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Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Sábado, 8. Junio 2019 - 17:49 Hora
Solemnidad de Pentecostes

1L.-Quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía. Se trata de un don milagroso. San Agustín enseña que en el comienzo de la Iglesia este don era necesario para que el Evangelio se comunicara rápidamente a todas las naciones, y además testimoniaba el origen divino de su doctrina.
2L.-Pablo recuerda por eso que todos los carismas tienen un mismo destino, la comunidad, y un mismo principio. Sin el Espíritu ni siquiera podríamos invocar a Jesús convenientemente.
Ev.- Espíritu Santo es el gran don pascual. Une para siempre a todos los discípulos con su Maestro, con su Señor resucitado; reúne a todos entre sí e inaugura un mundo nuevo por medio del perdón de los pecados.
PARA LLEVARLO A LA VIDA
El don del Espíritu Santo realiza el paso de la obscuridad a la luz, del miedo al valor, del encierro al testimonio público de la fe. El es artífice de la unidad en la diversidad, obra la posibilidad de llegar a todos con un mensaje que cada uno entiende como dirigido exclusivamente para él "en su propio idioma"; el es la profundización en el mensaje de Jesús.
Los apóstoles cuando recibieron el Espíritu Santo cambiaron radicalmente, se vigoriza su fe. Ya nada podrá frenar su iniciativa cristiana, ni el pregón la grandeza de su mensaje.
Unos hombres insignificantes, sin influencia, ni dinero, ni armas; que se limitaban a creer en lo que decían y amaban a todos, que predican en el nombre de un Señor muerto para que todos tuvieran vida, que no callaron ante la persecución ni ante el martirio... Manifestaron que el Espíritu era irresistible, Y de la misma manera que habían superado las primeras dificultades, superaron el tiempo y el espacio.
En los momentos más dolorosos de la Historia de la Iglesia, el Espíritu ha aleteado avivando la fe, despertando la esperanza, vigorizando el amor, para que no deje de llevar a cabo su misión. Por acción del Espíritu el Reino de Dios ya está entre los hombres y se realiza diariamente cada vez que un cristiano se atreve a adentrarse por los caminos del Evangelio; o se atreve a vivir considerando a los hombres como hermanos, y cada vez que se reúne en nombre de Cristo para rogar que la actividad de Dios penetre en la humanidad y la transforme.
Pidamos que el Espíritu Santo nos envuelva con su impetu, y nos empuje a confesar a Dios ante los hombres con el testimonio de la caridad: como Cristo lo hizo, pasando haciendo el bien.
Hoy es día de gozo, para confirmarnos en la fe, día de oración confiada y tranquila, de petición insistente para que el Espíritu descienda verdaderamente y renueve la faz de cada cristiano.

Domingo, 2. Junio 2019 - 09:54 Hora
Ascension del Señor

1L.- Los cuarenta días de la estancia en la tierra del Resucitado, han sido un último tiempo de preparación de los apóstoles. La Resurrección no es el final, sino el preámbulo de una nueva etapa del Reino: la estancia de Cristo sentado a la derecha del Padre y de la misión de la Iglesia.
2L.- S.Pablo pretende que los efesios reconozcan: a)la esperanza a la que somos llamados, b)la herencia que esperamos, y c)el poder de Dios que se manifestó en la exaltación de Jesús resucitado y ahora actúa en nosotros, los creyentes, hasta que también resucitemos como nuestro Señor. La experiencia del dinamismo de la salvación sustenta una actitud esperanzada que se manifiesta en la acción de gracias por lo que ya han recibido y en la petición confiada de lo que está por venir.
Ev.- La ascensión es el reconocimiento de que Jesús ha regresado junto al Padre, es el resultado de la resurrección. A partir de ahora, habremos de verlo con los ojos de la fe, visión mucho más importante que el verlo físicamente.

PARA LLEVARLO A LA VIDA
El misterio de la Ascensión expresa que Jesús vive tras la resurrección en el seno del Padre, de donde había venido. El cielo que se eleva sobre la tierra, es símbolo de la intimidad inaccesible de Dios. Dios ha recibido ya en su seno al "primogénito de los muertos", al adelantado y cabeza de todos los hombres, uno de nosotros, que en su humanidad se ha llevado consigo un pedazo de nuestro mundo: su cuerpo glorioso. Y por Jesucristo y en Jesucristo nuestro mundo es una realidad entrañable y entrañada en el seno del Padre.
La Ascensión significa que Dios ama al mundo, a todo el mundo. Y significa que todo el mundo siente el impacto del amor de Dios y que las criaturas suspiran esperando que un día se manifieste la gloria de los hijos de Dios y aparezca la nueva tierra y el nuevo cielo. A partir de la Ascensión del Señor, la esperanza trabaja la historia de los hombres que son hijos del Futuro. El cristiano no puede ser un hombre que pase por el mundo con indiferencia. El cristiano ha de mantener viva la esperanza del mundo.
La Ascensión de Jesús significa que ha llegado el momento de nuestra responsabilidad: Jesús inició una tarea; nosotros tenemos que completarla: construir el reino de Dios, el reino de la paz y del amor. Por eso, no es cuestión de quedarse mirando al cielo, sino de inclinarse sobre las necesidades de la tierra. Lo nuestro es "anunciar a los pobres la buena nueva, proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, dar la libertad a los oprimidos y proclamar la misericordia y la gracia del Señor".
El Señor nos manda para que acudamos allá donde se nos necesite, donde haya un clamor, una injusticia, una tarea, una soledad. Nos manda para que seamos instrumentos de su paz. Nuestra misión es ir, como Jesús, por el mundo «haciendo el bien», amando, amando, como Jesús.
Desde esta conciencia viva, invoquemos la ayuda de Dios Padre en nuestro camino de fe:
Te damos gracias, Señor y Dios nuestro,
porque has resucitado a tu Hijo
y lo has encumbrado hasta tu diestra en el cielo.
De este modo has suscitado en nosotros una gran esperanza
y has abierto camino a las aspiraciones de nuestro corazón.
Te pedimos, Señor y Padre nuestro,
que sepamos ver tu claridad en los acontecimientos,
que podamos ver tu huella en todas las cosas,
para que no se apegue a ellas nuestro corazón
y se vea libre para remontarse hasta Ti.
Ayúdanos, Dios y Padre nuestro
a buscarte en el dolor y en la adversidad
a descubrirte en el gozo y en los placeres,
a sentirte cercano en los que sufren y tienen hambre,
a mirarte con amor en el pobre y el marginado.
Danos tu Espíritu, ¡oh Dios!,
para construir una vida y un mundo más hermoso,
donde todos puedan vivir en armonía como hermanos,
donde todos puedan llegar a conocerte
y en todos viva la esperanza de tu gloria.

EUCARISTÍA, 1993

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