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Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Sábado, 26. Septiembre 2020 - 15:09 Hora
XXVI Domingo TO

1L.- El profeta pone el acento del destino del hombre en la responsabilidad personal. Cada uno es protagonista en el rumbo de su suerte. La palabra de Dios por el mensajero llama a todos; y la llamada es fuerza. Con todo, uno desde la perdición elige la vida y otro desde la justicia elige la muerte.
2L.-Encarcelado y juzgado por ser cristiano, Pablo pide con autoridad a los miembros de la comunidad de Filipos que den testimonio cristiano de concordia y amor. El egoísmo, la envidia y la presunción habían empezado a causar estragos en la comunidad; y se estaba convirtiendo en un antisigno escandaloso. En estas circunstancias, Por ello les pide que tengan la grandeza de ánimo para superar el propio interés y abrirse con sencillez a los demás y les propone el ejemplo de Cristo.
Ev.- En la parábola de los dos hijos a los que se pide trabajar se describen dos actitudes contrarias. Los dos hijos tipifican los dos grandes grupos en que se divide el pueblo de Dios. Los que son considerados pecadores: su respuesta muestra la desobediencia y rebeldía; pero luego son capaces de arrepentirse y hacer la voluntad de su padre. Y la de aquellos que se creen "justos"-los que dicen y no hacen; los que no obedecen-.
Toda la fuerza de la parábola está en el hacer o el dejar de hacer, que es lo que en definitiva cuenta ante Dios.
PARA LLEVAR A LA VIDA
Un hijo guarda las formas educadamente pero no hace la tarea. El primero bse niega de forma destemplada pero recapacita y acaba haciendo lo que se le pide. El otro hijo es taimado, el de las buenas apariencias y mejores palabras. Es imagen de beatos y curas palabreros, gentes falsas y taimadas que abundan en la Iglesia y la politica. La actitud del segundo es la preferida. Pero son los hechos dan contenido a las palabras (o en este caso a la autenticidad de la fe y la oración); las palabras sin hechos quedan convertidas en algo peor que simples sonidos: significan la negativa a cumplir la voluntad del Padre.
Hemos de preguntarnos: cual de los dos hijos me representa? Cumplo la voluntad de Dios? Porque lo que se describe en la parábola de Jesús puede ocurrir hoy en tu vida. Puede suceder que unos tengamos sólo buenas palabras y otros la buena obediencia, que unos tengamos los rezos y otros el amor al prójimo, que unos llamemos bienaventurados a los pobres y otros sean los pobres y los bienaventurados, que unos sólo digamos "Señor, Señor" y otros sean los que cumplen la voluntad del Padre. Puede suceder, y sucede muchas veces. Incluso puede ocurrir que en la Iglesia se predique solemnemente el Evangelio de Jesús con pontifical es y jerarcas y que ese Evangelio sea vivido con simplicidad por muchos que no se llaman cristianos o por otros que viven fuera de la Iglesia institucional, y que consideramos pecadores y publicanos. Este Evangelio viene a denunciar nuestras imposturas, examinemonos no sea que nuestra vida cristiana se vea reducida a la oquedad de bellas palabras.

De ahí que la advertencia de Jesús a los sumos sacerdotes y senadores de Israel, a los dirigentes espirituales de su pueblo, es también una amonestación para nosotros. Hemos preguntarnos muy en serio cual de hijos de Dios me representa.

Sábado, 19. Septiembre 2020 - 11:29 Hora
XXV Domingo del TO (ciclo A)

1L.- La llamada a conversión por el profeta cuenta con la actitud del hombre que da el paso y con la de Dios que convierte. Ni el hombre se puede convertir sin la fuerza de Dios que le atrae, ni Dios convierte al hombre, sin el hombre que se orienta hacia él.
2L.-San Pablo, desde la cárcel de Efeso, escribe a la comunidad de Filipos, relativizando su propio testimonio martirial. Lo verdaderamente absoluto para él era cumplir su tarea evangelizadora.
Ev.- La parábola de los jornaleros contratadosven momentos diferentes del día, y que reciben el mismo salario, enseña que Dios obra como el dueño de la viña, que, por su bondad, se compadeció de aquellos hombres e hizo que, sin merecerlo, llegase a ellos un salario desproporcionado a su trabajo. La sentencia final: los últimos y l los primeros son el pueblo elegido, que se creía con peculiares privilegios ante Dios y con el derecho a exigir.
PARA LLEVAR A LA VIDA
El acento de la parábola recae sobre estos obreros de la hora undécima, los que no tienen nada que exigir, los que llegan tarde y se acogen al amparo de cualquiera que les pueda echar una mano. Jesús hace refiere a la bondad y la gracia de Dios. La causa del salario no está en el trabajo de quien lo recibe; sino en la bondad del que lo otorga. Este proceder sólo puede ser comprendido por un corazón que tenga experiencia de su propia culpa y haya experimentado el perdón amoroso de Dios. Quien se sabe pecador quiere que la gracia de la muerte de Cristo recaiga sobre todos.
La parábola deja clara la imposibilidad de comprender a Dios cuando se va a él con "exigencias" del tipo que sean. El que está seguro de sí mismo, el que tiene la certeza de poseer algo entre manos con intención de "comprar" el cielo no ha entendido de qué se trata en el evangelio.
Nos cuesta entender que los caminos del Señor son distintos a los nuestros. Dios es un amo generoso que no funciona por rentabilidad, sino por amor gratuito e inmerecido. Esta es la buena noticia del evangelio. Pero nosotros andamos empeñados en que aplique el metro injusto de la justicia humana. En lugar de intentar parecernos a él, andamos empeñados en intentar que él se parezca a nosotros. Pretendemos comerciar con él y que nos pague el tiempo que le dedicamos; que se reduce a unos ritos sin compromiso y unas oraciones sin corazón, a la calderilla de nuestros bolsillos y a palabras huecas. Con mentalidad utilitarista, a veces preguntamos: ¿Para qué sirve ir a misa, si Dios nos va a querer igual? Y de esta forma ponemos de manifiesto que no hemos tenido experiencia del amor de Dios y de su perdón y no somos capaces de corresponder en consecuencia amándole por encima de leyes y medidas. Olvidamos que la gracia ha sustituido a la ley. Necesitamos que existan las diferencias de trato. De esta forma, el amor al hermano se torna imposible.
Pero Dios es gratuito y generoso.Quien se sabe pecador quiere que la gracia de la muerte de Cristo caiga sobre todos. Ante la grandeza del amor misericordioso de Dios ¿quién puede andar con mezquindades y exigencias? Por ello, en la liturgia de la misa, en alguna plegaria se recoge esta súplica, concedenoslo, no por nuestros méritos sino conforme a tu bondad.

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