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Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Sábado, 28. Noviembre 2020 - 08:50 Hora
I Domingo de Adviento (ciclo A)

1L.- Con el aparente eclipse de Dios se agranda la figura de la culpa, se hace incómoda la existencia, se palpa a toda hondura la creaturidad. Pero Dios no está ausente. Los que parecen monologar, están dialogando con el Dios que viene y que está ya presente en la nostalgia y en la conversión a él como padre y redentor.
2L.- Dios es nuestro Padre como autor de nuestras vidas, pero sobre todo porque nos hace hijos suyos en Jesucristo, el Señor que nos trae la paz y la gracia de Dios e inaugura su Reino entre nosotros. La gracia y la paz, la salvación y la nueva vida, nos vienen de Dios por Jesús.
Ev.- La exhortación de Jesús es clara, nos pide vigilancia: velar no sea que vuelva de forma imprevista y nos encuentre "cabeceando". Se nos pide renunciar a hacer previsiones sobre el fin, y aguardar sin temor el fin, empleando el tiempo en el trabajo incansable del bien.
Para llevar a la vida
Invita el Señor a la vigilancia porque sabe que tendemos fácilmente a la modorra. Vivimos distraídos, descuidados y olvidados, dejando escapar las ocasiones de hacer el bien, las oportunidades de crecer en la virtud, de servir, de vencer nuestros defectos. Se nos escapan cantidad de valores, el saber reconocer el paso de Dios a nuestro lado; el toque de su gracia, su presencia divina, que nos envuelve y acompaña, que nos sorprende y que siempre nos espera.
Y Dios puede venir a nuestro encuentro en cualquier momento. Cristo se hace presente en cualquier oportunidad. Necesitamos velar para reconocerlo y acogerlo. La vigilancia es fruto de la fe, de la esperanza y del amor. Vigilamos cuando esperamos, vigilamos cuando creemos, vigilamos cuando confiamos, vigilamos cuando amamos. No dejemos de velar. Es lo propio del Adviento: estar atento y solícito. El Señor está cerca. El Señor viene. Es el tiempo de la preparación para el encuentro.

Lunes, 16. Noviembre 2020 - 23:13 Hora
XXXIV Domingo TO: Solemnidad de Cristo rey

1L.-Frente a los pastores que explotan el rebaño o lo dejan perecer, Dios reúne a los dispersos y los conduce a la fuente de la vida. El profeta exílico anuncia así la salvación de Dios al pueblo destruido.
2.- S.Pablo nos recuerda que la plenitud de la salvación solamente se obtendrá al final. Jesucristo, una vez vencidos todos los enemigos de la vida y del hombre, entregará al Padre un mundo plenamente liberado del mal
Ev.- Cristo describe nun juicio entre los que practicaron la misericordia y los indolentes. Un juicio según las obras de cada cual, y no según lo que decimos creer y confesar. El único criterio con que vamos a ser juzgados se resume en el amor.
PARA LLEVAR A LA VIDA
La pregunta de los bienaventurados revela su altruismo, que ignoraban su amor a Cristo cuando amaban a los pobres. Quizás no conocieron el Evangelio, o no pertenecían a la Iglesia, es más pudo ser que pasaran por ateos... Jesús dirigió las bienaventuranzas a los pobres, a los que luchan por la justicia y por la paz..., y sólo dirigió la última a los discípulos que testimonian explícitamente su nombre en el mundo. Observemos que en la respuesta de Cristo, él se identifica con los pobres, con los forasteros, con los encarcelados, con los enfermos. Y en ellos espera ser servido.
En la pregunta de los condenados se pone de manifiesto, por el contrario, la triste posibilidad de perder el reino de Dios que tienen cuantos son indolentes y no aman al prójimo, ni reconocen a Cristo en los necesitados.
El cumplimiento del mandamiento del amor o su incumplimiento anticipa ya en el mundo el juicio final. El juicio universal será la manifestación y la proclamación de la sentencia definitiva, que se va cumpliendo ya, ahora, en nuestras vidas según nuestras obras.

Dios santo, Señor nuestro,
Santifica nuestro corazón con el fuego de tu Palabra
para que nuestros ojos reconozcan tu presencia
en la mano menesterosos que se tiende ante nosotros
y en la mirada que mendiga nuestro amor.
Pues tu habrás de juzgarnos sobre el amor
cuando llegue el día de tu juicio. Amén

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