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Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Domingo, 12. Enero 2020 - 08:18 Hora
Bautismo del Señor

1L.- La figura del siervo del Señor es palabra de esperanza para los cautivos. Es una imagen mesiánica. En el siervo el espíritu de Dios urge el derecho, la justicia; es luz para todos los que no ven sentido. El modo del siervo es suave, pero firme; no quiebra lo frágil, pero tampco se quiebra en su misión. Está en todos los que sufren por la justicia.
2L.-Pedro proclama que ahora comprende lo que dicen las Escrituras, que Dios no hace distinción y que el Evangelio no puede detenerse ante las fronteras.
Ev.- La escena del bautismo de Jesús culmina en una teofanía. Se abre al cielo, desciende sobre Jesús el Espíritu y es anunciada su filiación divina y la complacencia del Padre sobre él.
PARA LLEVAR A LA VIDA
Cristo es presentado como el "siervo de Yahveh" que quita el pecado del mundo y está dispuesto a padecer por todos los hombres. Esta es la voluntad del Padre, y a ella han de atenerse Jesús y Juan. Y para explicitarlo acontece una teofanía, que permite hacer visible esta profunda realidad de la presencia de Dios en el mundo a través de Jesús. Era necesario lo sensible para poner de relieve la unión de lo alto con lo bajo, de Dios con el hombre. Asi se abre al cielo, desciende el Espíritu y es anunciada la filiación divina de Jesús y la complacencia del Padre.
El cielo se "rasgó" dando cumplimiento al anhelo secular de la humanidad caída, expresado del profeta Isaías para que Dios rompiera su silencio y dirigiera su rostro y su palabra al pueblo: "¡Ah, si rasgases los cielos y descendieses....!". Ha llegado el tiempo de la gracia y los cielos se rasgan para dar paso al Espíritu de Dios que actuará por las palabras y obras de Jesús salvando a los hombres. En Jesús, la Palabra de Dios, Dios sale al encuentro del hombre.
La "voz que viene del cielo" declara que Jesús es el Mesías, como anunció el profeta: "He aquí mi siervo a quien yo sostengo, mi elegido, en quien se complace mi alma. He puesto mi espíritu sobre él. En ellas se apoya el testimonio del Bautista, señalando a Jesús como "el elegido de Dios" y así atestiguó lo que él había visto y oído.
Cuanto se afirma de Jesús en su bautismo será lo que pondrá de relieve su acción y palabra, que es el portador del Espíritu, quien cumple a la perfección la voluntad de Dios, quien se entrega por los hombres en plena solidaridad con ellos para rescatarlos del mal y la muerte.

Lunes, 6. Enero 2020 - 10:17 Hora
Epifanía del Señor

1L.-El advenimiento de Yavé convierte a Jerusalén en un foco de luz para todo el mundo, en un faro que orienta todos los caminos. Los pueblos que yacían en las tinieblas de la muerte se levantan y emprenden la marcha bajo la nueva luz.
2L.- El plan de Dios es llamar a todos los hombres sin excepción para que sean partícipes en Jesucristo de la promesa. Los gentiles, que estaban "sin esperanza y sin Dios" (Ef. 2, 12), han sido equiparados en todo a los judíos. Unos y otros, si creen en el Evangelio forman una misma iglesia y son como un mismo cuerpo.
Ev.- La búsqueda de los magos y la adoración del niño
PARA LLEVAR A LA VIDA
Lo maravilloso de los magos de Oriente es que caminaron hasta Jerusalén desde la oscuridad de su paganismo, es que fueron capaces de ver al Rey que buscaban en el Niño que encontraron. Supieron reconocer el rostro de Dios en los rasgos de un hombre-niño. De modo que si no somos capaces de encontrarnos con Dios en los hombres, no lo descubriremos nunca.
Los magos, que habían abandonado todo, encuentran todo cuanto buscaban en el niño Dios en brazos de su madre. Se postran en su presencia y le abren su corazón y sus tesoros. Guiados por una estrella, han recorrido el camino de la fe, que es apertura y no cerrazón, es generosidad y no egoísmo, es encuentro y no ensimismamiento: es en definitiva, amor.La fe es la estrella que a nosotros, como a los magos, nos ha conducido a ver a Dios en el niño que ha nacido en Belén.

La fe no es ciega, es luz y claridad que se concreta en una actitud de búsqueda, de peregrinación y camino.
La fiesta de la Epifanía es para nosotros el reconocimiento del Señor. No basta que Dios se nos manifieste, pero es necesario que sepamos descubrirlo donde se nos manifiesta: en un niño, en la pobreza, en la debilidad, en la inocencia, en el hijo de la mujer, en el hijo del carpintero. Y este encuentro con Dios niño reclama de nosotros una transformación, un cambio profundo. La demostración de la fe es la conversión. No es posible creer y vivir con los criterios del mundo.

Para encontrar a Dios, como los magos, tenemos que dejarnos conducir por la estrella de la fe, salir de nosotros mismos,para ir al encuentro de los otros. Si nos decidiéramos a amar al prójimo como a nosotros mismos, nos sería más fácil creer en Dios. Pero, mientras tengamos vueltos los ojos y el corazón hacia nosotros mismos, ni podemos ver al prójimo ni podremos descubrir a Dios en un niño en brazos de su madre

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