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Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Viernes, 10. Diciembre 2021 - 05:33 Hora
III Domingo de Adviento

1L.- Al pueblo que ha vivido su hundimiento, el mensajero de Dios le dice en su nombre: Regocíjate, no temas; Dios te ama, está contigo. El portador de la palabra pone vida renaciente y júbilo creativo en el pueblo que espera. A la vista de «aquel día» de la plena realización, el presente cobra dirección, sentido y fuerza.
2L.- La esperanza en la venida del Señor ha de levantar el animo de los cristianos y mantener siempre su serenidad y su buen talante. Conscientes de que nada puede detener la venida del Señor, nada debe quitarnos la alegría de vivir y preocuparnos demasiado.
Ev.- El bautista no pide una conversión de lamentos y lágrimas sobre el pasado, sino que reclama un cambio hacia el futuro. La penitencia que predica ha de acreditarse por sus frutos y no por estériles llantos.
PARA LLEVAR A LA VIDA
El Señor está cerca. El anuncio de la venida del Señor es para los creyentes motivo de inmensa alegría: "Estad siempre alegres en el Señor". Y la misma que el apóstol hace, el profeta Sofonías: "Regocíjate, hija de Sión..." La promesa y el anuncio de la venida del Señor, estimula la esperanza en el corazón de los creyentes. La esperanza es fuerza de conversión, que ayuda a mirar hacia adelante, hacia el Señor que se acerca. Quien espera de verdad no se pregunta qué es lo que ha hecho, sino que qué debe hacer: "¿Entonces, qué hacemos?" Penitencia, que es ante todo renovación de la mente y del corazón, es decir, conversión, y esto es salir al encuentro del hermano y realizar un futuro mejor
San Juan, al predicar la penitencia, no pide a nadie que se retire con El al desierto, sino que cada uno cumpla con sus deberes en medio del mundo. La conversión es muy personal, pero no se queda en el corazón y se expresa y se realiza como
No se trata sólo de pensar, sino de lograr una conversión a la caridad. Porque el Señor viene cuando los hombres convierten sus vidas hacia sus hermanos con actitudes concretas de entrega y servicio.
La esperanza nacida de la fe en Jesús no es una cuestión de mirada, de ojos nuevos, sino sobretodo de manos nuevas y de trabajo eficaz en la transformación del mundo.

Jueves, 2. Diciembre 2021 - 23:21 Hora
Breve apunte histórico sobre la relación de España con la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora

Decir que España celebra a la Inmaculada como patrona y protectora desde 1644, a raíz del milagro de Empel, es cuando menos, insuficiente.
Cierto que aquel portentoso hecho revitalizó la admirable veneración de nuestra tierra sobre la creencia de que la Virgen madre fue "sine macula concepta"; pero no fue -en absoluto- el origen del Inmaculismo español.
Qué sucedió entonces? Nos encontrábamos en plena "guerra de los Ochenta Años", el 7 de Diciembre de 1585 en la isla de Bommel situada entre los ríos de Mosa y Waal, en los Países Bajos, un Tercio del ejército español fue rodeado por los enemigos ingleses y holandeses.
A pesar de que la rendición parecía la única salida para las tropas españolas, cuando el almirante Hohenlohe-Neuenstein (al mando de los protestantes holandeses) propuso a los 5.000 soldados españoles que se rindieran con honores y así conservarían el estandarte, la respuesta fue contundente: “Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos”.
Ante la absurda negativa a la rendición, el almirante dió ordenes de abrir los diques del río Mosa con la intención de inundar la zona donde se asentaba el campamento de los españoles, que hubieron de buscar un lugar alto en el que protegerse. Al llegar al monte, mientras los soldados cavaban una trinchera donde protegerse, uno de ellos encontró, sepultada, una tabla flamenca con la imagen de la Inmaculada Concepción, en vivísimo color, "como acabada de hacer". Aquello fue considerado como una señal de la Providencia y los soldados, colocaron la imagen en un improvisado altar y se encomendaron fervorosamente a ella. Mientras dormían, ocurrió un hecho insólito: El agua del río Mosa se congeló totalmente, como consecuencia de un intenso viento helado que se levantó aquella madrugada. Al percatarse, los tercios españoles aprovecharon para cruzar el río helado y atacar por sorpresa a las tropas enemigas -que dormían confiadamente en sus barcos durante el amanecer de aquel 8 de diciembre-, obteniendo una gran victoria.
El almirante Hohenlohe-Neuenstein que no se esperaba verse derrotado por un ejército tan inferior en número, exclamó: “Tal parece que Dios es español al obrar contra mí tan gran milagro”.
Así, con la ayuda de María, los españoles vencieron una batalla que ya daban por perdida. Entonces la Inmaculada fue aclamada patrona de los Tercios españoles. Y por ello, España celebra a la Inmaculada como particular protectora desde aquella memorable gesta. Al día siguiente la imagen fue trasladada a Balduc.
El reconocimiento oficial de aquel expontaneo patronazgo de María en su Concepción sin Mancha, sobre la gloriosa Infantería Española hubo de esperar al año 1892, una vez declarado el dogma. Como consecuencia todas las Ordenes Militares de nuestra Patria no sólo creían en la Inmaclada sino que fueron destacadas defensoras de este privilegio singular de Ntra Señora.

