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Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Viernes, 19. Julio 2019 - 09:41 Hora
XVI Domingo TO (ciclo C)

1L.- La hospitalidad de Abrahán es recompensada con la promesa de un hijo, el nacimiento de Isaac. La ambigüedad de los misteriosos caminantes abre espacio a la fe, revela y oculta a la vez. Para el patriarca el hijo equivale al "pueblo grande" que esperaba. Sus descendientes son los hijos de la promesa.
2L.- Pablo advierte que la salvación realizada en Cristo ha de ser anunciada y que las tribulaciones que van unidas a la predicación del evangelio pertenecen a los "dolores de Cristo". Por eso el apóstol se esfuerza para que la enseñanza y la sabiduría cristiana llegue a todos.
Ev.- Jesús va a visitar a una familia amiga. Una piadosa interpretación considera a las dos hermanas como símbolos de la vida activa y de la vida contemplativa dentro de la iglesia. Pero esta visión rebasa el sentido de la escena, todo es mas mucho mas simple. Jesús dice a Marta que cualquier cosa es suficiente para comer, que ha ido a verles y a hablarles del reinado de Dios, y sólo esto es lo que importa.
PARA LLEVARLO A LA VIDA
Los textos nos hablan de hospitalidad y acogida. Dios cuya visita siempre es fecunda
El evangelio recoge una escena sencilla y cotidiana. La enseñanza es explicita: Sólo una cosa es necesaria: La escucha de la palabra del Señor.
Como suele ocurrir con las visitas que llegan a casa, no falta quien anda demasiado preocupado por los preparativos para disponer lo necesario, deseoso de agasajar al visitante. En su buena intención Marta olvida lo esencial: escuchar al huésped. Corre de un sitio a otro disponiendo la mesa y desatendiendo al invitado al que quiere servir.
La contraposición de Marta y María no es si vida activa o vida contemplativa sino a nivel de escucha y atención o no de la palabra de Cristo. No se contraponen dos formas de vida (activa secular o contemplativa, monástica) sino dos actitudes que pueden darse en una misma forma de vida: la del discípulo.
El tipo del auténtico cristiano (que escucha y cumple la palabra de Jesús) está representado en la figura de María. Para que sea auténtica, la acción cristiana (el amor al prójimo) ha de estar fundamentada en la escucha de Cristo. Sólo la "escucha de Jesús" puede determinar una existencia cristiana autentica que profundiza especialmente en el don de la fe. Sólo si descubrimos que Dios ha revelado toda la fuerza de su amor, podemos convertirnos en fuente de amor para los otros.
La escucha de la palabra de Jesús es una exigencia fundamental del amor a Dios. Esta exigencia de escucha es tanto más imperiosa cuanto que a veces damos la sensación de organizar el mundo a partir de nosotros mismos y no de Dios.
Cuando la Iglesia imita a Marta, procede como una empresa, donde todo está previsto, organizado, programado para Cristo pero sin atender a Cristo. Andamos sobrados de estrategias misioneras y de preocupaciones evangelizadoras: Cristiano, sacerdote, instituto religioso, Iglesia... "Te afanas y preocupas por muchas cosas...". Urge recuperar una Iglesia cordial que atienda y recoja la palabra del Maestro. Lo único que le importa es su presencia, su enseñanza aunque luego haya que improvisar atendiendo al susurro del Espíritu santo.
Urge una Iglesia embelesada al escuchar a su maestro. Una Iglesia de oídos y brazos abiertos, de atención viva a su único Señor, en actitud de auténtica obediencia que escucha la palabra y vive inmersa en el gozo y exigencia que ella nos produce.

Martes, 9. Julio 2019 - 18:16 Hora
XV Domingo TO (ciclo C)

1L.- Moisés inculca el cumplimiento de los mandamientos como camino de vida. No son inasequibles, ni lejanos, ni difíciles. Dios se revela y se acerca al hombre en ellos. Está ya en el corazón de quienes le han encontrado como salvador. La obediencia a su palabra es la respuesta en amor al que en amor se adelantó. La ley inscrita en el corazón.
2L.- Recoge un gran himno a la gloria de Cristo, imagen del Dios invisible, creador y redentor: Alabanza a Cristo, creador de todas las cosas; acción de gracias por el redentor, Cabeza del Cuerpo de la Iglesia y honor a Aquel que lo ha reconciliado todo en El.
Ev.- Ante la pregunta del doctor de la ley responde Jesús pasando de la teoría a la "práctica". No se trata de saber sino de hacer, de cumplir el mandato divino.
PARA LLEVARLO A LA VIDA
Cristo expresa que hay una sola obligación: amar. Y que el amor tiene dos dimensiones: Dios y el prójimo. ¿Dos amores? Sí, el verdadero y el falso. Porque siendo verdadero el amor que brota de la fe, sólo hay un amor.
Cristo unifica el amor; hace notar que Dios no está en el templo del sacerdote y del levita, sino en el herido del camino. Quien de veras ama a Dios, se volcará sobre el herido, como el samaritano. El herido es un hombre, sin nombre, sin apellidos, sin pertenencia religiosa o política; y esto basta. Lo único que importa es que nos necesita. Quien ama de verdad al prójimo, encuentra a Dios. Dios no está lejos, está ahí, en el otro, en ti.
Prójimo no es el que yo busco, es el que me tropiezo de improviso en su necesidad. Nuestra sociedad, nosotros mismos, nos entusiasmamos con teorías de paz, amor, justicia; mientras los fragiles, los menesterosos, continúan tirados al borde del camino, apaleados por estas sociedad materialista y casi muertos. ¿Por qué? Por insolidaridad e individualismo. No son las teorías las que liberan al hombre, sino las obras.
No importan las ideas, sino la actitud. Hay muchos que tienen muy buenas doctrinas, pero sus obras no lo son. Muchos cristianos piadosos, muchas religiosas meditan el evangelio, pero ociosos ¿qué hacen en bien del necesitado? ¡Cuántos rodeos para no atender a nadie, cuanta escusa! ¡Cuánta doctrina social de la Iglesia y qué poca Iglesia interesada en ponerla en práctica!
Jesús enseña dos cosas: que todos somos compañeros, prójimos, caminantes por el mismo camino, que como discípulos suyos deberíamos comportarnos como buen samaritano: todos somos personas, hijos de Dios. Por eso deben prevalecer el amor y la solidaridad. No es pensar lo que importa, es hacer.

"Vete y haz tú lo mismo".

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