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Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Jueves, 2. Abril 2020 - 01:55 Hora
Domingo de ramos

1L.- El siervo de Yahveh ilumina el sufrimiento, quiere ser palabra de aliento para los abatidos. Dios está en el sufrimiento con el siervo. Y siervos de Dios son todos los que sufren y escuchan el sentido. En ellos se redime el dolor.
2L.-Pablo presenta a Cristo como modelo, para que todos tengamos los mismos sentimientos que el tuvo.Por su obediencia al Padre y por su solidaridad con todos los pecadores, se anonadó hasta el límite: hasta la cruz, por eso Dios lo ensalzó para darle un "nombre" que está por encima de todo nombre.
Ev..- El Mesías es el Siervo de Yahveh, el justo perseguido. Los jefes se confabulan contra el Mesías. En la muerte de Cristo la tierra que tiembla y y se abre avisando que el mundo antiguo ha llegado a su fin. Se rasga el velo del templo, abvirtiendo que comienza la nueva y eterna alianza.
PARA LLEVAR A LA VIDA
Entramos en la semana «mayor» del año. Hemos de vivenciarla con recogimiento y atención. Reviviendo los misterios que nos dieron la vida, llenos de gratitud y devoción.. Participar en los sentimientos de Jesús, nos puede ayudar a compadecer, a sentir compasión y piedad de tantos millones de seres humanos inocentes que viven en la miseria, o mueren de hambre y que reproducen la pasión de Jesús por nuestras calles todo el año.
La Pasion nos es sólo un acontecimiento histórico, es actual. Y ante ante la pasión de nuestros contemporáneos, Jesús nos invita a poner en ejercicio la compasión cristiana: padecer con el sufriente como María, acompañar como Madalena o Juan, ayudarle como el cireneo o la verónica, reconocerle en el débil como Dimas, testimoniar le como el centurión...
Sin olvidar que, como discípulos suyos, podremos aceptar el dolor y la muerte, consecuencia de nuestra condición mortal, pero nunca aceptar el dolor y la muerte causados por un progreso insolidario, por un egoísmo obsesionado por el poder del dinero, por la ambición. Cristo ha muerto por todos.
-¿Qué sentimientos provoca en nosotros la pasión Jesús? Pasemos del sentimentalismo a la acción!

Lunes, 23. Marzo 2020 - 23:40 Hora
V Domingo de Cuaresma (ciclo A)

1L.- Ezequiel relata al pueblo en el destierro, la visión de unos huesos secos que reviven. Es un pueblo muerto y sin destino lejos de la tierra de promisión y de la relación con Dios que daba sentido a su historia. En su desconsuelo se hace presente la promesa de Dios: él apartará la losa de su tumba para que el pueblo se levante vitalizado por el Espíritu del Señor. Se insinúa ya la formación de un pueblo totalmente nuevo, unido por el Espíritu de Dios
2L.- La vida del nuevo pueblo de Dios es vida en el Espíritu. Existir "en el espíritu" es vivir motivado por el Espíritu de Jesús y aceptar gozosamente sus horizontes y su resurrección plenificante.
Ev.- El relato de la resurrección de Lázaro, es símbolo de la destrucción de la fatalidad. El hombre no es ya un ser para la muerte. Jesús: es la resurrección y la vida.
PARA LLEVAR A LA VIDA
A nosotros nos ocurre como a Marta, creemos que Jesús puede curar a los enfermos, que Dios escucha siempre su oración; pero no acabamos de entender que, reconocerle como señor de la vida, implica vivir ya como resucitados.
Ella sabe que con su presencia puede sanar, por eso se lamenta de que llegue después de haber enterrado a su hermano. Jesús le dice que él es "la resurrección y la vida"; que tiene poder para resucitar y dar la vida a cuantos crean en él. Pero no puede comprender todo lo que escucha.Cristo convierte en realidad la metáfora del profeta Ezequiel. Pasó por la vida abriendo sepulcros y resucitando muertos. El es la Resurrección. Vida y Muerte se enfrentan en el sepulcro de Lázaro. Jesús es el que llora por un amigo y es el "Yo soy", el tiene y da el ser, el que llama todo a la existencia.
La resurrección de Lázaro muestra que la fe es la posesión de la vida eterna ya, ahora. Los que creen en Jesús poseen un don que no puede arrebatarle la muerte corporal.
No es necesario esperar hasta el "último día" para la posesión de la vida eterna. Este milagro es la señal más portentosa de lo que Jesús es para todos los que creen en él. La fe en la resurrección no es la creencia en una vida como ésta, prolongada indefinidamente. Ni es sólo una fe en "otra vida", como si no tuviera que ver con este mundo. Es fe en la plenitud de la vida, distinta a todo lo que la muerte lleva consigo. Es una fe activa contra lo que se opone a la vida y a la abundancia de la vida. Es una fe empeñada en la transformación de esta tierra para que en ella se manifieste la gloria de Dios.
Jesús, dando gracias, pide al Padre para que todos cuantos contemplen el milagro crean que él es su enviado y tengan vida creyendo. Pero no todos los que vieron creyeron. Algunos de los testigos fueron a contar lo sucedido a los fariseos, los enemigos de Jesús. Y éstos decidieron acabar con él. La incredulidad no le detuvo ni ha de hacer con nosotros.
¿Quieres ser amigo de Jesús, aquel que abre los sepulcros y da la vida? Pues sólo te pide una cosa: creer.

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