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Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Sábado, 18. Noviembre 2023 - 18:48 Hora
Domingo XXXIII del TO (Ciclo A)

1L.- El libro de los Proverbios se cierra recogiendo un elogio: el de la mujer juiciosa y prudente; un canto a la esposa, madre y ama de casa irreprochable.El amor centrado en los de casa y en el bien de su pueblo: ésos son los valores que se ponderan, no la belleza ni la apariencia externa
2L.- San Pablo recuerda que la vida del verdadero cristiano es constantemente una vigilia. En la espera del retorno del señor no puede verse sorprendido. Porque no vive en tinieblas, sino que es hijo de la luz e hijo del día. Esa vigilancia supone sobriedad, despego en orden a la venida de Cristo.
Ev. La parábola de los talentos y el siervo negligente.
PARA LLEVAR A LA VIDA
El Señor señala dos posturas ante la vida. La de quienes cómodamente buscan seguridad y huir de complicaciones, frente a los que «se arriesgan». Los «meten su dinero debajo de una baldosa» y los que se las ingenian para sacar de él la máxima rentabilidad.
Reparemos en que el siervo que devuelve a su señor lo mismo que recibió es condenado por negligente y holgazán. Sabía que a su amo no le gustaría, pero pensó salvar la situación sin trabajar ni arriesgarse. Y pensaba que no hacía nada malo ¿Fue mayor su pereza o su miedo? ¿Obró con prudencia?
No, ni siquiera llevó el dinero al banco, con lo cual se perdieron los intereses.
El siervo justifica su actitud como consecuencia más del miedo que de la pereza. Lo que le encomienda su amo le produce miedo y anula su creatividad.
La fe es uno de los talentos que hemos hacer fructificar. Enterrarla en el mero cumplimiento, en la rutina o en la estricta intimidad es hacerse merecedores del reproche del Señor. Es preciso vivirla, alimentarla, testimoniarla, cada cual con su peculiar estilo, haciéndola crecer. Lo peor es no hacer nada.
Señor hace elogio del compromiso con el evangelio, de la efectividad del apostolado, del trabajo por el Reino, del rendimiento de la vida Interior.
La responsabilidad de los creyentes no es "conservar" la fe sino comunicarla, custodiar el evangelio de Jesús, sino hacerlo vivirlo con audacia; no guardarlo como simiente, sino sembrarlo.

Domingo, 12. Noviembre 2023 - 07:06 Hora
XXXII Domingo TO (ciclo A)

1L.- El escritor sagrado concibe la sabiduría como mediadora, y dice que por ella Dios se hace accesible al encuentro, que está cerca, busca, sale al paso en todos los caminos. Alcanza la sabiduría el que la persigue con afán y con amor.
2L.-La esperanza en la resurrección se funda en el hecho de que Jesús ya ha resucitado y en la convicción de que todos los creyentes viven y mueren en Jesús para la vida eterna.Lo que importa es la afirmación de la vida sobre la muerte y la comunión de todos con el Señor que ha de volver.
Ev.- Cristo exhorta a velar, a estar alerta, para poder entrar al banquete de bodas, signo del Reino de Dios, exige de todos sus invitados espera vigilante, lucidez personal y convergencia hacia Cristo, Esposo de la nueva humanidad.
PARA LLEVAR A LA VIDA
El Señor realiza una llamada a la vigilancia ante la expectativa de su retorno imprevisible.
Y lo compara con la celebración de una boda de su tiempo, en la que el cortejo se formaba cuando el novio llegaba, con sus amigos, a casa de la novia (que le esperaba en la de sus padres con sus amigas). Entonces marchaban a la casa del novio y comenzaba la fiesta. Las diez doncellas de la parábola son las amigas de la novia. Y representan aquí a los fieles que esperan la venida del Señor. El novio es el Señor. La vigilancia de la fe está simbolizada por las lámparas que brillan en medio de la noche y que es preciso mantener despabiladas. Es evidente que el novio es Jesús, que retarda su venida más de lo que esperaban los cristianos.
Una larga espera produce cansancio y aburrimiento, y de decaiga en la espera, es lo que les pasa a la doncellas imprudentes, a las necias.
Las doncellas prudentes no ayudan a sus compañeras, que se habían dormido, por falta de caridad sino por que nadie puede vigilar por otro y asumir su responsabilidad. Cada cual ha de cuidar su propia tarea. En el juicio final, no será posible el intercambio de los bienes espirituales; cada uno será juzgado según sus obras.
Reparemos en que las cinco jóvenes poco previsoras reciben una dura sentencia, sin haber hecho nada malo. Cristo condena la omisión y la neutralidad. Contentarse con limitarse a "no hacer ningún mal a nadie", cuando lo se requiere es hacer el bien, es también una manera de hacer el mal. Algo así como el encogerse de hombros o el mirar para otro lado, para no dar de comer al hambriento, no vestir al desnudo, no visitar al enfermo...
El cristiano ha de ser un hombre despierto, no hacerse el dormido ante las necesidades del prójimo. El que no ama al prójimo no espera, ni tiene nada que esperar.
Lo que ilumina nuestra espera y esperanza es la caridad

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