Usted está aquí: Inicio

Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Sábado, 31. Agosto 2019 - 23:59 Hora
XXII Domingo TO (ciclo C)

1L.--La humildad halla el favor de los hombres y de Dios, estiman al que, por humilde, le valora en su grandeza. Y toda la grandeza humana, al reconocerse en su pequeñez creatural, se abre a la infinitud. Dios se revela como suprema sabiduría al humilde que adora. El autosuficiente se termina en sí mismo; el cínico no arraiga en tierra alguna.
2L.- La teofanía del Sinaí, infundió el temor a un pueblo que no se atrevió a subir a la montaña sagrada. Y Dios se mostró entonces como tremendo e inaccesible. Muy distinto es el estilo de la revelación de Dios en la Nueva Alianza. Los bautizados y pertenecen al nuevo Israel, tienen acceso libre a la morada de Dios, han ascendido al monte Siòn y a la ciudad del Dios vivo. Con estas imágenes bíblicas se nos habla de la más íntima comunicación de los hombres con Dios por Cristo.
Ev.-Jesús aceptaba la invitación de los fariseos, aunque sabía que la intención no era pura, que lo estaban espiando. Pero aprovecha toda ocasión para enseñar y exhortar.

PARA LLEVARLO A LA VIDA
Jesús ve cómo los comensales se disputan los primeros puestos. El deseo de figurar era una de los defectos típicos de los fariseos. Jesús afea su infantilismo y su mala educación. Jesús aclara el significado del ejemplo: "Dios enaltece a los humildes y humilla a los soberbios".
El mismo en la Ultima Cena ocupa el último lugar, el de los siervos, y lavando los pies a sus discípulos; y al día siguiente descendía mucho más al ser colgado en la cruz entre dos ladrones y fue exaltado a la diestra del Padre. Jesús nos pide una humildad de corazón, lo mismo que pide la conversión interior y no sólo exterior.
Seguidamente Jesús se dirige a quien le había invitado para decir que el amor auténtico se muestra cuando se ejerce sin esperar recompensa alguna. El que invita a los pobres no puede esperar ser invitado por ellos en otra ocasión.
Los que somos invitados por Cristo a su mesa deberíamos poseer la virtud del «último puesto», que nos hace reconocer sinceramente que nuestra poquedad. Ante Dios no valen pretensiones ni suficiencias, sino coherencia y humildad. La invitación nos llega no por merecimientos humanos, sino por gracia. La humildad cristiana consiste en el arrepentimiento, para que nuestra fe no sea pobre, nuestra esperanza coja y nuestro amor ciego.
El banquete es un símbolo empleado para hablarnos del Reino de Dios y que los pobres son aquéllos a quienes se ha prometido el reino de Dios. Invitar a los pobres sería tanto como sentarse a la mesa de los pobres, solidarizarse y esperar entrar con ellos en el Reino que les ha sido prometido.

Viernes, 23. Agosto 2019 - 21:59 Hora
XXI domingo TO (ciclo C)

1L.-La salvación se define con el término «reunir». Es el movimiento contrario al de la dispersión babélica y al de las expatriaciones. La unidad armónica es una esperanza; sólo concebible bajo el signo del Dios universal. El profeta señala los signos particulares la anuncian y la señalan como meta.
2L.-Recordando palabras de Isaías, el autor exhorta a las comunidades cristianas en las que ha desaparecido el entusiasmo de los comienzos y empieza a notarse la vacilación ante las primeras dificultades y la persecución que padecen. La vida cristiana es lucha y responsabilidad en medio de un mundo hostil que contradice al evangelio.
Ev.- La enseñanza de Jesús es una invitación: la puerta está abierta, entrad... No pretende intimidar sino estimular. Cuando se le pregunta por un número, el responde con una actitud: esforzaos y entrad.
PARA LLEVARLO A LA VIDA
A Cristo le plantean una cuestión que preocupaba en su tiempo: el número de los que se salvan. Los rabinos consideraban que, para salvarse, era necesario pertenecer al pueblo elegido.
Pero Jesús no responde a esa pregunta intrascendente sino que aprovecha para señalar la necesidad y urgencia de convertirse al evangelio. La "puerta estrecha" es una alusión al esfuerzo que requiere la auténtica conversión. Tarea que no puede dejarse para mañana, no sabemos si lo habrá. La puerta puede cerrarse en cualquier momento; de ahí la urgencia.
El Mesías ha venido "a los suyos" pero ni los vínculos de la sangre, ni la aproximación física va a servirles si no se convierten y creen en el evangelio. Lo que importa para la salvación es la fe y la adhesión espiritual a Jesús y su enseñanza. Si los "suyos" le rechazan, otros ocuparán su puesto. Hay "últimos" que pasarán a ser los "primeros", se está refiriendo a los creyentes provenientes de la gentilidad.
Lo que cuenta ya no es la descendencia de Abrahán sino creer con la fe de Abrahán e incorporarse a Cristo y al Reino que él anuncia.
Lo que salva es aceptar con fe el evangelio, que es un mensaje universal. Así pone de manifiesto que no es cuestión de número (ni que lo sepa o lo deje de saber), es cuestión de deseo, de transformación, de cambio de actitud ante la vida. Y hoy como ayer, hay quienes se sienten seguros de sí mismos y consideran que la conversión no es para ellos. No tienen nada que cambiar. Creen que Dios está debido con ellos porque cumplen. Pero también los hay dejados, despreocupados ante la salvación. No les interesa. Desprecian lo religioso, no les interesa la salvación, hasta que llegan las horas difíciles, en la clínica, en el hospital, en los peligros o la ancianidad... Y Jesús nos advierte que la vida presente y la futura, hay que saberla vivir para no perderla, por ello nos hace una llamada de atención, una invitación a la vigilancia y al compromiso.

Nueva contribución  Vieja contribución

Iniciar sesión