Usted está aquí: Inicio

Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Sábado, 23. Junio 2018 - 16:50 Hora
XII Domingo del TO (Cico B) Natividad de San Juan Bautista

1ª.-L Isaías, nos habla de la misión universal de salvación que el Señor confía a su servidor.
2ªL.- Recoge parte del primer discurso de san Pablo, en Antioquía, recuerda la historia de salvación con que Dios los ha bendecido. Destaca al Bautista, porque preparó la venida de Jesús. Predicando un bautismo de penitencia.
Ev. “Juan” significa, en hebreo: “Dios es favorable”; el gozo de los vecinos por el nacimiento de aquel niño se expresa porque se veía que “la mano del Señor estaba sobre él”.
PARA LLEVARLO A LA VIDA
Las lecturas y oraciones de la Misa de hoy, nos hablan de "alegría". Desde sus inicios la Iglesia ha venerado especialmente la figura de Juan.
Fijémonos en las características más importantes de su vida que pueden ayudarnos en nuestro seguimiento de Jesús.
- En el nacimiento de Juan ocurrieron hechos singulares. Su nacimiento fue anunciado en el santuario. Zacarías e Isabel presintieron que «su nombre era Juan». Zacarías enmudece ante el misterio y recuperó el habla cuando entró en docilidad.
- El niño tiene prisa por anunciar la llegada de Cristo y advierte de su presencia cuando «la madre de su Señor fue a visitarla».
Los judíos fieles esperaban la venida del Mesías, lo imaginaban de modos diferentes pero todos ellos conforme a sus deseos. La labor de Juan es advertirles de la necesidad de prepararse para acogerlo: convertirse, cambiar de actitud para abrir los ojos de la fe y el corazón y poder reconocer a Dios que se hace hombre en Cristo.
Su misión fue la de provocar y predisponer a los hombres a escuchar y acoger la Palabra divina. Su misión es llevar a los hombres hacia Jesús; facilitar el encuentro.
Lo principal que observamos de Juan es coherencia. Cumplió con fidelidad su misión, sin callar su voz profética hasta el martirio. Recordemos nuestro compromiso bautismal: «allanar caminos», «enderezar sendas», ser «profetas del Altísimo» y «voz que clame en el desierto» de nuestra ciudad.
Esta es nuestra tarea: testimoniar a Jesús, que sea conocido, preparar el camino del encuentro. Esta misión cada uno de nosotros tiene su modo propio de realizarla; pero hemos de hacerla.
En Juan Bautista se unen la radicalidad de su llamada a la renovación personal y la autoexigencia, austeridad, autenticidad; la fidelidad a lo que éla lo que enseña antes con la vida que con la palabra. No es un hombre que diga y no haga, sino que dice y hace. Es un hombre veraz, auténtico profeta de Dios.
La debilidad de nuestros apostolados, no pocas veces consiste, excusarnos (con los defectos de los responsables de la Iglesia, de los políticos, o de las circunstancias nuestro tiempo...) para ni decir ni hacer.
Hay que reconocer que entre nosotros faltan profetas con la coherencia del Bta. Pidamos con fe que la celebración de su memoria nos ayude a convertirnos, romper inercias, vivir la exigencia de la fe y ser mas coherentes y decididos en el empeño de acercar el conocimiento de Jesús a las gentes.

Domingo, 17. Junio 2018 - 11:04 Hora
XI Domingo TO (Ciclo B)

1ªL.- Por la alegoría de un cedro que muere y renace habla el profeta del hundimiento de la nación y del renacer mesiánico. Anuncia a Dios presente en todo ello. Una ramita tierna -el esperado descendiente de David- será el cedro noble, que ofrezca universal refugio y abrigo. Por él se sabrá en el mundo que Dios es salvador.
2ºL.- El cristiano es el hombre de la esperanza, depositada en Jesucristo, por la nueva vida que El ya ha inaugurado a partir de su resurrección y que garantiza si le seguimos fielmente como discípulos.
Ev.- El Reino de Dios se siembra en los hombres y tiene una historia de crecimiento. Es un misterio que
PARA LLEVARLO A LA VIDA
Jesús, hace descubrir que la forma de actuar de Dios y sus caminos son sorprendentes, por lo que hay que estar atentos a su Palabra y a su Espíritu. El «Reinado de Dios», no es un lugar ni institución, es el mismo Dios presente en hombre y su salvación se realiza, aunque desconozcamos el cómo...
La 1ªL del profeta Ezequiel, nos hace comprender que Dios con un simple retoño hace crecer un inmenso árbol. Cristo habla de la semilla que tiene una fuerza que no depende del sembrador. Una vez sembrada, crece misteriosamente hasta dar fruto, sin que el sembrador intervenga. Este ni siquiera sabe cómo acontece todo el proceso de crecimiento de la semilla. Lo mismo ocurre con el reino de Dios, que nadie puede detener y ha de llegar a su plenitud cuando sea la hora. El crecimiento del reino de Dios es un misterio que sólo Dios conoce, él es el que le da el incremento.
No debe confundirse a la Iglesia con el reino de Dios es solamente un signo exterior en que se manifiesta la obediencia de los hombres a Dios. Pero la Iglesia está todavía en camino hacia la plena manifestación y el establecimiento definitivo del reino.
Lo importante es la desproporción entre la pequeñez del principio (grano de mostaza) y la magnitud del final (el arbusto). Así ocurre con el reino de Dios: escondido ahora e insignificante, ha de llegar un día cuando vuelva con "poder y majestad", en que se manifieste según toda su dimensión.
No perdamos nuestra capacidad de asombro ante la forma como Dios conduce la historia, como el sembrador. No especulemos con los datos de la fe ni con la Biblia, ni determinar las leyes del proceder divino como si fuésemos los consejeros directos de Dios. No somos nosotros los que sembramos, sino que somos sembrados. Tenemos que colaborar en el desarrollo, siendo una tierra que produzca el máximo posible. Estemos atentos porque cada día el Reino ha de crecer en nosotros y cada día hemos de esperarlo como a una semilla recién sembrada...
El signo sacramental es algo pequeño, débil, aparentemente ineficaz, pero que lleva dentro el poder de transformarnos, de potenciar un desarrollo armónico y un crecimiento fulgurante. La semilla eucarística fructifica en nosotros a pesar de nuestras debilidades y resistencias. Se siembra en nosotros semilla de vida eterna.

Nueva contribución  Vieja contribución

Iniciar sesión