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Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Miércoles, 21. Julio 2021 - 11:55 Hora
Ante la celebración Santiago, patrono de España

España es el tercer país con un mayor abandono de la fe católica en Europa.
Según los datos del CIS el catolicismo en España ha perdido casi 17 puntos de peso entre la población. El porcentaje de españoles que se define católico, ha pasado del 83,6% al 66,9% en la dos últimas décadas (cae de 32,38 a 25,79 millones, lo que significa que número de fieles se ha reducido casi 5,6 millones); mientras que en este mismo periodo la tasa de ateos e incrédulos se triplicó pasando del 11,9% al 29,7% (es decir de 4,58 a 11,5 millones).
Actualmente, solo dos tercios de los españoles mayores de 18 años se declaran católicos, casi 26 millones, de los que solo un 21% afirma cumplir con su religión. Esto significa que casi dos tercios de católicos no van nunca a la iglesia (grupo que ha crecido en las dos últimas décadas del 41,9% al 63,6%).
El número de quienes van a Misa los domingos se ha reducido casi a la mitad (pasando del 22,2% al 11,8%).
De los los bebés, nacidos en el país, solo fueron bautizados el 54%. El 45% de los niños nacidos son de padres sin casar (ni civil ni religiosamente). Y sólo una de cada cuatro bodas celebradas fueron por la Iglesia.
Más de la mitad de los sacerdotes españoles superan la edad canónica de jubilación. Cada año se cierran decenas de conventos (32 solo en 2019).
Nuestra iglesia en España necesita evangelizadores audaces y de espiritualidad recia. Pero sobretodo requiere de padres que transmitan la fe en el hogar; necesita de colegios que sean religiosos, de verdad, no sólo por pertenecer a una congregación religiosa; precisa de profesores que testimonien la fe y propicien experiencias religiosas, que no se limiten a trabajar valores humanos; pide sacerdotes y religiosos con una densa vida espiritual (no aseglarados).
En este desolador erial, destaca la extraordinaria labor en la transmisión de la fe del Camino Neocatecumenal, con sus periódicas convocatorias de catequización y pedagogía en la maduración de la fe, la centrada labor educativa del Opus Dei (en la escuela, centros culturales y círculos), el celo de los Legionarios de Cristo y sus movimientos de apostolado matrimoniales, familiares y educativos, y otros tantos que proponen la vivencia de la fe sin ambigüedades. Pese ello, a quien pese: "por sus frutos los conoceréis". Los datos cantan. Párense a pensar cuántos cristianos engendra un colegio de religiosas/os, (habiendo tenido más de una década de formación a nuestros niños) y cuántos sin embargo, alumbra alguno de los grupos referidos. Algo habremos de aprender e imitar, de su "saber hacer" en el despertar a la fe, si es que no nos lo impiden los dichosos prejuicios. Lo primero quizás sea vencer complejos.
Pero no perdamos la esperanza y apoyémonos en la poderosa intercesión del Apóstol Santiago:
Apóstol Santiago que, en medio de la adversidad e incomprensión, perseveraste decididamente en difundir el Evangelio de Cristo en nuestra tierra, no dejes de interceder por España en esta hora de incredulidad para que se siga tansmitiendo la fe en la familia, para que en la escuela se forme rectamente la conciencia y en nuestros templos y conventos se irradie espiritualidad.

"Señor Santiago, necesitamos
de tu ardor y de tu intrepidez.
Por eso, venimos a pedírtelos
hasta este “finisterrae” de tus andanzas apostólicas.
Enséñanos, Apóstol y amigo del Señor,
el CAMINO que conduce hacia Él.
Ábrenos, predicador de las Españas,
a la VERDAD que aprendiste de los labios del Maestro.
Danos, testigo del Evangelio,
la fuerza de amar siempre la VIDA".(S. Juan Pablo II)

Martes, 20. Julio 2021 - 08:25 Hora
Solemnidad de Santiago apóstol

1.L- Los Hechos de los Apóstoles nos informan del martirio de Santiago el Mayor: Herodes lo mandó decapitar, al que a Juan Bautista; lo que Santiago evidencia que fue un profeta incómodo. Su martirio es un estímulo para seguir audazmente en la denuncia profética.
2 L.-Si en la debilidad de Jesús se manifestó la gloria del Padre, en la poquedad del creyente aparecerá sin duda la verdad del mensaje.Nuestro diario luchar es hoy el lugar de la manifestación de Dios.
Ev.- La madre de los hijos del Zebedeo pide no sólo un mejor puesto para sus hijos, sino lo máximo del reino. Jesús no anula esta ambición sino que le da un sentido nuevo.
PARA LLEVAR A LA VIDA
Jesús encauza el ardor de sus discípulos sin humillarlos, reconduce sus ambiciones. Sin embargo los apóstoles no podían imaginar el significado del cáliz del que les habla. Solamente la contemplación de la gloria de Jesús, la experiencia de la cruz vencida, les dotó de la fuerza necesaria para enfrentarse a la muerte por dar testimonio de fe. Pero sólo Dios decide los asientos en el Reino, ni siquiera el martirio da derecho a ellos. Si quien se hace discípulo de Cristo y da testimonio de fe, "exige" a Dios una recompensa por su adhesión, no ha entendido que el único camino para "llegar arriba" en el reino es entregarse al servicio de los demás.
La segunda parte de la escena del Evangelio, se centra sobre la actitud de los demás apóstoles. Jesús aprovecha sus ambiciones y competitividad para destacar que el verdadero medio para llegar a la "grandeza" del Reino es el servicio. Los deseos de superioridad que anidan en el corazón humano hay que canalizarlos hacia el servicio mirando a la entrega total de Jesús en su cruz, se comprenden estas palabras.
Jesús es el siervo que ha sufrido por muchos. Así ha dado comienzo para los hombres al tiempo de salvación. Si el Hijo del hombre no se arroga el poder de dar los puestos en la gloria siendo, el servidor por excelencia mediante su muerte.
La ambición religiosa, el interés en la entrega, la codicia por la retribución, el ansia de ser más, son lo más opuesto al evangelio. Solamente un discípulo servidor es un verdadero creyente. Pidamos santo desprendimiento y desinterés absoluto en nuestro servicio a Cristo.

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.

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