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Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Lunes, 2. Agosto 2021 - 11:42 Hora
XIX Domingo TO (ciclo B)

1L.-El sentimiento de abandono pone en desesperación agónica al profeta que huye. Se echa a morir en el desierto. Allí recibió un pan inesperado alimento del cuerpo y del espíritu. En él estaba el Dios que da vida y fortalece la esperanza. Con, él pudo hacer el largo camino hacia el monte de Dios.
2.- Pablo nos invita a no destruir el gozo del Espíritu, porque la comunidad cristiana se aflige si el bautismo no se traduce en una vida de santidad.
Si somos hijos de Dios, debemos imitarle. Hemos de aspirar a la perfección del amor, que sabe perdonar. Es así como imitaremos el amor de Cristo.
Ev.- Jesús se autodefine como el "pan de vida", el que "ha bajado del cielo" que da la vida al mundo.
PARA LLEVAR A LA VIDA
Esta escena que nos describe el evangelio está rodeada de sencillez y crudeza al mismo tiempo: Jesús es el enviado de Dios que nos pide creer en él. Creer que él es el pan de vida y que hay que comerlo.
Los judíos, que escuchan a Jesús, creen en Dios y en sus profetas. Pero se les hace difícil creer la palabra de un simple carpintero, creer en el hijo de José y María. Y más cuando Jesús les habla de comer su carne y beber su sangre ¿Cómo es posible esto...? Disparata. No lo entienden porque Jesús no explica cómo habrá que comer su carne, cómo tomar ese alimento divino que es él. Únicamente busca una respuesta de fe. Y no rebaja nada la exigencia de esta verdad.
El que comulga ha de saber que recibe y se alimenta de "el cuerpo que se entrega para la vida del mundo", con el propósito de hacerse como el. Comulgar es creer, y comprometerse.
Por ello comer el pan eucarístico sin discernir lo que en él se significa, es comer la propia condenación. Comulgar es recibir el cuerpo de Cristo "que se entrega por la vida del mundo"; por lo tanto, es incorporarse personalmente a Cristo y enrolarse en su misión salvadora y en su sacrificio.
Hoy tenemos las mismas dudas. Son muchos los que creen en Cristo, en la palabra de Dios, pero no quieren saber de exigencia ni escuchar a sus enviados cuando señalan una misión concreta que realizar en nuestra sociedad.

Lunes, 26. Julio 2021 - 17:45 Hora
XVIII Domingo TO (ciclo B)

1L.- El maná del desierto es sustento corporal; pero lo es también del hambre de infinito. Se lo encuentra de sorpresa, como don. Es un inesperado don de Dios que, a su vez, se torna prueba.
2L.-Pablo no advierte que lo único importante es "aprender a Cristo". Comprender su obra, lo que Dios Padre ha hecho por él para nosotros, el plan de Dios que nos prepara para una eternidad "en él" y "por él".
Ev.- A la pregunta de los judíos: "¿Cuáles son las obras que Dios nos encomienda?". Jesús responde: "La obra que Dios pide es creer".
PARA LLEVAR A LA VIDA
Antiguamente Dios cuando les faltaba de todo en el desierto a los israelitas les dió un alimento especial (el maná . De igual modo los oyentes de Jesús esperaban que Dios les solucionara los problemas. Acudían a él por puro interés. Aquellos israelitas, aún después de recibir el maná, se rebelaron contra Dios y "murieron en el desierto". Bien conocía Jesús lo voluble del ser humano, y que las cosas que el cielo da, no nos hacen mejores ni sacian las ambiciones, siempre queremos mas.
Y nosotros hacemos lo mismo que aquellos, pidiéndole constantemente favores. Pero, si Dios se plegarse a nuestro interés y sólo ser nuestro bienhechor dándonos prontamente y gratis... nosotros nos quedaríamos en simples limosneros, que no se esfuerzan por nada y pronto terminamos por no agradecer, por exigir y andar quejumbrosos contra el.
Aquellos buscaban a Jesús porque les ha dado de comer, y gratis, pero no porque hayan entendido el significado de la multiplicación de los panes: que lo que alimenta de verdad, lo que da vida es la palabra de Dios. Este es el pan verdadero por el que vale la pena trabajar.
Con la mentalidad farisaica aquellos se interesan por saber los trabajos que Dios quiere, las obras que han de hacer para alcanzar la vida eterna; y Jesús responde que Dios quiere que crean en su enviado. Ellos comprenden que se está presentando como enviado de Dios y que pide fe en su persona. Pero, no les parece suficiente y exigen milagros mayores para creer en él. Mientras no las haga, ellos se atiendran a las enseñanzas de Moisés, que les dio pan del cielo.
Jesús responde puntualizando, que no fue Moisés el que dio pan del cielo, sino Dios; y que el verdadero pan del cielo no es el maná. Los que comieron el maná murieron; los que coman el pan que él ofrece, vivirán.
Y aquellos piensan que les habla de un pan maravilloso que sacia el hambre física.
Entonces Jesús dice con claridad: "Yo soy el pan de vida", el que da la verdadera vida, el que cree en él, vive para siempre. El pan verdadero que comunica la vida eterna, pero, para recibirlo, se necesita creer en él desde un compromiso personal. El pan del cielo es el pan de vida, el que no sólo sirve para sustentar, sino para darle sentido. Por eso Jesús nos dice que trabajemos no por el pan que perece, sino por el que perdura. El pan perecedero sólo sirve para consumir y hacernos consumidores. El pan que perdura es el pan que se reparte y comparte y que nos hace hermanos. Básicamente sólo hay dos modos de vivir y entender la vida: acaparar o repartir, compartir o competir... creer en Jesús es optar por compartir, por darse.

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