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Miguel P. León Padilla

Participa en MUSICALITURGICA.COM en el Servicio Litúrgico, aportando cada semana una homilía para el Domingo correspondiente.
Sacerdote de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Sábado, 21. Diciembre 2024 - 11:25 Hora
IV Domingo de Adviento

1L.- Los descendientes de David no se adecuaron a la esperanza del pueblo. Pero ni, por ello, la fe se apagó pese a que la pequeña Belén no desvelaba aún su grandeza. Los que buscan la redención en la fuerza de Dios siguen usando el símbolo local para hablar del que ha de traer la paz que inunde toda la tierra.
2L.-Jesús entra en el mundo bajo el signo de la obediencia al Padre y permanece bajo este signo hasta que todo haya sido cumplido según la voluntad del Padre.
Evangelio.- Las palabras de acogida de Isabel a María son el primer reconocimiento humano de la presencia de Dios mismo gestándose entre los hombres.
PARA LLEVAR A LA VIDA
El saludo de María provoca la respuesta maravillosa de Isabel que, entusiasmada, prorrumpe en alabanza profética bajo la acción del Espíritu Santo. Isabel ha reconocido en el hijo de María a "su Señor". Por eso llama a María la más bendita entre todas las mujeres. Si cualquier hijo es una bendición de Dios para su madre, mucho más lo será aquel hijo que es bendito ante de Dios y por quien serán bendecidos todos los hijos de mujer.
La eficacia de la proclamación del evangelio está en proporción directa a la fe de quien evangeliza. Y la fe es un acto de humildad y de sumisión a una Palabra, que no es fruto del ingenio humano, sino de la desconcertante voluntad de Dios.
Isabel llama dichosa a María porque ha creído y no solo porque es la madre del Señor. Años después, Jesús, respondiendo a una mujer que bendice a su madre por haberlo llevado en sus extrañas, dirá que la verdadera dicha consiste en creer en la palabra de Dios y en practicarla (Lc 11, 27s). Y en otra ocasión afirmó que su madre y sus hermanos son todos los que creen en el evangelio (8, 19-21).
María es un testimonio vivo de una fe recia que sabe esperar y acoger las promesas. Por eso su vientre produce el fruto precioso que trae la salvación.

Sábado, 14. Diciembre 2024 - 00:34 Hora
III Domingo de Adviento (ciclo C)

1L.-Al pueblo que ha vivido su hundimiento parece estuviera cumpliendo una condena, el mensajero de Dios le dice: Regocíjate, no temas; Dios te ama, está contigo. Así pone vida renaciente y júbilo creativo en el pueblo que espera. En vista de «aquel día» de la plena realización, el presente cobra ya dirección, sentido y fuerza.
2L -La esperanza en la venida del Señor ha de levantar el animo de los cristianos y mantener siempre su serenidad y su buen talante. Conscientes de que todo pasa y nada puede detener la venida del Señor, nada debe quitarnos la alegría de vivir y preocuparnos demasiado.
Evangelio.-Juan bautista predica la conversión y exige a todos que cumplan con el precepto supremo del amor al prójimo y con los deberes de la justicia.
PARA LLEVAR A LA VIDA
Juan bautista no pide una conversión de lamentos y lágrimas sobre el pasado, sino un cambio radical hacia el futuro. La penitencia que predica debe acreditarse por sus frutos.
Juan sabe cuál es su papel y sale al paso de los rumores del pueblo confesando abiertamente que él no es el que ha de venir, el Mesías.
Anuncia la venida del Señor como un juicio inminente sobre los hombres. Pero Jesús dirá que no ha venido a condenar a los hombres, sino a salvarlos. Sin la conversión de amor, no tiene sentido la penitencia. El amor al prójimo supone que se ha cumplido antes con la justicia. Por eso Juan refiere al cumplimiento de la justicia cuando dirige su palabra a los publicanos y a los soldados.

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