Usted está aquí: Inicio

Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Sábado, 22. Junio 2019 - 16:38 Hora
Solemnidad del corpus christi

1.- El rey de Salem ofrece el pan y el vino de la hospitalidad al que vuelve victorioso de sus batallas. Es una comida de comunión con él. El sacerdote del Altísimo alaba a Dios que dio la victoria a Abrahán; y éste hace suya la alabanza, reconociendo que su Dios es el mismo a quien venera el sacerdote cananeo.
Lo que Melquisedec simbolizaba se hace realidad en Cristo, verdadero rey de justicia y de paz, el que es todo bendición, el que ofrece un pan y un vino de más hondo significado, memorial del amor más grande, signo de la unión más perfecta y anuncio de los bienes definitivos. En Cristo empieza un nuevo reino y un nuevo sacerdocio.
2.- Este es el texto más antiguo referente a la institución de la Eucaristía, escrito hacia el 57, y recoge una tradición venerable que procede de Jesús.
La Eucaristía está ahí, en el centro de la historia: recordando la muerte del Señor y el gran amor que lo llevó hasta la entrega; y anunciando el retorno del Señor. Un recuerdo que compromete y se hace esperanza.
Ev.- El El milagro de la multiplicación de los panes y de los peces es símbolo de la Eucaristía. Nuestras celebraciones eucarísticas no se deberían multiplicar sin que al mismo tiempo, con nuestro estímulo y colaboración, se multiplique todo lo necesario para nuestros hermanos menesterosos. Lo mismo que él se entrega sin reservas y con creces, debemos entregarnos a los hermanos para conseguir una convivencia justa, fraterna.
PARA LLEVARLO A LA VIDA
Jesús se hace presente en el pan y vino que se ofrecen a Dios en la celebración eucarística. Son alimentos de la vida ordinaria, se convierten en la persona misma de Jesús, que se nos entrega en su sacrificio y su victoria sobre el mal y la muerte. El Crucificado está con nosotros: "Cada vez que coméis de este pan y bebéis de la copa, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva" (1 Cor 11, 26).
En la Eucaristía Jesús nos incorpora a su cuerpo que es la Iglesia. La comunión con Cristo se convierte en comunión entre nosotros para formar comunidad fraterna. Comulgar no es sólo recibir a Cristo en nosotros, es también avivar la conciencia de comunidad, para vivir no como egoístas, sino como hermanos, unos al servicio de otros, cada día, tal como Jesús nos enseñó en la última cena, lavando los pies de sus discípulos. Nos urgía con este gesto a poner en ejercicio el amor fraterno con servicios que aliviasen al hermano.
De la Eucaristía brota, como de su fuente, todo el amor en la Iglesia. Porque la participación en la resurrección de Cristo reclama una vida nueva que supera el egoísmo. Sólo así se descubre la dimensión de fraternidad. Proclamar la muerte del Señor implica reconocer la presencia de Jesús en todos los que continúan su "pasión" en el dolor y en la injusticia.
¿Dónde está Cristo? No sólo en el sacramento del altar. El mismo nos ha dicho que tiene rostro de hombre: "Tuve hambre y me disteis de comer, estaba preso y me vinisteis a ver..". Este es un modo de presencia muy intenso, inequívoco, pero que no solemos advertir.
Al adorar la Eucaristía hemos de recordar que Cristo que se sacrifica por los hombres para el perdón de los pecados. Por eso, comulgar es compartir con Cristo su propio sacrificio en servicio a los hombres. Y por eso es incomprensible pretender conformarse sólo con recibirle, sin sentirnos al mismo tiempo comprometidos a darnos en servicio a los hermanos. Ni tiene sentido compartir el Cuerpo de Cristo si nos cerramos a compartir con el necesitado nuestros bienes.
Hoy se celebra el día de la Caridad. Celebramos el amor de Dios que muere y se nos da en alimento, para mantenernos unidos a El, en una misma Iglesia. Hemos de examinar si damos a la comunión el valor que el Señor quiso darle: signo eficaz de unidad y entrega.

Sábado, 15. Junio 2019 - 15:50 Hora
Fiesta de la Stma Trinidad

1.L- Los sabios de la Biblia inspirados por el Espíritu, Intuyeron que la realizad responde a un proyecto deliberado, al que llamaron sabiduría, una imagen que el creador se hizo para guiarse al crear. Estaba, por lo tanto, con Dios antes de que nada existiera. Descubierta desde la realidad, vuelve a ella para ofrecerse como explicación de su hondura.
2L.-S. Pablo conecta la vivencia cristiana (justificación, esperanza, las virtudes) con la Trinidad. Profundiza hasta la fuente del misterio salvífico desde la realidad del hombre salvado y presenta al Padre como origen y destino de la humanidad, obrado por la acción de Cristo, aplicado a la comunidad por el Espíritu.
Ev.- El Espíritu guiará a la verdad plena como intérprete de Jesús y del Padre

PARA LLEVARLO A LA VIDA
En los últimos libros del AT se comienza a hablar del Espíritu, de la Sabiduría, de la Providencia como si fueran a un tiempo algo de Dios y alguien distinto de él... Así se va preparando la revelación que acontece con la venida de Cristo, que tiene su prefiguración en la Sabiduría. Su enseñanza desvela el misterio del Dios trino. Y el Espíritu santo nos ayuda a comprender y profundizar en el.

La verdad no es un concepto sino una persona. La verdad plena es la comprensión más profunda de Jesús y de su mensaje. Y Pleno no en sentido de totalidad cerrada sino en sentido de más profundidad. El conocimiento de una persona no se hace ni se agota una vez por todas: se va haciendo diariamente.
Asi ocurre con el conocimiento de Dios. Cuando Jesus tiene que irse todavía les queda a sus discípulos mucho que aprender. La profundización en el conocimiento de la persona, del mensaje y de la obra del Maestro sólo es posible bajo el influjo del Espíritu Santo.
Jesús es la misma Verdad o Palabra de Dios. Y el Espíritu Santo es el espíritu de Cristo, el Espíritu de la Verdad. De ahí que esta Verdad sólo pueden comprenderla plenamente los que reciben su Espíritu.

El Espíritu no enseñará nuevas verdades, sino que recordará lo que el Padre reveló de una vez por todas en Cristo, que es su Palabra; será también un Espíritu para anunciar lo que aún está por ver, la manifestación de Jesús cuando vuelva.

Lo mismo que Jesús glorificó al Padre dando a conocer a los hombres lo que él había recibido del Padre, así el Espíritu glorificará a Cristo conduciendo a los hombres al pleno conocimiento de la Verdad y comunicándoles lo que él recibe de Cristo.
Celebremos la festividad de hoy con docilidad al Espíritu, acrecentando nuestra identificación con Jesús y reconociéndonos enviados del Padre para hacer nuestra presencia fructífera en el mundo. La fiesta de la Trinidad nos invita a contemplar nuestro ser y estar en el mundo desde el prisma de la originalidad misma de Dios: la comunión familiar de personas, comunicación fecunda y amorosa, original, total, totalizante. Si nos insertamos en esa corriente del Dios trino vivimos ya la vida futura, que es la vida primera anterior a la creación del mundo.

Nueva contribución  Vieja contribución

Iniciar sesión