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Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Sábado, 2. Diciembre 2017 - 16:54 Hora
I Domingo de Adviento (Ciclo B)

1ªL.- Con el aparente eclipse de Dios se agranda la figura de la culpa, se hace incómoda la existencia. Pero Dios no está ausente. Los que dialogan con el Dios que viene y que está ya presente en la nostalgia y en la conversión a él lo experimentan como padre y redentor.
2ªL.- Ser cristiano es estar en situación de espera, aguardando la venida de Cristo al final de la historia de cada uno y de toda la humanidad. Pero no es una espera pasiva, sino llena de vitalidad y de continuo enriquecimiento
Ev.- Invitación a velar es lo propio del Adviento. El Señor viene. Es el tiempo de la preparación.
PARA LLEVARLO A LA VIDA
Se abre el Adviento con esta fuerte llamada a la vigilancia. El Señor nos recomienda insistentemente: Velad como el portero de la casa
Dice Cristo: “Mirad”. Nos dicen que vemos, pero que no miramos. Mirar es ver con detenimiento y profundidad. Mirar es fijar los ojos con interés y con alguna esperanza. Mirar es dejarse sorprender. Miremos de verdad a las personas, a las cosas, a los acontecimientos, a la vida. Miremos con los ojos del niño expectante y confiado. Que no se hagan callos en tus ojos. Si miramos todo con amor y con esperanza, no tardaremos en descubrir las huellas del Amado.
Con esa parábola nos invita a Vigilar. Lo cierto es que vivimos tan distraídos y dispersos, tan amodorrados, que nos resbala la vida. Dejamos escapar un sinfín de oportunidades para crecer. Se nos escapan cantidad de valores, de cosas positivas. Nos quedamos en las apariencias sin adentrarnos en el misterio. Hay mucho más que lo que vemos a simple vista. Y ese algo más es la presencia divina, que nos envuelve y acompaña, que siempre nos espera.
¿Por qué será que Cristo nos recomienda con tanta urgencia el "velad"? porque Dios es sorprendente. El viene siempre, pero no sabemos cuándo, cómo y por dónde. Y es que se nos cierran los ojos, que nos dormimos y nos distraemos, nos embotamos y nos cansamos.
Velad para no dejar pasar la ocasión del encuentro. Velad para reconocer y acoger a Dios, siempre que quiera presentarse. Velad, pero cumpliendo cada uno su tarea. Velad, porque la vigilancia es hija de la esperanza. Velad, porque vivimos en un adviento continuado.
La vigilancia es fruto de la fe, de la esperanza y del amor. Vigilamos cuando esperamos, vigilamos cuando creemos, vigilamos cuando confiamos, vigilamos cuando amamos. No dejemos de velar.

Domingo, 19. Noviembre 2017 - 20:40 Hora
XXXIV Domingo TO (Ciclo A) Cristo rey

1ªL.- La cultura pastoril acuñó la imagen del pastor para referirse a los guías de los pueblos. La usó también la teología. Frente a los pastores que explotan el rebaño o lo dejan perecer, Dios reúne a los dispersos y los conduce a la fuente de la vida. El profeta exílico anuncia así la salvación de Dios al pueblo destruido.
2ªL.- La historia de la salvación es esencialmente la historia de la liberación progresiva del hombre respecto de todo lo que lo rebaja. Sin embargo, la plenitud de la salvación solamente se obtendrá al final. Mientras tanto, hemos de seguir siempre animosamente en la lucha, con la esperanza de la resurrección como remate de todo el proceso de liberación.
Ev.- El juicio será según las obras, no según lo que decimos creer y confesar; son las obras las que distinguen y juzgan a los hombres, no las palabras ni los rezos. El cumplimiento del mandamiento del amor o su incumplimiento anticipa ya el juicio final. El que ama a Cristo en los necesitados se introduce en el reino de Dios.
PARA LLEVARLO A LA VIDA
El juicio del que aquí se habla es universal va dirigido sin distinción a los creyentes y a los ateos, a todos los hombres y pueblos.
La imagen del pastor que separa las ovejas de las cabras está tomada del texto de Ezequiel (1ªL). Es importante no olvidar ese detalle, para comprender que es un juicio entre los que hacen la injusticia y los que la padecen. El Señor saldrá al fin en defensa de los que sufren por su amor a la justicia...
Importante es la pregunta de los bienaventurados. Se ve que ellos no sabían lo que les esperaba, que ignoraban su amor a Cristo cuando amaban a los pobres. Pasaban por ateos, incluso se confesaban así en el mundo, y ahora resulta que son cristianos. Recordemos que Jesús dirigió las bienaventuranzas a los pobres, a los que luchan por la justicia y por la paz..., y sólo la última de ellas a los discípulos que confiesan explícitamente su nombre en el mundo. En segundo lugar fijémonos en la respuesta de Cristo, que se identifica con los pobres, con los forasteros, con los encarcelados, con los enfermos. Y esto no sólo porque tales son los que padecen la injusticia, sino también porque son los que buscan la justicia y luchan por alcanzarla.
En la pregunta de estos condenados se ve, por el contrario, la triste posibilidad de perder la vida y el reino de Dios que tienen cuantos en este mundo pretenden amar a Dios y ser cristianos sin amar al prójimo y reconocer a Cristo en los pobres y explotados. El cumplimiento del mandamiento del amor o su incumplimiento anticipa ya en el mundo el juicio final. El que ama a Cristo en los pobres y se solidariza con su causa se introduce en el reino de Dios; pero el que no ama y explota a sus semejantes se excluye del reino de Dios. El juicio universal será la manifestación y la proclamación de la sentencia definitiva, que se va cumpliendo ya en nuestras vidas según nuestras obras.
Hoy finalizamos el año litúrgico... celebramos la fiesta de Jesucristo, Rey y Señor. Jesús es la manifestación plena del Reino de Dios hecho servicio a los hombres. Hoy somos juzgados por la Palabra de Dios según la medida de nuestro amor servicial al prójimo, debemos confrontar nuestra vida con el testimonio de Cristo. ¡Miremos nuestra vida desde el espejo de nuestra fe: Jesús que da su vida por la salvación de todos

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