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Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Domingo, 7. Enero 2018 - 11:02 Hora
Bautismo del Señor (Ciclo B)

1ªL.- El profeta presenta la figura del siervo del Señor como palabra de esperanza para los cautivos por el pecado. En él el espíritu de Dios urge el derecho, la justicia. El modo del siervo es suave, pero firme; no quiebra lo frágil, pero no se quiebra en su misión.
2ªL.- Pedro en casa de Cornelio, le anuncia el Evangelio, proclama la universalidad de la salvación que realiza Dios en Cristo. Poniendo de relieve que Jesús es el "ungido", el Cristo o Mesías. Sobre él descendió el Espíritu Santo y fue consagrado con toda la plenitud de Dios y pasó por el mundo haciendo bien y curando a los oprimidos.
Ev.- el Bautista con su predicación y su modo de vivir produjo, hizo que muchos creyeron que él fuese el "Mesías" prometido. Para evitar el error, Juan acentúa su misión de "precursor" señalando hacia Jesús.
PARA LLEVARLO A LA VIDA
En el bautismo de Jesús se hicieron presentes: el Espíritu que lo acompañó toda su vida y lo impulsó en su ministerio, y el Padre que lo declaró su Hijo muy amado en el que se complacía. Igual que acontece en nuestra vida cristiana por efecto del Bautismo
Jesús es Hijo, en su ser experimenta el amor del Padre. En su existencia terrena, su vida y obra, transparentó el amor de Dios, impulsado por el Espíritu Santo que es el amor. Nos amó (sin nosotros merecerlo) y se entregó por nosotros; por ello nos alienta a amar: dad gratis lo que gratis habéis recibido
La enseñanza de Jesús nos ayuda a reconocer que el mejor impulso para vivir es el amor. Que sin amor no somos nadie y con amor todo lo somos y podemos.
Nosotros tenemos la oportunidad de abrirnos al amor de Dios manifestado en las personas y en la intimidad con Él. No dejemos pasar la oportunidad para brindar amor a todos. Dejémonos amar y demos amor. Entonces agradaremos al Padre tal como lo hizo Jesús, el Hijo muy amado en el que el Padre Dios encuentra toda su complacencia. Si “Dios es amor” y todo hijo ha de parecerse a su padre, sólo amando transparentaremos a Dios.
Demos gracias Dios por el don del Bautismo y pidámosle con confianza filial: Padre nuestro, en este día en que celebramos el bautismo de Jesús y nuestro propio bautismo en el Espíritu,
Te pedimos el coraje que nos es indispensable para confesar a Cristo como Señor de nuestras vidas, para ser cristianos, para poder rezar el padrenuestro y abrirnos al amor fraterno, para ser miembros conscientes y adultos de tu pueblo, la Iglesia a fin de que el mundo vea el testimonio de nuestra fe y conducta, para derretir nuestro hielo y llenar nuestro vacío interior, para vencer el pecado con la fuerza de tu amor en el corazón, para vivir, en fin, la moral cristiana con talantes de hijos tuyos y como Ley del Espíritu que da vida en Cristo Jesús. Amén

Sábado, 30. Diciembre 2017 - 17:41 Hora
Fiesta de la Sagrada familia (Ciclo B)

1ªL.- La sabiduría hace comentario del 4º mandamiento: tributar honor a los padres. Honrar a los padres es fruto del temor de Dios. Los que honran a sus padres expían sus pecados y obtienen bendiciones. Por transmitirnos la vida, los padres son la imagen de un Dios padre.
2ªL.- Traza Pablo un cuadro de la actividad y virtudes familiares según Dios. Recoge una instrucción ética impartida en el bautismo. Enumera siete virtudes imprescindibles para toda familia y comunidad. Estas culminan en el amor como clave.
Ev.- Jesús es la esperanza de Israel, que se ve colmada en el episodio de la presentación en el templo. Simeón y Ana esperan discretamente en oración: esperan al Mesías. Por eso reconocieron al Señor. Salieron a su encuentro.
PARA LLEVARLO A LA VIDA
La escena de la presentación narra como María y José cumplen con la vieja ley judía según la cual todo primogénito es consagrado -sea hombre o animal-, pertenece a Dios, y ha de entregarsele. Como el sacrificio humano estaba prohibido, la Ley exigía realizar un intercambio y en lugar del niño, se ofrecía un animal puro.
Jesús ha sido ofrecido al Padre y la fuerza de su Espíritu inspira a Simeón, que profetiza. En sus palabras se descubre que el Israel de la esperanza puede ya descansar tranquillo; su historia no acaba en vano, ha visto al Salvador y el triunfo de la vida. En la que encuentran sentido todos los que esperan, porque Jesús es luz y salvación para todos los hombres.
Estas palabras del anciano Simeón vaticinan el inicio de una lucha entre el bien y el mal. Por eso culminan con el anuncio del sufrimiento de María. Jesús convertido en señal de división y enfrentamiento.
Con la presentación de Jesús en el templo ha comenzado el sacrificio que culminará sobre el calvario y se extenderá después en su Iglesia.
Todo el que escuche las palabras de consuelo en que Jesús se muestra como luz y como gloria tiene que aceptarle en el camino de dureza, pasión y muerte. En ese camino no irá jamás en solitario, le acompaña la fe y el sufrimiento de María. Salieron a su encuentro.
Siempre que Cristo acude a un encuentro, a una cita con nosotros, lo hace sin estruendo. Hoy acude pequeñín, como un recién nacido.
Mañana acudirá discreto, como un amigo que llama a la puerta. Al atardecer, mendigará nuestra mirada, cuando lo expongan desnudo en una cruz. Y una vez resucitado, viene de nuevo, se aparece, pero nuestras manos no pueden retenerlo: apenas lo hemos reconocido, y ya ha desaparecido.

Terminemos esta reflexión sobre la Palabra de Dios orando por los nuestros:  
Hoy, Señor, te damos gracias por nuestra familia.
Gracias, Señor, por nuestros padres:
siendo jóvenes con un amor fecundo se abrieron al don de la vida y no quisieron vivir complacientemente, delitandose uno en el otro, sino que complicarse la existencia
y nos trajeron al mundo.
Nos han colmado de amor
y nos enseñaron a amar;
Han llenado nuestra vida de besos,
de caricias, de cuidados, de regalos...
Y nos ayudaron a crecer dando seguridad a nuestros años.
Gracias, Señor, por nuestros abuelos.
Su cariño, su ternura y su paciencia,
sus consejos y relatos han sido signo providente.
Gracias, Señor, por nuestros hijos,
que son tuyos, pues son tu bendición a nuestro amor.
Haz que crezcan como hombres de bien y buen corazón,
que aprendan virtud y honestidad.
Ellos son la ilusión de nuestra vida, nuestro gozo.
Gracias por los parientes:
por todos los que nos hacen sentir unidos,
acompañados, arraigados y seguros.
Ayúdanos, Señor,
a crecer en el amor y repartirlo,
Conserva nuestra familias unidas en el amor,
para que procuremos la justicia y la caridad y
construyamos nuestro mundo sobre la bondad. Amen


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