Sin embargo, la relación de nuestra patria con la Concepción inmaculada es mucho más arcana, basten para mostrarlo algunas referencias históricas:

Desde la declaración de María cómo madre de Dios en el concilio de Efeso, en España la devoción popular asoció a la salutación del arcángel a María cómo llena de gracia, la colmada del favor de Dios, con la idea de "perseverada", libre de toda culpa de pecado original desde el mismo instante de su concepción. Esta convicción arraigó en los fieles, y fue vehementemente defendida por todos, incluidos sus monarcas e instituciones.
-Bien pronto se levantaron en loor de este misterio: templos, capillas, santuarios y ermitas dedicados a la Purísima, que salpican toda la geografía española; con la reserva de la curia romana. Si bien el primer templo consagrado y dedicado a la Inmaculada Concepción en España fue el Monasterio de San Jerónimo de Granada.
-Desde el 646, consta que San Ildefonso de Toledo estableció la celebración de esta fiesta en su extenso arzobispado.
-Son innumerables los documentos que atestiguan, desde los siglos VII y VIII, que los reinos cristianos de la península celebraban fervorosamente su fiesta. Y que esta devoción se mantuvo aún en los siglos de la dominación musulmana y en la Reconquista frente al Islam invasor.
-En el XI Concilio de Toledo se alude al rey visigodo Wamba como «Defensor de la Purísima Concepción de María», iniciandose con él un extenso nomenclator de reyes españoles que fueron grandes devotos y defensores de esta convicción del pueblo cristiano.
- En 1266 todos los vecinos de villalpando (Zamora) juraron defender, "Por siempre jamás", la concepción inmaculada; originándose una tradición de compromiso, que sería amplísimamente secundada por todas las poblaciones. Porque a ello, progresivamente, fueron sumándose villas, ciudades, provincias y reinos, hasta no quedar uno sin prometerlo.
- Existen referencias de incontables cofradías creadas en su honor, pese a que el derecho canónico no contemplaba tal posibilidad por no constituir materia de fe. La primera de que se tiene constancia documental fue en Zaragoza, y desde entonces fue un no parar de erigirse cofradías inmaculistas en toda la nación. Y serían las sevillanas las que más vehementemente reclamasen la definición del dogma Mariano. Estas hermandades, consagradas a las labores caritativas y la asistencia social, o las cofradías exigían a sus miembros -como requisito para poder ingresar- la manifestación del compromiso de defensa del privilegio mariano.
- Otras instituciones, en particular la Corona española, asumieron como un deber de estado y de política internacional, respaldar el anhelo del pueblo sencillo en su decidido empeño por ver materializada su fe en una definición eclesiástica. Y reiteradamente, un monarca tras otro, fueron enviando embajadores y legados a todas las cortes y consejos con el ánimo de interesarles en el propósito de proclamación del dogma.
-En 1304 Jaime I de Aragón, ordenó la celebración de la fiesta en todos sus dominios.
-En 1394 el Rey de Aragón, Valencia y Barcelona se consagró, junto con todo su territorio a la Inmaculada.
-El rey de Aragón Alfonso el Magnánimo en el s. XV envió destacados teólogos al Concilio de Basilea a defender el dogma.
-En 1438 Madrid hace voto perpetuo acción de gracias al verse libre de una epidemia de cólera gracias a la intercesión de la Inmaculada.
-Juan II de Aragón, en 1456 al promulgar la Constitución de su reino, impuso penas de destierro a quien pronunciarse palabras contrarias a este misterio de fe.(fue el primer documento áulico en la defensa del dogma)
-A lo largo del s.XV numerosos cabildos seculares en el resto de España juramentaron su compromiso en esta defensa. También se acogieron a su patronazgo multitud de instituciones sociales, órdenes religiosas y militares.
-Desde el siglo XV se hizo común colocar en las puertas de múltiples casas, universidades y santuarios un letrero invitatorio donde se podía leer:
"Nadie pase este portal
sin que diga, por su vida,
que María es concebida
sin pecado original."
Y la invocación «Ave María Purísima» se convirtió en la fórmula habitual de salutación que escuchaba en boca de todas las gentes de género y condición.
