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Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Martes, 25. Octubre 2022 - 20:29 Hora
XXXI Domingo TO (ciclo C)

1L.- La mirada del sabio lo ve todo con amor y lo encuentra transparente hacia el amor de Dios. Incluso el mismo mal le remite a la misericordia. El amor de Dios ofrece a lo malogrado la oportunidad de rehacerse.
2L.- Algunos primeros cristianos, con el pretexto de la inmediata venida del Señor, dejaban el trabajo para dedicarse sólo a la oración. Pablo condena esa actitud y serena los ánimos de la comunidad.La venida del Señor es gloria, esperanza, cumplimiento y gozo que hay que preparar.
Ev.- Todos querían ver a Jesús, pero un hombre pequeño tenía más ganas que cualquier otro: Zaqueo. Y hace un esfuerzo, sale de la masa encaramándose a un árbol.
PARA LLEVAR A LA VIDA
El amor de Dios ha salido a buscar y a salvar lo que estaba perdido. Y con su proceder sorprende el criterio de los fariseos. En Zaqueo, Jesús comprueba, una vez más, que su enseñanza tiene mejor acogida entre los que los muy espirales consideran "malos" y pecadores. Mientras la gente murmura, escandalizada de Jesús
porque se ha hospedado en la casa de un pecador.
La clave está en que Zaqueo "quería ver", y lo que se le reveló fue el amor de Dios. Quería ver a Jesús y no sabía que sería precisamente él, el "visto". No había pedido nada, sino que fue Dios mismo quien le pidió: "Quiero hospedarme en tu casa". Y por la generosidad y sincera conversión de Zaqueo, Jesús declara: "Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán".
La conversión de Zaqueo es admirable, porque no se queda en palabras hermosas o nobles intenciones, sino que reparte, devuelve aún más de lo que ha cobrado indebidamente.
A Zaqueo le costó su fortuna convertirse. Pero recibió en cambio toda la riqueza que Dios ha prometido a los humildes.
Desgraciadamente la esencia de los fariseos no se ha extinguido, la vemos hoy muy cerca de nosotros y en nosotros mismos, los "cristianos practicantes", cuando nos tenemos por buenos y criticamos sin compasión a los demás. Habría que preguntarse a uno mismo si, de verdad, queremos nosotros ver a Dios, descubrir su paso entre nosotros...

N.B. Puede realizar cualquier sugerencia o comentario en el e-mail: mleonpadilla@gmail.com

Miércoles, 19. Octubre 2022 - 00:09 Hora
XXX Domingo del TO

1L.-Sólo Dios es justo sin parcialidad. Ese alto concepto de la justicia de Dios que no admite sobornos ni conoce la acepción de personas, ni acepta sacrificios y plegarias en favor de la injusticia.
2L.-Pablo es ya un anciano que está en la cárcel y espera la sentencia de muerte. Recuerda su vida, como un atleta que piensa en los incidentes de su carrera. Está contento porque ha sabido mantener encendida la antorcha de la fe hasta llegar a la meta. Ahora confía recibir la corona merecida, la que el Señor tiene preparada para cuantos aman su venida.
Ev.- Jesús intenta hacer reflexionar a los que se tienen por justos ante Dios con la parábola de la oración del fariseo y el publicano.
PARA LLEVAR A LA VIDA
Jesús dirige esta parábola a quienes se tienen por justos y desprecian a los demás. Y trata de mostrar la diferencia que existe entre la verdadera y la falsa piedad.
El fariseo y el recaudador de impuestos, o publicano, son dos tipos radicalmente opuestos: el primero representa la piedad oficial, y goza de buena fama; el segundo es un "pecador reconocido", y se le considera "mala gente".
El fariseo comienza su oración, según costumbre judía, dando gracias a Dios. Pero no con humilde gratitud por las maravillas de Dios, sino con arrogante satisfacción por sus logros personales.
No miente: es verdad que como buen fariseo es fiel cumplidor de la ley; e incluso hacía obras de supererogación (que no estaban mandadas), como ayunar dos veces por semana y pagar diezmos de todo cuanto tenía. Pero lo hace de modo autosuficiente, y no suplica sino que exhibe sus méritos esperando reciprocidad y correspondencia del Cielo. Do It des, es su lema, y desprecia a los que no proceden como él.
Sin embargo, el publicano se sabe indigno de presentarse ante Dios y pedirle nada que no sea el perdón, sólo tiene ante sus ojos sus pecados. No se compara con nadie y no denuncia los defectos ajenos; sino que, con sentida y sincera humildad, pide perdón. Esa actitud cautiva a Dios, que resiste a la soberbia de los que se creen buenos .
La conclusión es que ante Dios nadie puede arrogarse mérito alguno ya -en el cumplimiento de su voluntad- ninguno somos perfecto. Por lo que la actitud adecuada es la humildad agradecida por sentirse amado gratuitamente.
Desechemos la soberanía espiritual, sirvamos con sencillez; crezcamos en humildad y oremos suplicantes pidiendo la misericordia divina.
N.B. Puede realizar cualquier sugerencia o comentario en el e-mail: mleonpadilla@gmail.com

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