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Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Domingo, 28. Abril 2019 - 10:29 Hora
II Domingo de Pascua (ciclo C)

1L.- El pórtico de Salomón es el lugar donde se reúne la naciente iglesia. Como respuesta a la actividad apostólica, se va congregando una comunidad cada vez más numerosa que se adhiere al Señor. Sus rasgos más característicos son: el poder de la palabra y los signos que acompañan la predicación y la fraternidad entre los creyentes.
2L.- El Apocalipsis trata de fortalecer la fe con un mensaje de esperanza y aliento. Jesucristo ha resucitado, está presente en los acontecimientos del mundo y se manifiesta al profeta para que anuncie primero el presente y, después, lo que va a suceder.
Ev.- Los primeros cristianos son conscientes de que han sido enviados a cumplir una misión, que prolonga la de Cristo: "Como el Padre me ha enviado, así os envío yo". Para la realización de esta tarea reciben la fuerza del Espíritu.
PARA LLEVARLO A LA VIDA
Los discípulos se encuentran desamparados en un ambiente hostil. Jesús viene a liberarlos. Su saludo de paz les recuerda su victoria, eliminando el miedo. Les muestra su amor hasta la muerte, con las señales que manifiestan su entrega (las llagas de las manos) y la permanencia de su amor (costado). Su saludo sirve para transmitir valentía en la misión que comienza para ellos.
Del mismo modo que en la primera creación del hombre, Dios le infundió la vida, ahora el aliento del resucitado comunica la vida a la nueva creación espiritual. Cristo deja a los suyos el poder de perdonar. En el templo se ofrecían animales en forma ininterrumpida para aplacar a Dios. Pero ese río de sangre no lograba destruir el pecado, y los mismos sacerdotes debían ofrecer sacrificios por sus propios pecados antes de rogar a Dios por los demás. Las ceremonias y los ritos no limpiaban el corazón ni daban el Espíritu Santo. La capacidad de perdonar es la fuerza que permite solucionar las grandes tensiones de la humanidad. Quien no sabe perdonar, no sabe amar. En la reconciliación se muestra al prójimo el amor más auténtico.
Los apóstoles y todos los discípulos son portadores de la misión de Jesús. La fuerza perdonadora del resucitado reside en los discípulos de Jesús. Después de la resurrección es posible creer en el perdón porque el poder de las tinieblas ya no volverá a reinar en el mundo. Creer en esto y trabajar en consecuencia es ser cristiano.
"Dichosos los que crean sin haber visto". La experiencia de Tomás sirve para animar la fe de todos los que no hemos visto directamente al Señor, para los que se ha escrito el evangelio. En el resucitado reconocen los apóstoles al Jesús que anduvo con ellos por los caminos de Palestina. Distinto, pero él mismo. Jesús es el Cristo, es la más breve confesión cristiana de fe Una fe que reposa no sobre el "ver", sino sobre el testimonio de los que han visto. Por esa fe llegamos a Cristo y recreamos en nuestras vidas el hecho salvador de la cruz y la alegría de la resurrección. Así entramos en comunión con los Apóstoles, que "vivieron", y participamos de su experiencia pascual.
Dominica in albis, domingo de la divina misericordia, centenario de la consagración de España, en el que del Corazón de Jesús resucitado, rebosante de ternura (tal como describe sta Faustina) brotan dos haces de luz que iluminan el mundo: la sangre y el agua, - el sacrificio del Gólgota y el misterio de la Eucaristía; junto con - el agua, del bautismo y el don del Espíritu Santo. A través del misterio de este Corazón herido, no cesa de verterse el flujo restaurador del amor misericordioso de Dios que alienta a los cristianos a testimoniar la resurrección con el ejercicio de la caridad.

Domingo, 21. Abril 2019 - 09:21 Hora
Domingo de Pascua. Solemnidad de la Resurrección del Señor

1L.- Pedro no habla de lo que le han contado, sino de lo que él mismo ha visto con sus propios ojos y habla solidariamente por todos los apóstoles: "Nosotros somos testigos..." Jesús es el Señor, el juez de los vivos y muertos; pero es también el rostro humano del amor de Dios: en él se ha manifestado que Dios nos ama y nos perdona.
2L.- La resurrección no es un hecho que sucedió una vez en Cristo, sino lo que ha de suceder en nosotros por Cristo. Ya ha sucedido por el bautismo en la raíz, pero ha de manifestarse en frutos de vida eterna.
Ev.- María va al sepulcro poseída por la tristeza ante la muerte; busca a Jesús como un cadáver. Al descubrir el sepulcro abierto su reacción es de alarma y va a avisar. Pedro y Juan corren al sepulcro, sólo el joven rompe el reto de lo empírico, "vio y creyó". Pedro no capta la situación, todavía no ha entendido que vivir es amar.
PARA LLEVARLO A LA VIDA
El sepulcro abierto, la ausencia del cuerpo no prueba la resurrección; sin embargo, las vendas por el suelo, y en un lugar aparte, el sudario cuidadosamente doblado. Son unas evidencias silenciosas, indicios de que el poder glorificador del Espíritu no ha olvidado el cuerpo y que sólo el amor es capaz de captar.
La resurrección de Cristo no es el mito del eterno retorno: vivir para morir, morir para vivir, y vuelta a empezar. Cuando todo parecía que había terminado en una tumba, hallaron la tumba vacía y se encontraron con el vivo, palparon sus llagas y vencieron los miedis, anunciaron que había sucedido lo increible: que Jesús había sido rehabilitado por Dios, él mismo había resucitado.
La resurrección no es una continuación en el mundo de la causa de Jesús. Es un hecho real, histórico, que cambia la dinámica de la realidad humana, el hecho mayor de toda la historia, la parte en dos. Creer en la resurrección de Jesús no es sólo tener por cierto que resucitó, sino resucitar con él. Es vencer con la esperanza, la desesperación de la muerte. La muerte es el último enemigo y se manifiesta en el hambre, las enfermedades, la explotación, la marginación, las injusticias... En todo cuanto mortifica a los hombres. Creer en la resurrección de Jesús es plantarle cara a ese dominio de la muerte.
En un mundo necesitando de buenas noticias, la Resurrección de Cristo nos llena de esperanza. Tenemos que ser testigos de la resurrección ayudando a alumbrar la vida nueva de la gracia.

Creer es ser testigos de la resurrección. Y trabajar por transformar el mundo, por defender la vida, la convivencia en paz. Es dignificar a los pobres y marginados buscándole trabajo. Y es batalla a los partidarios de la muerte, a los violentos, a los que confunden progreso con aborto, eutanasia, manipulación genética. Ser testigo de la resurreccion sólo se puede lograr trabajando para la vida.

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