Usted está aquí: Inicio

Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Sábado, 8. Febrero 2020 - 09:17 Hora
V Domingo del TO (ciclo A)

1L.- La verdara religión no está en las prácticas litúrgicas sino en obrar con justicia. Dios nos espera en quien necesita ayuda realizarse como persona. En el se le encuentra. Quién promueve a la persona, es luz de Dios en el mundo.
2.L.-La fe no es auténtica cuando se apoya en la sabiduría humana del predicador, cuando es adhesión a un maestro brillante. S. Pablo no quiso hacer discípulos suyos, ni deslumbrar a nadie, sino llevar a todos a la luz de Cristo. Igual hemos de proceder nosotros.
Ev.-Vosotros sois la sal de la tierra
PARA LLEVAR A LA VIDA
El Señor usa en su enseñanza símbolos sencillos cargados de significado, imágenes domésticas: sal, ciudad en el monte, luz. Para describir nuestra misión como discípulos suyos.
La sal sazona, conserva preservando de la corrupción; y sirve como medio de limpieza pública.Pero para cumplir su misión tiene que dejar el salero y ha de disolverse en los alimentos. La tarea del cristiano es necesaria e insustituible en nuestra sociedad pero se ha de obrar con la humildad del que pasa desapercibido. Y cuando la sal se pierde, aún se puede usar en la limpieza pública e inevitablemente los transeúntes la pisan. Si los discípulos no cumplimos nuestra tarea de sazonar sal, no servimos para nada.
Los discípulos de Jesús hemos de ser luz que ilumina a los hombres y no hay más luz, si no vivimos como hermanos. El testimonio de la fraternidad y las buenas obras es como una pequeña lámpara de barro que quiebra la densa tiniebla. La luz es para otros. Con ella se ve, se puede caminar; y ocultarla no tiene sentido.
Como portadores del don de Dios, no podemos limitarnos a gozarlo y vivirlo sólo para nosotros. Hemos de alumbrar y dar sabor al mundo compartiéndolo, testimoniándo la fe. Jesús nos da ejemplo, el siempre actuó poniendo su poder y enseñanza al servicio de la gloria del Padre.Sus discípulos hemos de hacer de la tierra acción de gracias a Dios.
Con estas dos pequeñas parábolas, dirigidas a los que han escuchado las bienaventuranzas, nos señala el valor de las obras en favor de los hombres.
Reparemos en la ironía de la dificultad de que la sal químicamente no puede perder su sabor, o que la luz pueda físicamente serlo sin iluminar... con ello el Señor pone de relieve la gravedad de lo que sucede si los discípulos descuidamos las obras de la fe: nos engañaremos llamándonos discípulos, pero no lo habremos sido: es pues un aviso explícito para los que por la fe, queremos hacer la obra de Dios.

Domingo, 2. Febrero 2020 - 05:55 Hora
IV Domingo Adviento (Ciclo A)

1L.-El pueblo de Dios es un pequeño resto de la nación que sobrepasa sus fronteras y denominaciones. La promesa de la vida lograda es para los que, sin duplicidad engañosa, orientan toda la persona por la aspiración al infinito.
2L.-Dios se complace en elegir a los pobres, a los ignorantes, a los humildes, para que en medio de la debilidad y de la ignorancia resplandezca la fuerza y la sabiduría divinas. Y esto lo pueden comprobar fijándose en los que asisten a sus asambleas.
Ev.- Las Bienaventuranzas proclaman el sentido profundo de toda menesterosidad: hacernos descubrir la riqueza de los dones de Dios; movernos a acercamos a El con indigencia para dejarnos colmar de El.
PARA LLEVAR A LA VIDA
Las bienaventuranzas señalan la actitud inicial básica que constituye la exigencia básica para llegar al Reino de Dios. El que adopta esa actitud es ya "dichoso", pues hay para él una promesa que engendra esperanza y gozo. Las Bienaventuranzas expresan la nueva realidad de los que, con fe, optan por Dios en cualquier trance. No son sólo algo que sucede después, lo que uno se va a encontrar en el futuro... sino que ya, aquí y ahora, experimenta el amor y la cercanía de Dios.
Juan Bautista comenzó su predicación anunciando el juicio inminente de Dios, Jesús comienza proclamando las bienaventuranzas del Reino sobre aquellos que, a los ojos del mundo son desgraciados, los pobres, los sufridos, los que tienen hambre y sed de justicia, etc...; muchos hombres y mujeres no necesariamente cristianos y que comparten esas penosas situaciones siempre vividas desde su fe; pero sólo la última bienaventuranza remite directamente a los discípulos de Jesús, que hemos de ser sus testigos. De ahí que tú, seas un bienaventurado. Eres tú quien está construyendo el Reino y llegará un día en que esto aparecerá con toda claridad.
Jesús no sólo ha proclamado las bienaventuranzas, las ha experimentado en sí mismo: se ha hecho pobre, ha pasado hambre y sed, ha llorado y sufrido, ha sido perseguido hasta la cruz por amor a la justicia; sus palabras están acreditadas. Y el discípulo debe imitar a su maestro, hacer realidad en su vida la enseñanza de su maestro.
La perspectiva de futuro que Jesús introduce no es una evasión; sino que su esfuerzo merece la pena porque conduce a un término glorioso.

Nueva contribución  Vieja contribución

Iniciar sesión