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Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Domingo, 25. Noviembre 2018 - 11:17 Hora
Solemnidad de Cristo Rey (Ciclo B)

1ªL.- En la literatura apocalíptica la imagen del mesías, mediador de salvación, se desprende de las realidades históricas (rey, sacerdote, profeta) y se proclama de origen celeste. En su apariencia humana, es una revelación del poder salvador de Dios. Por el "hijo del hombre" se anuncia el reino de Dios.

2ªL.- Cristo está en la plenitud de la vida, nos espera y nos estimula. EL es el punto Omega, al que converge toda la creación, y en el que esta pobre historia humana encontrará un final digno y glorioso. Nuestra espera y esperanza no ha de pasiva, sino decididamente operante.

Ev.- El Reino de Dios, proclamado por Cristo, no es de este «mundo» o sea no se rige por las leyes de: «la ambición humana, la codicia de los ojos y la arrogancia del dinero». Celebrar la fiesta de Cristo Rey es reconocer a Jesucristo como testigo de la verdad, como libertador de toda esclavitud, como Señor del mundo y de los hombres.
PARA LLEVARLO A LA VIDA
Hay muchas imágenes de Cristo. Algunas falsas, otras erróneas o adaptadas a nuestros intereses. Y otras evangélicas, aunque incompletas, porque a Él no se le puede encerrar en una imagen.

Los contemporáneos de Jesús se forjaron una imagen de su reino y Pilato, pensando como el mundo, no entendio la realeza de Cristo
Y ahora pregúntate:¿Qué imagen de Cristo tienes tu? ¿Uno de éstos?
¿El Cristo manso, sufriente por nuestros pecados?
¿El Cristo dulzón, romántico, que lo ha arreglado todo... El triunfador, intimista, divino prisionero del sagrario? El que quiere nada más que le alabemos, le glorifiquemos, que hagamos oración y actos de caridad.
Jesucristo es Rey y Dios, es el Señor. Pero la realeza de Cristo como el señorío de Dios nada tienen que ver con reyes y monarquías de nuestra historia. Nuestra experiencia del poder-poseído, de autoridad, de dominio, de sometimiento, entorpecen enormemente la interpretación religiosa de la realeza de Cristo.
Por eso Jesus contesta “mi reino no es de este mundo. He aquí la piedra de tropiezo de muchos para aceptar la fe en Cristo, como describe Dostoievski: "Si hubieras cogido la espada y la corona, todos se hubieran sometido a ti de buen grado. En una sola mano hubieras reunido el dominio completo sobre las almas y los cuerpos, y hubiera comenzado el imperio de la eterna paz. Pero has prescindido de esto...
Si hubieras tomado la espada y la púrpura del emperador, hubieses establecido el dominio universal y dado al mundo la paz. Pues, verdaderamente: quién puede dominar a los hombres, sino aquellos que tienen en su mano sus conciencias y su pan" ("Los hermanos Karamazoff"
Pero su reino, no es como los reinos de este mundo sino todo lo contrario y contestación. Porque Jesús es la debilidad voluntaria de Dios contra el poder de los que se endiosan.
Jesús es rey que ha venido a servir y no a ser servido, y por eso ocupa el último lugar del mundo que le permite servir a todo el mundo. Sus leyes se reducen al amor y, a diferencia de todas las leyes de este mundo, son una buena noticia para los pobres. Su política es amar a los enemigos y, por lo tanto, no tiene soldados para combatirlos... Un rey tan extraño no podía esperar la comprensión de los reyes normales y de los señores de este mundo: "Pues sabéis que los que son reconocidos como reyes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen". Antes bien, tenía que contar con su oposición más decidida. Porque (como prosigue el personaje de Dostoievski) "No bajaste de la cruz cuando te gritaron con burla y desprecio: ¡Baja de la cruz y creeremos que eres el Hijo de Dios! No bajaste, porque no quisiste hacer esclavos a los hombres por medio de un milagro, porque deseabas un amor libre y no el que brota del milagro. Tenías sed de amor voluntario, no de encanto servil ante el poder, que de una vez para siempre inspira temor a los esclavos. Pero aún aquí los has valorado demasiado, puesto que son esclavos -te lo digo-, habiéndolos creado como rebeldes..."


Domingo, 18. Noviembre 2018 - 11:26 Hora
XXXIII Domingo TO (ciclo B)

1ªL.- La visión apocalíptica intenta consolar con la perspectiva del juicio al humilde pueblo de Dios en su humillación y opresión. Vaticina que al mundo de injusticia le sucederá un orden nuevo, en que los pobres del Señor tendran vida en plenitud.
2ªL.- Se confronta la inefectividad del sacerdocio antiguo y el efectivo sacerdocio de Cristo, que, de una vez por todas, ha santificado a los cristianos. Con el perdón pleno y definitivo de todos los pecados por el sacrificio de Jesús, todo otro a sacrificio es superfluo.
Ev.- Cristo manifiesta que todo lo que hay de catastrófico en el mundo tiene un sentido positivo y esperanzador: el alumbramiento de un mundo nuevo y de una nueva creación.
PARA LLEVARLO A LA VIDA
¿Que significa este evangelio, qué es lo que quiere decirnos?

Como evangelio que es: es buena noticia, trata de levantar la esperanza y no meternos miedo. Viene a decirnos que después de las adversidades de la vida y la historia el Señor vendrá para crear una realidad nueva. El tiempo avanza hacia la salvacion. Por tanto, no estamos atrapados ni uncidos a la noria del eterno retorno. Hay esperanza.

El "Día del Señor" no es propiamente el último día del tiempo, sino el día que pone medida a los desmanes de la humanidad.

Saber que el mundo tiene fin significa reconocer que el mundo no es Dios, y que todo lo que se endiosa cae como las estrellas del cielo. Significa desenmascarar las ideologías, derribar los ídolos, liberarse de toda dominación, sobreponerse a las tribulaciones, desatar una esperanza, abrirse a Dios.

Cuando Jesús venga, el mundo llegará a su fin, no a su aniquilamiento. El que ha de venir ya está viniendo cuando el hombre está abierto a Dios y se deja invadir por el que es la gracia, la plenitud y el colmo de todas las cosas.Jesús viene ya al mundo cuando los que creemos en él limitamos nuestro egoísmo, y nos dejamos llevar por el amor de Dios. Jesús viene cuando superamos los prejuicios individuales o de grupo y nos abrimos a la universalidad. Jesús viene cuando la esperanza que brota de la fe, nos alienta y vence nuestro pesimismo. Porque entonces rompemos los esquemas y las formas de este mundo que pasa y no nos liberamos de lo precario y caduco de esta realidad.

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