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Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Domingo, 8. Octubre 2017 - 13:27 Hora
XXVII Domingo del TO (Ciclo A)

1ªL.- En el lenguaje de un canto de amor humano habla el profeta del amor de Dios a su pueblo. Como un obrero que dedica todos sus cuidados a su viña, y ésta no le da el fruto esperado: Es una simbolización de la historia, acusada de infidelidad.
2ªL.- Aquí San Pablo responde a una pregunta de la comunidad de Filipos: ¿había que incorporar lo bueno de la moral pagana o, por el contrario, había que hacer tabla rasa y crear por completo una nueva moral cristiana? San Pablo responde que el cristianismo no inventa la moral, sino que interpreta iluminada por el evangelio.
Ev.- En estas palabras de Jesús hay una profecía de la muerte que le espera en Jerusalén y una confesión indirecta de que él es el Hijo de Dios.
PARA LLEVARLO A LA VIDA
Hay dos detalles que merecen ser destacados: el mimo de Dios por la viña, como describe Isaías, y la saña de los arrendatarios, que se constituyen en dueños y señores de la viña, del Reino de Dios.
En la parábola evangélica la culpa recae sobre los arrendatarios que son los dirigentes del pueblo, que no dan al Señor el fruto que le corresponde y exige por medio de sus profetas y al fin por medio de su Hijo. Estos dirigentes, al escuchar la parábola de Jesús, sentencian sobre sí mismos condenando la conducta de los arrendatarios: "Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de los cielos y se dará a un pueblo que produzca sus frutos".
En la parábola de Jesús hay una enseñanza que va más allá de la circunstancia histórica que la motivó. Después de dos mil años de cristianismo, cuando se esperaba justicia, ahí tenéis asesinatos y lamentos, guerras y mala uva por todas partes. No hace falta mucha imaginación para reconocer todo esto, pero sí mucha sinceridad para aceptarlos y más aún buena voluntad para cambiar de conducta. Porque de eso se trata y no de juzgar a los demás.
-Hagamos la justicia que Dios espera: La palabra de Dios denuncia un estado de cosas, una situación injusta, un sistema de vida que produce mala uva. Lo que anuncia es un orden nuevo, construido sobre la piedra que desecharon los artífices del orden viejo. Esta piedra es Cristo, arrojado de la ciudad y marginado hasta la muerte por las autoridades de Israel. Esta piedra es Cristo, solidarizado en la cruz con todos los sufrientes del mundo.
Es Cristo, relegado en el olvido por tantos cristianos y en tantas ocasiones. Es Cristo y los que son de Cristo, padeciendo con él. Si queremos participar en el surgimiento de la renovación contenida en el evangelio, no podremos limitarnos a un cambio de conducta individual. Es necesario un esfuerzo colectivo que renueve la faz de la tierra y sustituya las bases de la vieja sociedad.

Martes, 3. Octubre 2017 - 18:46 Hora
XXVI Domingo TO (Ciclo A)

1ªL.- La palabra de Dios interpela a todos por igual. Y uno, desde la perdición, elige la vida, y otro, desde la justicia, elige la muerte. Existencia salvada o perdida, no vienen dadas. El profeta nos recuerda que lo elegimos la elige cada cual.
2ªL.- Jesús, para rescatarnos del mal desarrolla tres acciones: 1ª Sin renunciar a su condición divina, la pone a disposición del hombre. 2ª Nos salva compartiendo solidariamente nuestra trágica condición. 3ª Vence al mal y al pecado obedeciendo a Dios y nos mereció la salvación.
Ev.- La parábola de Cristo nos ayuda a reparar en que, no pocas veces, aquellos que aparentemente son más religiosos, incumplen las exigencias de la fe. Mientras que aquellos otros que adoptaron una actitud «contestataria», a la hora de la verdad, manifiestan obediencia a la Palabra de Dios. ¿Qué hijo eres?
PARA LLEVARLO A LA VIDA
Jesús nos invita a examinar dos actitudes ante la tarea que Dios Padre nos propone; y lo hace mediante el ejemplo de una escena cotidiana: los dos hijos y la viña.
El comportamiento es lo que evidencia la sinceridad de las palabras; las buenas palabras que no se concretan en hechos evidencian la falsedad.
En la parábola uno de los hijos parece obediente por sus buenas palabras pero no cumple la tarea. El otro no disimula su pereza pero acaba cumpliendo el encargo. La actitud del segundo es la preferida.
Que lo importante sea el cumplimiento de la voluntad de Dios Padre no implica que las "contestaciones" las formalidades de la religiosidad carezcan de importancia. El Padre habría deseado que a las palabras educadas hubiese seguido la obediencia de un trabajo efectivo en la viña. Y que el trabajo del primer hijo hubiera sido acogido con prontitud y de buen grado.
Ante necesidades de la viña de nuestro mundo podemos preguntarnos si los cristianos globalmente considerados, hemos respondido con palabras huecas o con hechos. Viña que trabajar no falta: hambre, explotación, violencia...
Arar la viña del Padre, aun cuando parezca una actividad meramente social, es también una acción espiritual (movida por el Espíritu). Siguiendo el camino de Jesús, el cristiano sólo podrá ser espiritual en la medida en que se deje conducir por el Espíritu. La vida espiritual abarca toda la existencia del cristiano, todas sus actividades, mediante las cuales ha de responder a las mociones de Dios.
Y no solamente con prácticas de piedad. El camino será conflictivo como lo fue para el Maestro. No se trabaja la viña sin sudor. La cruz sale al encuentro en el curso del seguimiento.
La existencia del discípulo se unifica buscando el Reino de Dios y su justicia. Hemos de ser contemplativos en la acción, orantes que se implican en edificar el Reino de Dios en el mundo. El Padre espera. La viña reclama ser trabajada… ¿que actitud te define? Hermosas palabras y buenas intenciones o acción y entrega espiritualizada.

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