Usted está aquí: Inicio

Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Sábado, 30. Mayo 2020 - 07:57 Hora
Solemnidad de Pentecostés

1L-Ha terminado la obra de Jesús y debe comenzar ahora la misión en el mundo la comunidad de Jesús. En el momento de la despedida y marcha de Jesús, el Espíritu Santo entra de lleno Entre el Señor que marcha y el que ha de volver, se encuentra el tiempo del testimonio de los apóstoles y de toda la iglesia. Aquí se funda la espera del cristiano en la parusía.
2L.- La comparación con el cuerpo viviente permite entender lo que es la Iglesia y nos muestra que hemos de complementarnos. No hay comunidad auténtica, si cada uno no participa activamente en ella poniendo su talento al servicio de todos.
Ev.-El Espíritu Santo es el gran don pascual que encierra en sí todos los demás dones. El Espíritu une para siempre a todos los discípulos con su Maestro; reúne a todos entre sí e inaugura un mundo nuevo por medio del perdón de los pecados.
El soplo de Jesús sobre sus discípulos, evoca el Génesis donde Dios exhaló su aliento sobre Adán y éste comenzó a vivir. Aquí también se trata de una creación después de la resurrección.
PARA LLEVAR A LA VIDA

El misterio de la venida del Espíritu Santo en lenguas de fuego sobre la cabeza de los apóstoles, es la réplica de Dios a la confusión de las lenguas, a la torre de Babel.
El Espíritu que desciende es la fuerza de Dios que hace hablar a los mudos. Los discípulos de Jesús habían enmudecido, estaban callados como muertos, encerrados en el cenáculo por miedo.El Espíritu Santo y les devolvió la capacidad de hablar y el valor para confesar en público que Jesús es el Señor.
Además fue el Espíritu el que abrió los oídos de las gentes para acoger el evangelio. El misterioso acontecimiento de Pentecostés irrumpe en este sombrío mundo fraccionado en lenguas y culturas, y, sin suprimir las diferencias, crea disposiciones para el entendimiento mutuo y pone las bases para la fraternidad universal. La iglesia, comunidad de todos los creyentes, es obra del Espíritu divino.
El nuevo modo de hablar inaugurado por el Espíritu no tiene sentido si no es expresión de una vida nueva: la palabra da expresión a la vida, ésta ha de ser la confirmación de la palabra. De ahí que el problema que padecemos los cristianos, es un problema de vida, de auténtica fe, de una fe con obras. Si hemos sido bautizados por rutina y vivimos el cristianismo como una costumbre, el evangelio no llegará a los hombres y no podrán entender lo que les anunciamos. Y entonces añadiremos confusión a la confusión de lenguas que padece nuestra sociedad.
La Iglesia no es una comunidad cerrada sobre sí misma y alejada del mundo. Jesús reúne a sus discípulos para enviarlos al mundo, para que continúen su misión: "Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo". Y para que puedan cumplir la misión les comunica su Espíritu: "Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo". El gesto nos recuerda al Génesis, cuando Dios "insufló su aliento" en el rostro de Adán y "resultó el hombre un ser viviente". A partir de Cristo y en virtud del Espíritu de Cristo comienza una nueva creación, una nueva vida. La iglesia es el símbolo y el instrumento al servicio de esta nueva vida, que es vida para el mundo.
La eucaristía termina siempre con la misión al mundo: "Podéis ir en paz". Quiere decir que nuestra misión al mundo es una misión de paz, de reconciliación, de esperanza. Los cristianos somos mensajeros de una buena noticia, que se ofrece como testigos del amor de Dios hecho diálogo y entendimiento con la humanidad.

Sábado, 23. Mayo 2020 - 01:37 Hora
La Ascensión del Señor

1L.-La ascensión se inicia en la subida a la cruz, al colmo del amor a los demás, al límite del espíritu de servir, al extremo de la obediencia al Padre. Por eso el que sube a la cruz ascenderá hasta el cielo y se sentará a la derecha del Padre.
2L.-La Ascensión de Cristo supone el dominio definitivo sobre todo lo que amenaza a la existencia humana.
Ev.- Jesús asciende a los cielos y envía a los suyos a predicar el Evangelio por todo el mundo.
PARA LLEVAR A LA VIDA
La ascensión de Jesús. Tiene una doble perspectiva. De una parte, confirma nuestra fe en la resurrección de Jesús, que vive y sube al cielo y se sienta junto al Padre. De otra parte, nos convence de que ha llegado nuestra hora, nos infunde su espíritu para cumplir con la tarea de extender noticia del Evangelio.
Es tiempo de salir a los caminos del siglo XXI para llevar a todos noticia de la salvación. La tarea que surge con la ascensión del Señor, es la de ir al mundo y hacer discípulos. Ese es el encargo, esta es la misión y la razón de ser de la Iglesia. La oración y la liturgia son el sostén de la esperanza, estímulo y aliento para que no nos cansemos de predicar. Son como el a la cruz, al servicio, al amor y a la solidaridad. La Iglesia no es un círculo de creyentes sino un movimiento evangelizador, para ayudar a todos a descubrir en el mundo la huella de Dios; para denunciar el mal y la cizaña y señalar todo lo bueno, lo justo, lo noble de la vida, para que surja una humanidad solidaria y en paz.
El evangelio recoge una espléndida promesa de Cristo: "Y sabed que Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo". Quien nos envía al mundo con la misión de descubrirle a Dios está respirando a nuestro lado todos los días; no vamos solos, junto a nosotros está realmente el Maestro. Es muy posible que en nuestra salida al mundo sintamos frecuentemente la tentación de abandonar el intento, de huir de la responsabilidad... Pero si de verdad creemos que a nuestro lado está Cristo, venceremos!
Este día de la Ascensión hemos de pensar en cómo cumplimos el mandato de ir al mundo, Si estamos bautizados, ¿por qué no estamos dispuestos a realizar la tarea de la fe? ¿Por qué no pasamos de celebrar el rito al reto de edificar el Reino?¿Buscamos el Reino de Dios y su justicia? ¿Qué anunciamos, qué dicen nuestras obras, nuestras palabras, nuestras expectativas? Sólo vamos a la Iglesia o estamos en la Iglesia?
La celebración eucarística es una profecía del mundo que esperamos como don de Dios y tarea de la humanidad. En ella hacemos memorial de la exaltación de Jesús a la derecha del Padre y, celebrándola, anunciamos su venida gloriosa, que conducirá al hombre y a todo el universo a la plenitud.

Nueva contribución  Vieja contribución

Iniciar sesión