-En 1515 se funda en Jaén en la santa capilla de San Andrés, la Cofradía de la Limpia Concepción de Nuestra Señora. Tenía tres fines principales, vestir pobres y dotar doncellas, mantener tres escuelas gratuitas, y sostener el culto divino. Entre los prelados que destacaron en la solicitud del dogma en el concilio de Trento, destacó la elocuente defensa del mismo que hizo el cardenal Monescillo, a la sazón obispo del Santo reino.En el Concilio de Trento, los teólogos españoles consiguieron que se excluyese expresamente a la Virgen María del decreto que trataba del pecado original.
-En 1.530 la Universidad de Valencia fue la primera española que se obligó bajo juramento a defenderla. Más tarde lo hizo Granada y el resto de las Universidades de España, Así lo hicieron las de Salamanca, Sevilla, Granada., Valladolid, Oviedo, Compostela, Oñate, Baeza, Alcalá, Osuna, Huesca, Barcelona, Zaragoza, etc. Y de tal modo estaban convencidos de la certeza de esta certeza de fe, que ninguna de las Universidades de España se volvió atrás en el voto que juraban los profesores de defender hasta morir el privilegio mariano,
- El emperador Carlos I o su hijo Felipe II fueron fieles devotos de la Inmaculada y portaron su estandarte en sus campañas militares.
Los reyes de la Casa de Austria solicitaban, por medio de sus embajadores ante la Santa sede, a los Papas -desde el momento en que eran electos en el cónclave- que proclamasen el dogma.
-Felipe III, en 1604, estableció oficialmente, como obligatorio, el juramento de defender la creencia de la Inmaculada Concepción que tradicionalmente venía haciéndose en las universidades y en otros estamentos civiles y militares del reino, como los ejércitos. De hecho,
Calderón de la Barca (1600-1681), miembro de los Tercios españoles, firmó con su propia sangre, como tantos otros muchos, morir, si fuere necesario, en defensa de este gran Misterio mariano.
-Felipe IV prosiguió los esfuerzos de su padre. El monarca, que se carteaba con Sor María de Ágreda, convencida de la Inmaculada Concepción, trató de persuadir a los demás soberanos católicos de que se uniesen a su causa. Los archiduques soberanos de los Países Bajos y el emperador, aceptaron, pero la corte de Francia se opuso con el ánimo de no ceder a los españoles ni una victoria más, en esta ocasión, religiosa que se sumase a las militares, navales y políticas, con que ya les afrentaban.
-Por decreto regio se estableció desde 1644, que el 8 de diciembre sería fiesta solemne en los reinos y dominios hispanos.
Desde ese año se pide a quienes se inscriban, hayan de recibir algún grado académico o impartir docencia en las universidades de Salamanca, Alcalá y Valladolid, que realicen previamente el voto de defensa inmaculista. Mas tarde, en 1779, Carlos III extiende la exigencia a todas las universidades españolas sin excepciones. De modo que, en adelante, no se podía obtener un título Universitario español sin previamente realizar voto y juramento de la defensa inmaculista.
- Pero todos estos esfuerzos no alcanzaron mucho éxito porque, los pontífices "reiteraron prohibiciones de culto y de sermones públicos sobre esta devoción", por encontrarse aún refrendada en el Magisterio. En 1616, Pablo V conminó a la Corte española a atenerse a las disposiciones de sus predecesores, y firma el decreto Sanctissimus Dominus Noster, en el que se establece que "en adelante, hasta tanto que Su Santidad o la Santa Sede lo defina o lo derogue, nadie se permita afirmar públicamente, en sermones, lecciones o conclusiones y otros actos de cualquier naturaleza que la Santísima Virgen fue concebida en pecado original".
Entonces, Felipe III, suspendió la ejecución en sus reinos del escrito papal, creó una real junta para promover el dogma.
Y como sí se consentía la representación icónica del misterio, el sermón se hizo obra de arte, por lo que El tema de la Inmaculada tendría tan fecundo desarrollo en el Arte español. En su desarrollo destacaron pintores y escultores que rivalizaban en pintarla y esculpirla.
Desde diferentes estilos y épocas, aquí se ha representado excelsamente este dogma mariano. En ello destacan Zurbarán, Murillo, El Greco, Alonso Cano, Valdés Leal, Ribera, Velázquez, Goya, etc; y en la música, literatura, poesía, se compusieron desde los romances del Rey Sabio hasta el Siglo de Oro -elocuencia textos y partituras sin fin-, cantando innumerables veces la belleza de la Inmaculada. Se trata de un silencioso sermón que ponía sobre lienzo, madera o papel la entrañable devoción y fe de nuestro pueblo en la Concepción.

