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Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Domingo, 12. Mayo 2019 - 08:15 Hora
IV domingo de Pascua(ciclo C)

1L.- Pablo y Bernabé, procedentes del «integrismo» judío, se habían abierto a la fe cristiana y estaban dispuestos a superar lo que hasta entonces había sido para ellos venerable e intocable.
2L.- Al final de los tiempos, la multitud representa la visión ampliada de Juan, que contempla en el cielo triunfal celebración. En que una muchedumbre de todas las naciones del mundo se reúne para alabar a Dios. Unidos a los ángeles, a los ancianos y a todo el universo, proclaman su victoria, simbolizada por la túnica blanca y palma en la mano, y obtenida gracias a la "sangre del Cordero", su pastor. Porque se unieron a su pasión, le glorifican ahora. Y gozan de los dones anunciados
Ev.- Jesús, es el buen Pastor, que da no sólo da la vida a cuantos creen en él y le siguen, sino que asegura que nada ni nadie puede apartar de sí a los que son "suyos" y a los que él ama. La vida eterna se recibe ya por la fe. Sabemos que cuantos creemos en Jesús tenemos nuestra vida guardada en las mejores manos: no moriremos para siempre. Porque Jesús y el Padre son uno.

PARA LLEVARLO A LA VIDA
El evangelio destaca que entre Jesús, el Pastor, y nosotros sus discípulos hay una estrecha relación. Jesús llama y nosotros le seguimos porque conocemos su voz.
El no emplea la fuerza, no requiere de un perro guardian para conservar su rebaño, no quiere nada a la fuerza. A la iglesia pertenecemos cuantos deseamos libremente seguir a Jesús. La fe es una opción libre, basada en el conocimiento del Señor y de su amor.
Creer en él libre y amorosamente nos hace partícipes de su vida y nos introduce en Dios. Porque Jesús es uno con el Padre: "Yo y el Padre somos uno". Ese vinculo nos une para formar un solo pueblo.
Jesús nos promete la vida eterna y nos dice que el que la sigue no perecerá para siempre. Pero esta seguridad no es la seguridad al margen de la gran tribulación, pero el apostol Juan, el Vidente del Apocalipsis, anticipa lo que ha de venir, nos anuncia una multitud inmensa que nadie puede contar, con vestiduras blancas y palmas en las manos. Contempla una comunidad gloriosa que ha participado del sufrimiento de Cristo, y que ha lavado sus túnicas en la sangre del Cordero.
Cristo, que nos guía y la seguridad de alcanzar con él las fuentes de la vida, no nos ahorra la dificultad del camino, pero es una gran fuerza para seguir adelante. Nada podrá separarnos del amor que Dios nos tiene .
En Jesús resucitado se nos ha revelado un amor más fuerte que la muerte. Y cuantos se dejan abrazar por ese amor, superan con Jesús todas las dificultades de la vida y resucitan con él. Participan de su resurrección y la muerte no es el paso a la verdadera vida, al Padre.
Desde esta enseñanza de Cristo hemos de crecer en la consciencia de que el Señor vive y está con nosotros donde dos o más nos reunimos en su nombre. Somos suyos, el nos ama y nos protege y un día, nos dará la vida eterna.

Sábado, 4. Mayo 2019 - 18:21 Hora
III Domingo de Pascua (Ciclo C)

1L.- . La actividad benéfica de los Apóstoles, acreditando así su predicación, provoca su encarcelamiento. La obediencia a Dios los lleva a la des-obediencia a las autoridades del Templo.
La fidelidad de los Apóstoles al Testimonio los hace merecedores del Espíritu Santo que Dios sólo da a los que le obedecen .
2L.- Juan ve a Cristo junto a Dios en la figura de un cordero: recuerda al siervo de Dios, que toma sobre sí los pecados del mundo. Parece degollado (muerte), pero está de pie (resurreción), vivo y eternamente vivo. Jesucristo, el Cordero inmolado, es el único en el cielo y en la tierra que merece recibir de Dios todo poder.
Ev.- Pedro que negó tres veces ser seguidor de Jesús es requerido a poner de manifiesto su adhesion personal a Cristo. Jesús no cuestiona el seguimiento de Pedro pero le invita a reconocer su amor y su fragilidad para poner de manifiesto la sinceridad y totalidad de su seguimiento actual.
PARA LLEVARLO A LA VIDA
No es posible vivir en cristiano sin encontrar a Jesús en medio de lo cotidiano. Si ese encuentro, estaremos faenando "toda la noche" (toda nuestra vida)en balde, sin conseguir nada; haremos mucho o poco... Pero no valdrá nada, conseguiremos estudios o buenos puestos... Pero no colmarán los anhelos de nuestro corazón, conseguiremos cosas, lograremos propósitos... Pero nuestra vida resultará insustancial, tendremos las redes vacías; vacías de ilusión y esperanza, vacías de fe y mirada sobrenatural, vacías de dedicación efectiva al hermano. Sin encontrar a Cristo en nuestros quehaceres, sin lanzarnos a su búsqueda, pasaremos por los acontecimientos sin descubrir su verdadero valor y alcance, su auténtico significado, sin perspectiva... dejándonos destrozar y dominar por ellos. Esta mirada creyente de la realidad que lleva a descubrir al Señor en el acontecer diario es lo que nos hacer vivir en cristiano, vivir de modo diferente al común de los hombres.
Sólo quien es capaz de encontrarse con el Señor en el trabajo, en la amistad, en la familia, en la diversión, en el esfuerzo, en la alegría, en el dolor... Hace fecunda su existencia, prodigo su amor y generoso su servicio.
El Señor está realmente entre nosotros; no lo vemos, lo sabemos por la fe. Y no está sólo en la Eucaristía, sino que en el trabajo de la vida, en ese esfuerzo por dominar al mundo solidariamente y ponerlo al servicio de todos, ahí el Señor se hace presente.

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