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Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Jueves, 10. Diciembre 2020 - 01:00 Hora
III Domingo Adviento (Ciclo B)

1L.- El profeta consuela a los afligidos diciéndoles que el tiempo de la angustia y del llanto va a pasar; llegan los días del gozo y de la felicidad; entonces verán la benevolencia de Yahvé y a la vez, el juicio de sus enemigos. Es una llamada a la alegría, porque el que la hace tiene la firme confianza en que Yahvé apresura ese tiempo de salvación.
2L.- Con tres palabras sintetiza Pablo la actitud del espíritu cristiano tal como corresponde a la voluntad de Dios: alegría, oración y agradecimiento.
Ev.- La confusión de las gentes y el testimonio clarificador del Bautista
PARA LLEVAR A LA VIDA
Juan era la voz, pero el Señor es la Palabra que en el principio ya existía. Juan era una voz provisional; Cristo, desde el principio, es la Palabra eterna.
Quita la palabra, ¿y qué es la voz? Si no hay concepto, no hay más que ruido. La voz sin la palabra llega al oído, pero no alcanza al corazón (...). Como es difícil distinguir la palabra de la voz, sus contemporáneos confundieron a Juan con el Mesías. La voz fue confundida con la palabra: pero la voz -con honesta humildad- se reconoció a sí misma, para no ofender a la palabra. Cuando le preguntaron, respondio: No soy el Mesías, ni Elías, ni el Profeta...: Sólo soy la voz que grita en el desierto:`Allanad el camino del Señor'. La voz que se pone al servicio de la Palabra y rompe el silencio...Ni quiere ser personaje. Es mensaje, llamada, que anuncia y denuncia. Voz que no se puede acallar y que empezará a renovar el mundo. ¡Cuánto vale! Cuando falten estas voces, el mundo habrá perdido su conciencia.
-Tú, ¿quién eres? (Le preguntan). Una pregunta que todos hemos que hacernos ¿Quienes somos? Cuál es nuestra vocación? sin caretas ni tapujos. No lo que piensan, o dicen, o esperan de ti. Ni lo que tú mismo has llegado quizá a creerte. ¿Quién eres, de verdad?
Juan no era la luz sino su testigo enamorado. ¿Puede haber vocación más hermosa? Decir a las gentes que no todo es tinieblas. Llevar un rayo de esperanza a los corazones entristecidos. Una sonrisa gratuita en una sociedad gris. Pronosticar que la verdad terminará imponiéndose. Descubrir valores ocultos y carismas no apreciados. Apreciar lo positivo de las cosas y personas. Entender que no todo es relativo. Encontrar el sentido de la vida. Ser testigos de la luz, de todas las luces que prende la esperanza.

Martes, 8. Diciembre 2020 - 10:22 Hora
La Inmaculada y España

España celebra a la Inmaculada como patrona y protectora desde 1644, fecha en que se empezó a celebrar el milagro de Empel.
Son innumerables los documentos que atestiguan, desde los siglos siete y ocho, que los reinos cristianos de la península celebraban su fiesta. Los reyes hicieron suyo el fervor popular, y también los santos, y los teólogos, que empezaron a escribir y a predicar sobre este misterio mariano, y a difundir esta verdad de fe por todos los rincones de Europa y del nuevo mundo.
Felipe III, en 1604, hace obligatorio el juramento de defender la Inmaculada Concepción en las universidades y en otros estamentos civiles y militares del reino. Durante siglos juraban los profesores de las Universidades españolas más afamadas defender hasta morir el privilegio mariano y ninguna se volvió atrás de su voto.
En tiempos de Felipe IV, a instancias de las autoridades de Sevilla, se pidió al Papa la proclamación del dogma de la Inmaculada. No tuvo éxito la solicitud pero se consiguió que el Papa decretara, en 1.622, el reconocimiento que María había sido concebida sin pecado original.
En España no existía Orden Militar, Universidad, Ayuntamiento, Colegio, Cofradía u otro Cuerpo establecido legítimamente, en el que al incorporarse un nuevo miembro no se le pidiera juramento público y solemne de sostener y defender, con todo celo y hasta donde alcancen sus fuerzas, el misterio de la Inmaculada. El rey Carlos III, accediendo al deseo de las Cortes; tomó como universal Patrona de la monarquía a la Inmaculada. Y el Papa Clemente XIII, en 1760, confirma este Patronazgo de María en todos los dominios de España. De modo que desde el pueblo llano, pasando por las universidades, la Milicia, las Cortes, hasta llegar a la monarquía no existía un rincón de España, que no se arrodillase ante "la sin pecado". También en el arte se destacó sobremanera España en rendirle tributo: ahí están las Inmaculadas de Murillo, de Valdés Leal y de Ribera; O la poesía, desde los romances de Alfonso X hasta el Siglo de Oro, loando la belleza de la Inmaculada.
Por ello la Santa sede otorgó en 1864, como reconocimiento a la defensa secular del dogma de la Inmaculada Concepción que hizo España, el privilegio de que en la liturgia de esta festividad, los sacerdotes españoles vistiesen casulla azul purísima.
Y por ello S. Juan Pablo II tituló a España “Tierra de María”.

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