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Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Miércoles, 28. Marzo 2018 - 10:16 Hora
Misa de la Cena del Señor. Jueves santo

1ªL.- En el seno de la opresión -y la de los hebreos en Egipto las simboliza todas- se implanta la fiesta de la liberación. La comida apresurada expresa el dinamismo de los que están dando el paso hacia la liberación. La sangre del cordero es defensora, salvadora. Simboliza la vida que Dios da a su «paso».
2ºL.- El cuerpo "entregado" y la sangre "derramada", por vosotros, para formar un solo cuerpo con una misma vida... haciendo memorial para que, cuantas veces se recuerde, se vuelva a realizar tal cual: la entrega del Señor por todos
Ev.- Jesús quería dar una lección de humildad, con el hecho de lavar los pies, y con el despojarse del manto y ceñirse la toalla a modo de cinturón simboliza que se preparaba para morir. El servicio de Jesús crea la igualdad. Por la práctica del servicio mutuo expresan igualdad
PARA LLEVARLO A LA VIDA
Se puso a lavarles los pies (un quehacer propio de los esclavos en aquel tiempo). En el momento en que Jesús se levanta de su sitio y se quita el manto, en ese momento culmina el abandono del puesto que tiene en la gloria del Padre y toma figura de siervo. Inclinado a los pies de Pedro, ocupado con los cansados y sucios pies de sus discípulos, se encuentra Jesús en el punto intermedio entre la subida al Padre y el descenso al mundo de los hombres, de los esclavos.
¿Comprendéis lo que os he hecho...? La pregunta va mucho más allá del lavatorio de los pies; hace relación al todo, o sea, a todo por lo cual Jesús se ha colocado en el último lugar entre los hombres.
Jesús vino al mundo a servir y no a ser servido. A la luz de la resurrección comprenderán los discípulos que el servicio de Jesús consiste no sólo en lavarles los pies, sino en lavar con su sangre los pecados del mundo. San Juan no menciona la institución de la eucaristía; coloca en su lugar el lavatorio de los pies, se trata de un gesto que se anticipa el sacrifico de la cruz, (igual que la eucaristía).
Amonesta a Pedro, porque al resistirse a aceptar el servicio del Hijo de Dios, se excluye neciamente del reino de Dios; como si no aceptara el sacrificio de la cruz que ofrece Jesús por todos los hombres.
Nosotros aceptamos el sacrificio y el servicio de Cristo si recibimos con fe el bautismo. Jesús lavó también los pies de Judas; pero éste no aceptó de corazón su servicio. Por eso dice Jesús: "no todos estáis limpios".
El nos dice hoy, víspera de su pasión: ¿Comprendéis lo que os he hecho?
Si ante la imagen de Jesús dándose a los hombres no nos tomamos en serio nuestra conversión, si ante este Jesús que se entrega, somos incapaces de ponernos en su lugar, habrá que pensar que nuestro corazón se ha endurecido y que hemos de trabajar para transformarlo. Porque el evangelio de hoy no es una parábola o una reflexión más, es Jesús mismo dándose a los hombres, e inaugurando una nueva era: la de los hijos de Dios, hermanos de los hombres.

Martes, 20. Marzo 2018 - 07:42 Hora
Domingo de Ramos (Ciclo B)

1ªL.- La figura del siervo se autopresenta, condensa en sí el dolor de toda creatura, pero también la confianza que ilumina el sufrimiento. Quiere ser palabra de aliento para todos los abatidos. El no está en posesión del sentido que anuncia; pero está a la escucha y lo oye siempre de nuevo.
2ªL.- Cristo no quiso retener para sí la "categoría" divina, de manera que le impidiese tratar humildemente con los hombres y asumir nuestra propia naturaleza. Su anonadada entrega hace a Jesús exaltado como Señor.
Ev.- Jesús llega hasta la muerte por salvar a sus hermanos. Su vida aparece en la cruz como «la sangre de la alianza derramada por todos para el perdón de los pecados».
PARA LLEVAR A LA VIDA
El evangelio de Marcos es el más cercano a los hechos, el más realista. El que nos hace sentir más intensamente el abandono y el desgarro de Jesús. La cruz termina en «un fuerte grito» que subraya la angustia de Jesús, como expresión de aquella inmensa soledad, en la que sólo puede encontrarse el que se ha hecho responsable de todo y en favor de todos delante de Dios.
El sentido salvador de la muerte de Jesús se muestra inmediatamente, y el que parecía vencido comienza a dar señales de victoria: el velo del templo se rasga. Se acabó el viejo culto y los privilegios sacerdotales; ahora todos tienen acceso a la presencia de Dios en Jesucristo.
El presagio de la victoria de la cruz lo expresa lacónicamente un soldado. Durante cuatro horas, el centurión ha visto el singular comportamiento de Jesús durante su agonía. Y ha presenciado lo que ha sucedido en el momento de su muerte, cuando se ha oscurecido el sol y temblado la tierra. Y valorando todos los hechos y acordándose del proceso contra él y de lo que allí se le acusó, confiesa abiertamente: "Realmente este hombre era Hijo de Dios". Con manifiesta que el ajusticiado era inocente y que no era un embaucador, que no era un hombre cualquiera.
¡El grano de trigo ha caído en tierra, ha muerto, ahora comienza a brotar la espiga y a dar fruto! La crucifixión no acaba con Jesús.
Contemplemos, con fe, el dolor y la muerte de Jesús. Y a la vez dejémonos llenar de esperanza, porque el dolor del mundo tiene sentido como participación en el dolor salvador de Cristo.
Hagámonos presentes en el sufrimiento iluminándolo con fe y aliviándolo con caridad, Porque a los que le seguimos en el camino de la cruz, un día también nos hará partícipes de su Nueva Vida de Resucitado.

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