-Sin embargo, la devoción inmaculista continuó mirándose con reservas por Roma y sus amenazas persisten; por lo que España no ceja y se va extendiendo y los precursores de este movimiento, Mateo Vázquez de Leca y Bernardo de Toro, presentan al Rey Felipe III memorial sobre la devoción a la Inmaculada y los anhelos dogmáticos de la nación. El 29 de agosto de 1615 solicitan al monarca que interceda ante Su Santidad a favor de la declaración de la Concepción Inmaculada de María.

-Años más tarde, en 1621, es Felipe IV quien retoma esta petición alegando a Gregorio XV que "mis progenitores, veneraron siempre con gran afecto la Purísima Concepción"; y dice que entre todos los reyes destacó su padre y él hereda. que nadie afirme de palabra o por escrito, pública ni privadamente, bajo pena y censura gravísima, nada contrario a la Concepción. Pero la devoción sufrirá un revés con la supresión de la festividad por el Papa Urbano VIII, en 1642, lo que lleva al Rey Felipe IV a insistir que esta se mantenga. Será el Papa Inocencio X, quien dé respuesta complaciente con el breve In his per quuae con la gracia otorgada, "in regnis Hispaniarum tantu", sólo para los reinos de España.

-Felipe IV jurará defender la doctrina de la Inmaculada Concepción, propagándose entre los cabildos seculares de España la adhesión con el Voto de la Inmaculada. Con este rey se conseguirá la bula Sollicitudo de Alejandro VII, que asumía las constituciones de sus antecesores Sixto IV, Paulo V y Gregorio XV y precisa que el objeto primario de la fiesta del 8 de diciembre es la Concepción. Inmaculada de la Virgen en el primer instante de su ser.
Los reyes españoles seguirán insistiendo intermitentemente sobre Roma para la definitiva definición. Tras la bula de Alejandro VII, el misterio de la Inmaculada era una verdad generalmente aceptada.

La guerra de Sucesión, frenó los esfuerzos de la Casa de Austria por obtener la declaración dogmática. Pero los Borbones pronto se adhirieron a este movimiento.
Felipe V, continuó la devoción concepcionista de sus antecesores y así lo solicitará al Papa, en 1732.
-Será Clemente XI quien emita el breve Commissi nobis, de 6 de diciembre de 1708, declarando de precepto para todo el mundo cristiano la fiesta de la Inmaculada.

Carlos III solicitó a Roma que se nombrara a la Inmaculada como Patrona de España. En 1771, creó la Orden que lleva su nombre en agradecimiento por el nacimiento del primero de sus hijos y la puso bajo la advocación de la Inmaculada Concepción, de la que el monarca era devoto desde niño. En 1760, bajo su reinado las Cortes españolas escriben estas líneas al Papa:
«Todos los diputados del Reino de España que representaban a todas sus provincias en las Cortes celebradas en 17 de julio de este año (1760), expresaron al Serenísimo Rey Católico la perpetua e innata piedad y religión de todos los que tienen el nombre español a la Santísima Madre de Dios y Reina de los ángeles, Virgen María, principalmente en el misterio de la Inmaculada Concepción, y que: siendo muy pocos las vasallos del Rey Católico que no están incorporados a alguna Orden Militar, Universidad, Ayuntamiento. Colegio, Cofradía u otro Cuerpo establecido legítimamente, se observa en todos ellos con el mayor cuidado que al entrar haga uno juramento solemne de sostener y defender con todo celo y hasta donde alcancen sus fuerzas el misterio de la Inmaculada Concepción, cuyo juramento hicieron también el Rey Católico y los Diputados del Reino de España en las Cortes celebradas en el año 1621.»
Carlos III, tomó como universal Patrona de la monarquía española a la Santísima Virgen en su Inmaculada Concepción, y la propuso como patrona de España y de todas sus posesiones. Atendiendo a la solicitud regia el papa Clemente XI designa a la Inmaculada patrona principal de España e Indias.

