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Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Sábado, 31. Octubre 2020 - 17:16 Hora
Solemnidad de todos los santos

1L.- El número de 144.000 simboliza la totalidad de los elegidos y quiere decirnos que Dios protege a todos y a cada uno de sus elegidos. La victoria y la salvación que se celebra se debe al Cordero y a Dios, a quienes la muchedumbre incontable y los ángeles tributan "todo honor y toda gloria". Aunque todos han sido salvados por Dios y por la sangre del Cordero, Dios no ha ahorrado a ninguno de sus elegidos el pasar por la lucha y las tribulaciones. Y esto es lo que hace mayor el gozo de la victoria final. Así describe que el ideal de la humanidad es la superación de todas las fronteras y de todas las discriminaciones, una comunidad festiva en el reino de la paz.
2L.- El apóstol destaca con entusiasmo el insondable amor del Padre que ha dado a los cristianos el nombre de "hijos de Dios". Engendrados por Dios en el bautismo, participamos realmente, del modo de ser o naturaleza de Dios.Aunque esta filiación divina de los creyentes es ya una realidad, todavía es una realidad escondida e incipiente. El mundo del que S. Juan habla es el que rechaza la salvación de Dios. Este mundo no ha querido conocer a Dios y a su Hijo.
Ev.-Jesús habla de hombres y mujeres activos que, frente a situaciones concretas injustas, que adoptan actitudes justas. Y ello les hace bienaventurados, no desgraciados porque su destino es glorioso. Pues sólo Dios es capaz de hacer justicia, y un día la hará a cada uno.
PARA LLEVARLO A LA VIDA
La intención de la fiesta de hoy es invitarnos a todos a ser santos ante la insatisfacción que produce un mundo injusto, donde los hombres se mueven por el egoísmo, se rigen por la competitividad y resuelven sus disputas con violencia...
Ser santo es sentir la preocupación por los menesterosos y solidarizarse con quienes sufren para paliar su necesidad y trabajar para cambiar las cosas.
Ser santo es ofrecer nuestra compañía a quien se encuentra solo, ser capaz de escuchar y dar ternura.
Ser santo es tener mirada positiva sobre los otros, encontrar disculpa para el que yerra.
Ser santo es vivir en amistad con Dios, luchar para vencer nuestros defectos y procurar crecer en virtud.
Ser santo es saberse hijo de Dios y establecer hermandad con los hombres para, todos juntos, poder invocarlo como Padre.
Ser santo es vivir con la limpieza de corazón sin permitir sentimientos negativos o sucios; es manifestar un corazón noble que ofrece sinceridad y confianza.
Ser santo es tener una de grande, una confianza firme, esperanza, y una alegría contagiosa, porque experimentamos la cercanía de Jesús que hace posible que vivamos toda ocasión, aún la desgracia, como bienaventuranza.

Lunes, 26. Octubre 2020 - 19:53 Hora
XXXI Domingo TO (ciclo A)

1L.- El sacerdote es mediador de bendición, de instrucción y de aplicación de la ley. Es símbolo de la alianza, por su cercanía a lo santo. Cuando no trasparenta hacia Dios, se convierte en tropiezo. No hay por él bendición, ni luz, ni comunión con el infinito. La misión que le dignifica es exigente de servicio.
2L.- San Pablo, sin negarse a la posibilidad de que la comunidad sostenga económicamente la evangelización y "libere" al evangelizador, prefiere que este se mantenga con sus propios medios y ofrezca el Evangelio absolutamente gratis.
Ev.- Jesús en esta ocasión hace un fuerte ataque a los jerarcas, que no a la jerarquía. En la Iglesia debe haber siempre una jerarquía, pero sin olvidar que en la comunidad cristiana todos somos hermanos con un solo Padre y un solo Señor. Nos alerta ante el clericalismo y la "episcopalitis crónica" que se arroga facultades divinas.
PARA LLEVAR A LA VIDA
Jesús denuncia el proceder de escribas y fariseos y trata de prevenir a los discípulos sobre su mala influencia. Critica el interés en encumbrarse sobre los demás, las reverencias, los besamanos, las infulas... pues uno es nuestro Padre y, todos, somos hermanos.
Es obvio que escribas y fariseos no se sentaron en la cátedra de Moisés por iniciativa propia y llevados de su ambición. Eran maestros legítimos de la Ley, encargados de estudiarla y explicarla al pueblo. Jesús reconoce su magisterio y pide que se cumpla lo que ellos enseñan. Jesús denuncia la hipocresía de quienes no ayudan en absoluto a llevar la carga que imponen a los demás, porque escribas y fariseos habían creado un fárrago legislativo regularlando hasta los más mínimos detalles. Que constituía una carga insoportable, imposible de cumplir, y que ni ellos mismos cumplían.Acostumbraban a llevar sobre la frente y en el brazo izquierdo unos pergaminos enrollados y colgaban del borde de su manto unas orlas en los que estaban escritas las normas del Éxodo y del Deuteronomio para recordar todos los preceptos de la Ley. Esto era motivo de vanidad y el orgullo desmedido, y de afán de aumentar su prestigio ante el pueblo. Se hacían llamar "rabí", es decir, "maestro mío"; "padre" y "preceptores". Frente a ello contrapone el "yugo suave y la carga ligera" de su Evangelio.
, era el motivo de una serie de prácticas exteriores de estos escribas y fariseos.
La crítica de Jesús a letrados y fariseos alcanza a todo clericalismo, también, de nuestros días, cuyo deseo de notoriedad e influencia presenta siempre los mismos rasgos. Eminencia, excelencia, Ilustrísima, reverendísmo padre... títulos y filacterias que no cuadran con la sencillez de Cristo ni de su enseñanza y que resultan convenientes a la fraternidad cristiana.
El Papa, ante los obispos reunidos en la catedral de la Ciudad de México en 2016, lanzó un mensaje de crítica al estilo de vida y al ejercicio pastoral de los obispos y los invita a cambiar. Y en varias ocasiones ha alertado sobre un clericalismo no ayuda a los pastores, pues los convierte en jefes poderosos de su grey, más preocupados en ser servidos que en servir, ciegos y sordos a los clamores de los pobres, carreristas, buscando siempre una promoción. Una actitud que perjudica a los fieles, pues los convierte en objetos receptivos, inmóviles y estáticos, sólo capaces de obedecer, e instalados en la comodidad de quien no asume sus responsabilidades.

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