Usted está aquí: Inicio

Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Jueves, 23. Enero 2020 - 08:29 Hora
III Domingo TO (ciclo A)

1L.- Una invasión enemiga hace sentir a las ciudades de Galilea una gran humillación. En la liberación que les anuncia, el profeta señala a Dios en la luz que rompe la tiniebla, en la alegría que seguirá a la humillación.
2.L.- Hay grupos enfrentados entre sí dentro de la comunidad.Pablo afronta el problema recordándoles que lo esencial es la adhesión a Cristo y no los medios por los que llegamos al conocimiento de Él.
Ev.-La profecía de Isaías, que hablaba de una luz aportada por el Mesías se ve cumplida en la proclamación del Evangelio del Reino, hecha por Jesús acompañada de gestos de curación de las enfermedades y dolencias del pueblo; que hacen realidad plena y luminosa la salvación.
PARA LLEVARLO A LA VIDA
Jesús para empezar su actividad, dejando Nazaret se estableció en Cafarnaún, la ciudad de donde ha salido la luz como profetizó Isaías, pero que contemplando más milagros que ninguna otra ciudad, sin embargo, no se convirtió. Nazaret, no había creído en el porque había crecido allí y conocían a su familia y por eso Jesús no obró allí ningún milagro. Tampoco creyó Jerusalén a la que hace varias visitas y desarrolla gran parte de su actividad: La ciudad santa, centro espiritual de Israel, porque Dios reside en ella, en el monte Sión, que ha escogido como morada... Vino a los suyos y no lo recibieron. Que paradoja: una gran luz resplandece en las tinieblas pero la humanidad está sentada en las tinieblas, por ello nos interpela:
"Convertíos porque está cerca el Reino de los Cielos". viene y no puede ser detenido, aunque no viene plenamente desarrollado, ni con toda su gloria. "Está cerca", es decir, está delante de la puerta, ante el corazón de la humanidad. No forzará al hombre ni a los pueblos. Dios llega, pero no viene si no es esperado ni aceptado. A la invitación de Dios, ha de corresponder la aceptación del hombre, que se expresa como acogida penitencial.

Al anuncio de la salvación le antecede el llamamiento a la penitencia. "Convertíos". Hay que cambiar nuestras actitudes ante la vida. Sólo cuando esto suceda llegará el Reino. No hay llegada de Dios sin transformación de la vida. Frente a este llamamiento son posibles dos respuestas: atenderla o rechazarla. Hay quienes conmovidos, reconocen sus errores y se manifiestan deseosos de cambiar de vida; y quiénes se sienten amenazados y rechazan a Dios.
Nosotros hemos atendido a la invitación: Venid conmigo. Tendremos que procurar hacerlo realidad: estar cada día un rato con Jesús. Contemplar lo que Jesús hace, meditando el evangelio. Escuchar con atención lo que Jesús enseña y establecer con él una relación personal de amistad. Dejarnos cautivar por Jesús para ir cobrando conciencia de todo lo que estorba en nuestra vida para que la voluntad de Dios se cumpla en nosotros -en la medida en que nos dejemos contagiar por Jesús- realizaremos una nueva forma de ser y de vivir: la conversión.

Jueves, 16. Enero 2020 - 07:36 Hora
II Domingo de TO (ciclo A)

1L.- Al siervo se le encomienda toda la tarea de llevar adelante la alianza que Dios ha hecho con su pueblo. A la luz de la resurrección, estas palabras adquieren verdadero sentido. En Jesús se ha cumplido todo esto con perfecta exactitud. Continuar la obra es tarea del cristiano.
2L.- Somos santos, no porque seamos perfectos sino porque estamos llamados a ser testigos de la santidad de Dios en nuestros pueblos en nombre de la Iglesia universal, a la que nos unen bautismo y eucaristía.
Ev.- Jesús es presentado como el cordero sacrificial. El es nuestra Pascua y el Cordero de Dios, el verdadero, el de la Alianza Nueva.
PARA LLEVAR A LA VIDA
La presentación como "cordero" a los contemporáneos de Jesús les recordaba las profecías de Isaías sobre el Siervo de Dios, que con su sufrimiento tenía que salvar al pueblo; y lo asociaba al cordero de Pascua, con cuya sangre los hebreos habían sido liberados de la esclavitud de Egipto. Decir que Jesús era el Cordero Dios equivalía a destacar el aspecto fundamental de su misión: destruir el pecado, combatir el imperio del mal con la fuerza del bien, del perdón y del amor.
Jesús es el Cordero de Dios porque ha cargado con los pecados del mundo y así nos trae la liberación del mal, la injusticia, la insolidaridad, el odio..., De los elementos contrarios al Reino que anunció e inició.
Jesús predica, pero antes hace lo que predica. Vive lo que dice. Es un hombre coherente por ello cuando intentan silenciar su testimonio no se calla, continúa testimoniando hasta morir. Fue sencillo, humilde pero era recio y paciente en su empeño: cumplir la voluntad del Padre.
La presentación que hace el Bautista fue pues, una profesión de fe. Proclamó que en El está la salvación. También nosotros sus discípulos, debemos atestiguar en favor de Jesús. Todos somos -debemos ser- evangelizadores, un precursor que abre camino a Jesús, que lo atestigua claramente, con su vida misma, que aporta un testimonio de fe vivida. Para ser evangelizador primero hay que vivir lo que se proclama y testimoniar con hechos, antes que con palabras, como muestra de la verdad de lo que se anuncia.
("Predicad con corto sermón, y sólo si hace falta, emplead la palabra", era la consigna que daba san Francisco a sus frailes). Esa es nuestra tarea.

Nueva contribución  Vieja contribución

Iniciar sesión