-Finalmente Pio IX definió solemnemente el dogma el 8 de diciembre de 1.854, proclamando que María fue preservada de toda influencia de pecado en previsión de la muerte de su Hijo y, por tanto, no queda fuera de la obra de salvación, sino que es la primera redimida.
La definición del Dogma de la Inmaculada Concepción está contenida en la bula Ineffabilis Deus, de 8 de diciembre de 1854. El propio papa dijo: «Fue España la Nación que, por sus reyes y por sus teólogos, trabajó más que nadie para que amaneciera el día de la proclamación del dogma de la Concepción Inmaculada de María». España entera se prodigó en celebraciones y fiestas en honor de la Purísima, que duraron semanas. Todos los campanarios desde las grandes catedrales hasta la ma humilde ermita voltearon jubilosos hasta la extenuación. Se elevaron un sin fin de monumentos conmemorativos casi en todas las poblaciones, se consagraron altares y se multiplicaron las imágenes y procesiones. Hasta en la repostería dejó huella el gozo, un confitero de Granada creó unos suculentos pasteles en honor al Papa que -por fin proclama la anhelada definición-: los piononos.
Pío IX expresó su deseo de construir un monumento que recordara el acontecimiento. Y eligió la Plaza España como el lugar idóneo. Fernando II, rey de las dos Sicilias, financió la obra, y el arquitecto Luigi Poletti, se ocupó de ella. En la base del monumento ubican las estatuas de cuatro profetas que hablaron de la Virgen: Moisés, Ezequiel, David e Isaías.
-Como se puede deducir de los datos expuestos las Españas, europea y de Ultramar, se distinguió con creces en el fervor inmaculista muy por encima de las demás naciones del mundo; El pueblo llano, la universidad, la monarquía, las Cortes, la Milicia… no existía un rincón de España, ni una de sus instituciones que no se arrodillarse ante la Mater sin pecado concebida.
Y por la defensa del dogma otorgó el pontífice el llamado "privilegio español" que permite a los sacerdotes españoles celebrar la santa Misa con ornamentos de color azul celeste en está solemnidad, en su octava y en las celebraciones sabatinas en honor a la Virgen.

- El 12 de noviembre de 1892, a solicitud del Inspector del Arma de Infantería del Ejército de Tierra de España, por real orden de la Reina Regente doña María Cristina de Habsburgo, se declaró Patrona del Arma de Infantería a Nuestra Señora la Purísima e Inmaculada Concepción. Es patrona también del Cuerpo Eclesiástico del Ejército y del Estado Mayor, del Cuerpo Jurídico, y de la Farmacia militar, de los Colegios Oficiales de Farmacéuticos y las Facultades de Farmacia, también la tienen como patrona

El día de la Inmaculada era fiesta de precepto en España desde 1644, medio siglo antes de ser declara como tal en toda la Iglesia por orden del Papa Clemente XI.
Celebración que sólo dejó de realizarse durante la II República, que con su política de restricción de la libertad religiosa, suprimió esta celebración del calendario oficial y en su lugar creó el "Día del Ejército", que debía celebrarse el día 7 de octubre en conmemoración de la batalla de Lepanto. La fiesta fue restablecida durante la Guerra de España de 1936 y fue confirmado canónicamente en 1961 el patronazgo de la Inmaculada sobre la Infanteria. Después de la guerra civil española, el Generalísimo Franco ordenó restablecer el patronazgo y fue confirmado canónicamente no sólo sobre España y la fiel Infantería sino sobre otros cuerpos militares.

Por toda esta historia, narrada resumidamente, no es de extrañar pues que San que Juan Pablo II, acostumbrarse a llamar a España: “Tierra de María”, de María Inmaculada. Puesto que España fue la primera nación del mundo en la defensa enconada y perseverante de la creencia en Concepción Inmaculada de María.

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