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Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Miércoles, 30. Diciembre 2020 - 23:44 Hora
Oración de fin y principio de año

Señor, Dios, dueño del tiempo y de la eternidad, tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro. Al terminar este año quiero darte gracias por todo aquello que recibí de TI.
Gracias por la vida y el amor, por las flores, el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por cuanto fue posible y por lo que no pudo ser. Te ofrezco cuanto hice en este año, el trabajo que pude realizar y las cosas que pasaron por mis manos y lo que con ellas pude construir.

Te presento a las personas que a lo largo de estos meses amé, las amistades nuevas y los antiguos amores, los más cercanos a mí y los que estén más lejos, los que me dieron su mano y aquellos a los que pude ayudar, con los que compartí la vida, el trabajo, el dolor y la alegría.
Pero también, Señor hoy quiero pedirte perdón, perdón por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado, por la palabra inútil y el amor desperdiciado. Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho, y perdón por vivir sin entusiasmo.
También por la oración que poco a poco fui aplazando y que hasta ahora vengo a presentarte. Por todos mis olvidos, descuidos y silencios nuevamente te pido perdón.

Iniciamos un nuevo año y detengo mi vida ante el nuevo calendario aún sin estrenar y te presento estos días que sólo TÚ sabes si llegaré a vivirlos.

Hoy te pido para mí y los míos la paz y la alegría, la fuerza y la prudencia, la claridad y la sabiduría.
Quiero vivir cada día con optimismo y bondad llevando a todas partes un corazón lleno de comprensión y paz.
Cierra Tú mis oídos a toda falsedad y mis labios a palabras mentirosas, egoístas, mordaces o hirientes.
Abre en cambio mi ser a todo lo que es bueno que mi espíritu se llene sólo de bendiciones y las derrame a mi paso.

Cólmame de bondad y de alegría para que, cuantos conviven conmigo o se acerquen a mí encuentren en mi vida un poquito de TI. Danos un año feliz y enséñanos a repartir felicidad . Amén

Miércoles, 30. Diciembre 2020 - 07:49 Hora
Santa María, madre de Dios

1L.- Al inicio del nuevo Año, la Palabra de Dios implora la bendición divina para que el Señor:
1) Sea tu protector.
2) Te muestre su favor, te conceda el bien y la vida.
3) Te conceda la paz (en hebreo: el bienestar, prosperidad material y espiritual...) La paz se opone a todo lo que pueda perjudicar las buenas relaciones de los hombres entre sí y con Dios.
2L.- Dios nos concede por medio de Cristo la condición de hijos; nos da un nuevo ser. Una adopción que no es meramente legal. Y si Dios nos llama hijos y nos hace realmente tales, bien podemos nosotros llamarle "Padre", porque nos ha dado el Espíritu de su Hijo, que es el que nos anima y nos enseña un nuevo modo de orar y da testimonio como hijos de Dios.
Ev- se nos narra hoy la adoración y el testimonio de los humildes, los pastores.
PARA LLEVAR A LA VIDA
Nada más concluir la revelación de los ángeles, los pastores se ponen en camino hacia Belén, y allí ven confirmado el anuncio y cuentan lo que se les ha comunicado y cómo han sido conducidos al encuentro del recién nacido Mesías-Niño.
La indicación de que encontraron a Jesús en el portal es el signo ante el que la fe de los pastores ha de decidirse; por lo que en el lugar del nacimiento se convierten en mensajeros de alegría.
Sobre María se nos dice que todo lo que contaban los pastores, lo guardaba y conservaba en su corazón. Los pastores no cesaban de alabar a Dios y proclamar su gloria. Después, aquella gente sencilla marcha de nuevo a su rebaño, pero alabando a Dios por lo que han vivido y por lo que en la fe se les ha permitido conocer.
En Jesús hemos sido reconciliados con Dios, alcanzando el perdón. Por Jesús es posible la reconciliación entre todos. Pero hemos de cambiar la mala voluntad, en voluntad de hacer el bien y practicar la justicia.
Paz a los hombres de buena voluntad... Es el saludo de los ángeles. La paz es gracia de Dios que se nos ha confiado para que la realicemos y la disfrutemos. Pero no habrá paz, porque hemos perdido la inocencia y hemos renunciado a la buena voluntad. Porque hemos pervertido el sentido de la vida, el mayor don de Dios, convirtiéndola en muerte. Por ello Cristo se nos ofrece en un pesebre, por eso se nos da como alimento en la Eucaristía: cada vez que celebramos este misterio, nos acercamos a la paz, si, depuesta nuestra mala voluntad, hacemos acopio de buena voluntad para volver a la inocencia primera, el único camino que conduce a la paz con Dios, con la naturaleza, con los hombres y con nosotros mismos. Que el Señor nos bendiga con la paz.

EUCARISTÍA

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