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Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Sábado, 23. Septiembre 2017 - 18:25 Hora
XXV Domingo del TO (Ciclo A)

1ªL.- La era mesiánica que se anuncia es de características tan radicalmente nuevas que los planes del hombre apartado de Dios no comprende el actuar de Dios generoso. Solamente el que tiene corazón agradecido y admite la evidencia de lo maravilloso de la generosidad de Dios puede comprender esto
2ªL. San Pablo, desde la cárcel de Efeso, escribe a la comunidad de Filipos, relativizando su propio testimonio martirial. Lo verdaderamente absoluto para él era cumplir su tarea evangelizadora: ¿aceptando la muerte?, ¿aceptando la absolución Cristo puede ser proclamado de muchos modos y maneras.
Ev.- Dios combina la justicia y el amor en una medida que nos sobrepasa. Sus planes no son los nuestros. "recompensa igual para un trabajo desigual"
PARA LLEVARLO A LA VIDA
A primera vista parece un poco duro que el Reino de Dios se compare a la situación arbitraria y opresora del mundo laboral de aquella época. Nos cuesta entender que los caminos del Señor son distintos a los nuestros. Dios se presenta como un amo generoso que no funciona por rentabilidad, sino por amor gratuito e inmerecido. Esta es la buena noticia del evangelio. Pero nosotros insistimos en atribuirle la estrecha medida, siempre injusta, de nuestra justicia humana.
Y andamos siempre forcejeando, en lugar de tratar de parecernos a él intentamos que él se parezca a nosotros con nuestras exigencias y calculos. Queremos comerciar con él y que nos pague puntualmente el tiempo que le dedicamos (que las mas de la veces se reduce al empleado en practicar unos ritos sin compromiso y unas oraciones interesadas sin espíritu ni corazón: pedir y pedir).
Si va a pagar a todos igual, con mentalidad utilitarista, nos preguntamos: ¿Para qué nos sirve ir a misa, si Dios nos va a querer igual? Y con ello evidenciamos que no nos hemos dejado amar por Dios y no correspondemos en consecuencia amándole sin medidas. Dios es gratuito.
Nuestra tendencia farisea surge exigiendo normas cuyo cumplimiento diferencie a los buenos de los malos.
Vemos absurdo y hasta injusto ser queridos todos por igual. ¡A cada uno lo suyo! decimos con tono de protesta sindical ante Dios. Olvidamos que la gracia ha sustituido a la ley. Necesitamos que existan los malos para podernos calificar de buenos. De esta forma, el amor al hermano se torna imposible.
Dios combina la justicia y el amor en una medida que nos sobrepasa. Sus planes no son los nuestros. La Eucaristía, como anticipo de vida plena, es el denario de la retribución cristiana.

Sábado, 9. Septiembre 2017 - 11:08 Hora
XXIII Domingo TO (Ciclo A)

1ªL.- En el diálogo con Dios, aprende el verdadero profeta cuál es su misión y la expresarla con la imagen del vigía, atento sobre las murallas al peligro que acecha a la ciudad. Su propia salvación está en ser fiel mensajero del Dios que busca salvar. Con el impulso de la llamada, cada uno debe tomar el camino de la vida por sí mismo.
2ªL.- Todos los preceptos y leyes que definen nuestras obligaciones para con el prójimo se "recapitulan" en el mandamiento supremo: "Amarás al prójimo como a ti mismo".
Ev.- Jesús, al fundar la comunidad eclesial, la dota de un estatuto sobre la admisión o exclusión de sus miembros: primero hay que dialogar con el individuo, después hay que buscar algunos consejeros, finalmente hay que tratar el caso a nivel de comunidad.
PARA LLEVARLO A LA VIDA
Jesús enseña el tema del cuidado por la salvación del prójimo. La corrección fraterna está al servicio de ese cuidado. Esta debe tener lugar primero en la intimidad, entre dos personas, con tacto y amorosamente. Si el pecador se arrepiente, habrás salvado a un hermano para la vida eterna.
Si desatiende habrá que invitarle a examinar su conducta con dos o tres testigos. En el presente caso, el testimonio debe convencer al culpable de la necesidad de hacer penitencia. El proceso sigue siendo todavía secreto. Como ultimo recurso habrá que hacerlo publico.
Nosotros solemos practicar sólo el último paso y mal. Es más hemos reducido las obligaciones del amor fraterno a hacer el bien, entregarnos a construir una sociedad más justa, a perdonar y reconciliar... Pero, de lo que el hermano haga en su vida privada o pública ya no nos sentimos responsables. Y la Palabra de Dios nos interpela para que si nuestro hermano peca, no dejemos de hacer el bien. Nos dice que no basta con estar en una actitud benévola hacia nuestro hermano. El amor cristiano va más allá.
Es preciso llegar a sentirse corresponsable de sus éxitos o sus fracasos, su crecimiento o su pecado. Sus pecados no son "cosa suya", sino también nuestra. Precisamente porque se le ama debemos sentir sus pecados como un gran fracaso, no sólo suyo, sino también nuestro. Porque le amamos hay que tratar de evitarle esa gran desgracia que es el estar oprimido por el pecado.
La última instancia es la "iglesia", tiene poder para expulsar a uno de sus miembros (cf. 1 Cor 5, 1-5) y para admitirlo cuando se convierta de corazón. "Atar y desatar" tiene el sentido de expulsar y admitir de nuevo en la comunidad eclesial. Según este texto, Jesús confiere tal poder a la comunidad de sus discípulos.
La comunidad es siempre comunión en el Señor, y comienza donde dos se reúnen en su nombre. La presencia de Jesús en la comunidad hace que la oración eclesial sea escuchada por el Padre. Por tanto, la misma presencia que confiere ese valor especial a la oración es también la que da a la comunidad el poder de "atar y desatar".

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