son insuficientes.
Jesús es explícito, con frecuencia, las dificultades para comprenderlo, provienen del miedo que tenemos a las exigencias del amor y entonces nos justificamos.
Cuando el Evangelio se escucha con sencillez es muy fácil comprender lo que nos quiere decir. Por tanto, menos complicaciones.
¡Seamos dóciles y atendamos al Señor: venid a mi; aprended de mi, cargad con mi yugo… él nos aliviará.

Sábado, 1. Julio 2017 - 18:18 Hora
XIII Domingo TO (Ciclo A)

1ªL.- El nombre de Eliseo significa: Dios salva. Y eso mismo es lo que su acción afirma: El pesar de unos padres sin hijos encuentra su salvación propia en un hijo, reconocido como gratuito don de Dios.
2ªL.- San Pablo interpreta este rito bautismal en conexión con la muerte de Cristo: por la inmersión ritual en el agua significamos nuestra inmersión misteriosa en Cristo y en su muerte y resurrección.
Ev.- Jesús no impone a sus discípulos una disyuntiva entre dos quereres por uno de los cuales haya que optar. Pide entrega sincera y coherente. Hasta donde sea preciso y ello no quedará sin recompensa.
PARA LLEVARLO A LA VIDA
El bautismo consagra y transforma nuestro ser. Nos incorpora a Cristo y participamos su muerte y resurrección, así nos libera del pecado y nos vivifica con la vida de Jesús; somos en Él hijos de Dios.
Pero el bautismo una realidad embrionaria que exige el crecimiento, el desarrollo, el despliegue por toda la vida.
Las exigencias de Jesús, su mensaje lleva a la división: exige la renuncia a lo más querido. Sólo una fe profunda puede aceptarlo. La división de que se habla en el texto fue la experiencia amarga de los primeros cristianos excomulgados por el judaísmo oficial. Esto trajo la división familiar a que alude el texto. Pero más allá de este primer nivel, está la experiencia los discípulos de Jesús, que por ser consecuentes con su vocación y con las exigencias cristianas encuentran con la incomprensión, la división, la lucha.
La elección con Cristo o contra Cristo, divide a la humanidad, a la familia y el corazón de cada uno.
"Tomar la propia cruz" no es una expresión metafórica. Jesús anuncia a sus discípulos la misma violencia y el mismo desprecio público que soportará él mismo. Por consiguiente, no se trata principalmente de cargar consigo mismo (identificando la persona con la cruz), ni de aceptar tal o cual sufrimiento personal, ni de reconocerse culpable ante Dios, sino de prever y aceptar la oposición violenta y el rechazo por la fe.
"Tomar la cruz" como "perder la vida" Son expresiones equivalentes para significar "morir de muerte violenta". Pero Jesús dice a su discípulo que esta disponibilidad hasta dejarse matar es la verdadera manera de ser uno mismo, de ganarse, de vivir.
Necesitamos escuchar con más atención y hondura las palabras de Jesús. No quedará sin recompensa ni siquiera el vaso de agua fresca que sepamos dar por el reino. Es una palabra de ánimo a quien puede comprensiblemente experimentar el desánimo por lo difícil de la situación.

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